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México Quiere Eliminar Herbicidas, Plaguicidas Y Transgénicos: ¿ideología O Ciencia?

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México quiere eliminar herbicidas, plaguicidas y transgénicos: ¿ideología o ciencia?

Expertos en producción y comercialización de productos agropecuarios explican las serias consecuencias económicas para México, en caso de prohibir glifosato y maíz transgénico.

El 1 de febrero de 2024 no habrá más maíz transgénico en México. También para esa fecha no deberá usarse más glifosato, uno de los herbicidas más utilizados en todo el mundo para el control de la maleza que afecta a los plantíos de alimentos. Todo ello al menos (y hasta ahora) en el papel. El decreto publicado por el gobierno federal desde el 31 de diciembre de 2020 así lo estipula.

Desde entonces, las alarmas se han encendido cada vez con más intensidad en el agro mexicano y en los productores que le venden maíz transgénico a México. Luis Fernando Haro, director del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), dijo en octubre pasado, a través de un comunicado, que el maíz transgénico es necesario para la producción de alimentos en nuestro país.

“Hacemos un llamado a nuestro gobierno para que tome rápidamente las medidas necesarias para abordar este problema, ya que el tiempo se está agotando”, solicitaba. MAIZALL, la alianza internacional de asociaciones de productores de maíz de Argentina, Brasil y Estados Unidos, advertía que lo estipulado en el decreto aumentaría la inflación y la inseguridad alimentaria.

El citado decreto establece como objetivo principal sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación del glifosato y de los agroquímicos que lo contienen. Es hasta el artículo 6 que se desliza que las autoridades en materia de bioseguridad deberán revocar y abstenerse de otorgar permisos de liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado hasta sustituirlo en su totalidad. ¿Qué tiene que ver el glifosato con el maíz transgénico?

Abel Rodríguez, gerente de información del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) considera que no hay realmente una razón para que el glifosato y el maíz genéticamente modificado sean mencionados en el mismo decreto. “No tienen nada que ver uno con el otro. La justificación es el supuesto daño que hacen a la salud humana… A menos que detrás de ello haya la intención de dañar a las grandes corporaciones que impulsan y desarrollan tecnología en materia de transgénicos y glifosato”, comenta Rodríguez. Aquí es cuando casi todas las miradas apuntan a Monsanto (que en realidad hoy es propiedad de Bayer). “No puede saberse con exactitud cuál es la finalidad del gobierno de frenar esto”, dice Rodríguez.

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¿Es necesario y viable sustituir el glifosato?

Uno de los principales argumentos para ordenar la desaparición del glifosato en México es que esta sustancia ha sido identificada por la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) como un probable carcinogénico en humanos.

El CNA responde a ello que en esa misma lista de probables cancerígenos que hizo la IARC, en marzo de 2015, se incluyen a algunos tipos de cerveza, carnes rojas, embutidos, trabajar en una peluquería y los teléfonos celulares. Una clasificación en la que, dice el CNA en un comunicado de noviembre pasado, durante muchos años se incluyó también al café y al mate. “IARC se basa en la identificación de peligro sin considerar factores como dosis y exposición”, se lee.

El analista del GCMA coincide: “El glifosato es un producto que puede ser tóxico, pero realizando el manejo adecuado y moderado del producto no causa daño a la salud y tampoco provoca impacto ambiental”.

La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador señala que el glifosato deberá ser sustituido en todo México por “alternativas sostenibles y culturalmente adecuadas, que permitan mantener la producción y resulten seguras para la salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente”.

El problema es que aunque existen algunos sustitutos para el glifosato, la diferencia es la alta efectividad de este último para el control de malezas y el alto costo de los primeros. Es por ello que el GCMA ha señalado que la prohibición del uso del herbicida limitaría la producción de maíz y otros alimentos, pues no hay otra opción costeable para reemplazarlo.

“Se elevarían costos. Un sustituto no va a tener la misma efectividad y costaría más caro. Y usar machete o guadaña para controlar la maleza, como lo señalaba el presidente, es algo que se puede hacer en superficies menores, pero no en la agricultura comercial”, explica Abel Rodríguez, quien señala que por ahora el glifosato cumple una labor importante en el campo mexicano para elevar la productividad y rentabilidad de los productores.

