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La Milpa: La Técnica De Cultivo Milenaria Que Alimentará A Las Futuras Generaciones

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La milpa: la técnica de cultivo milenaria que alimentará a las futuras generaciones

El cultivo conjunto de maíz, frijol y calabaza inspira nuevas prácticas agrícolas que asegurarán nuestra comida; pero hasta ahora, la milpa, no ha sido valorada.

Las personas poco familiarizadas con los sistemas de cultivo suelen limitar el concepto de milpa a los frondosos campos de cultivo de maíz. Pero un maizal no es una milpa. Se trata de algo mucho más que eso. “La milpa es un ecosistema creado por las sociedades mesoamericanas que ha persistido, muy probablemente, por cerca de 5 mil años”, se menciona en “Milpa maya es designada como patrimonio agrícola mundial”, artículo publicado por el Centro Internacional de Mejoramiento en Maíz y Trigo (CIMMYT).

El concepto amplio de milpa tiene implicaciones religiosas, sociales, económicas y culturales. Pero si hablamos en estricto sentido agronómico podemos empezar a definir la milpa como el cultivo conjunto de maíz, frijol y calabaza, lo que se conoce como la Triada Mesoamericana. Este específico policultivo es el arquetipo de la milpa, pero ésta en realidad puede estar basada en el cultivo de maíz en conjunto con otras especies.

La Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación  (Unesco) reconoce a la milpa como el sistema de cultivo que sustentó en gran medida el desarrollo de la cultura maya:  “Y actualmente continúa practicándose como parte importante del sustento material e inmaterial de las comunidades mayas rurales peninsulares”, se lee en “Las prácticas agrícolas tradicionales de los Mayas de la Península de Yucatán”.

Pese a todo ello, el doctor Santiago López Ridaura, científico senior del CIMMYT, lo tiene muy claro: “Hemos tardado en darle a la milpa el valor que tiene”.

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La milpa: la técnica de cultivo milenaria que alimentará a las futuras generaciones

La ciencia y la naturaleza detrás de la milpa

La eficiencia de la milpa para generar alimentos se basa en la ecofisiología de los cultivos que la componen, es decir, en la forma en que diferentes especies cultivadas interactúan entre sí para mejorar sus funciones vitales, su crecimiento y su reproducción.

“El maíz genera un soporte para que el frijol crezca, además la raíces del maíz generan exudados que hacen que el fósforo esté disponible en el suelo. El frijol fija nitrógeno, que contribuye a una mayor disponibilidad de nutrientes para el maíz, pero sólo lo pueden hacer si tienen buenos niveles de fósforo. Entonces, la simbiosis maíz frijol es muy clara”, expone López Ridaura.

En cuanto a la calabaza, el doctor en ecología de la producción agrícola y conservación de recursos por la Universidad de Wageningen en los Países Bajos explica que cumple la misión de extenderse por todo el suelo para, con sus grandes hojas, guardar la humedad y evitar el crecimiento de malas hierbas.

Incluso la competición por los recursos hace que cada cultivo se esfuerce más en encontrarlos: las plantas exploran, por ejemplo, nuevas zonas del suelo en busca de nutrientes y agua, o desarrollan tallos y hojas para captar la luz donde los otros cultivos la dejan pasar. “Bajo los principios de competición y facilitación, la eficiencia global del sistema se ve amplificada”, se lee en “El secreto de la Milpa”, artículo del mismo doctor López Ridaura que explica esta maravilla natural más a detalle.

Los grandes beneficios que proporcionan los policultivos, como la Triada Mesoamericana, prometen que esta técnica agronómica será fundamental para alcanzar la seguridad alimentaria en un mundo donde cada vez hay más personas y menos suelo para sembrar.

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La milpa: la técnica de cultivo milenaria que alimentará a las futuras generaciones

La agricultura industrial ya no es inviable

El tema es que, en el afán de producir la mayor cantidad de granos, leguminosas, verduras, frutas y demás alimentos posible, la agroindustria ha avanzado en sentido contrario.

“El peor modelo de agricultura que hay es el de monocultivo: la clásica foto de seis cosechadoras trabajando al mismo tiempo. Eso es industria, nada tiene que ver con la agricultura”, considera. El uso intensivo de la tierra que promueven los monocultivos acentúa los efectos del cambio climático y favorece la degradación de los suelos. Tenemos hectáreas y hectáreas de trigo por cosechar, pero a cambio dejamos suelos cada vez menos fértiles. Tenemos enormes campos de maizales, pero variedades de maíz cada vez menos resistentes a las plagas.

“La agricultura industrial, como está, no va a sobrevivir. Tiene que diversificarse e inspirarse en procesos como la milpa. No reproducirla. Eso es imposible en el modelo industrial. Pero sí entender que la diversificación en los campos de producción tiene beneficios en todo”, dice el investigador que centra sus estudios en el análisis cuantitativo de sistemas agrícolas a nivel de campo, finca, paisaje y región.

Si bien la milpa, debido a la interacción entre plantas de distintos productos, limita el uso de maquinaria como las mencionadas cosechadoras o los tractores, puede ser un inmejorable punto de partida para que la agricultura industrial mejore