En noviembre pasado, se sumó a la polémica una iniciativa de ley que busca la eliminación gradual de plaguicidas “altamente peligrosos”, aunque sin explicar qué sustancias entrarían en ese calificativo. La propuesta es de los diputados de Morena y en su exposición de motivos destacan el decreto presidencial para prohibir el glifosato.

La respuesta del CNA fue inmediata y calificó a la iniciativa de ambigua y con un profundo desconocimiento del tema. “Lo que busca es asumir un enfoque ideológico y prohibicionista, sin sustento en ciencia, que podría tener efectos devastadores para el campo, los agricultores y los consumidores de alimentos mexicanos”, dijo el CNA en un comunicado del pasado 03 de noviembre.

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¿Y si no se utilizara más maíz transgénico en México?

El maíz modificado genéticamente, por sus ventajas de producción y económicas, ha sido hasta ahora una de las principales vías para asegurar el abasto del grano a los productores pecuarios, industriales y hasta para los consumidores finales. Según datos de Maizall, sus agricultores cultivan el 50% de todo el maíz del mundo y producen el 81% de las exportaciones mundiales de maíz, siendo casi en su totalidad modificado por la biotecnología.

Para cubrir sus necesidades, México importó en 2022 poco más de 17 millones de toneladas de maíz. De acuerdo con datos del GCMA, dependiendo del origen de las importaciones de cada año, entre el 90 y el 100% del maíz importado es transgénico.

La prohibición total de maíz transgénico programada para el próximo año ocasionaría, de entrada, mayores costos al consumidor. “Es una medida en contrasentido con los esfuerzos que realiza el gobierno para controlar la inflación. pues traería mayores costos a los productores pecuarios e industriales”, reafirma Abel Rodríguez.

Maizall señala que, dado que los agricultores no cambiarán su forma de producir y al no existir una oferta significativa de maíz no transgénico en los mercados internacionales, se creará un vacío de millones de toneladas de maíz en México. “¿Cuál será el impacto en el precio de la tortilla? ¿Qué producción porcina, de aves de corral y ganado quedará en México si casi toda su alimentación proviene de maíz transgénico importado?”, se cuestiona Federico Zerboni, presidente de Maizall, en un comunicado publicado en octubre pasado.

Cuando se analizan las opciones para traer maíz no transgénico a México, se encuentra con un mercado demasiado reducido. Estados Unidos produce 354 millones de toneladas de maíz; de ellas, sólo 4.3 millones son maíz no transgénico. En Brasil, de 126 millones de toneladas producidas, 5.2 millones de toneladas son no transgénicos. La mayor opción sería quizá la Unión Europea y Ucrania, uno de los grandes productores de maíz en el mundo a pesar de la guerra (séptimo lugar en producción y cuarto en exportaciones), pero esas cosechas ya están comprometidas para otros mercados desde hace mucho tiempo. No es tan fácil como cambiar de marca de maíz en el súper.

Para el analista del GCMA, la sustitución total del maíz transgénico por ahora es algo irreal: “¿Por qué se compra maíz transgénico? Porque es el maíz que hay en el mundo. Y no existe evidencia científica de que el maíz transgénico cause daños a la salud. Prohibirlo más bien traería serios daños a la economía”.

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El TMEC y un decreto radical

El CNA estima que la prohibición del maíz genéticamente modificado podría hacer que el PIB de México cayera en 11 mil 720 millones en 10 años. Adicionalmente, sostiene la institución que agrupa a más de dos millones de productores agropecuarios mexicanos, habría una pérdida anual de casi 57 mil empleos.

“Es un tema meramente ideológico y radical. Es un decreto sin sustento, como que no hicieron un análisis previo para sacar un decreto de esa magnitud. Aparte de todo lo que implica, también conlleva daños en los tratados comerciales que México tiene”, remata Abel Rodríguez.

Estados Unidos, nuestro principal socio en el comercio de maíz, ya ha señalado que el tema podría llevar a una seria controversia (una más, si sumamos la energética y la automotriz) en el marco del TMEC. En diciembre pasado la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, anunció que el plazo para iniciar con el veto de la importación de maíz genéticamente modificado podría extenderse hasta el 2025. Habrá que esperar qué nuevas nos trae el 2023 sobre la prohibición del glifosato y el maíz transgénico en México.

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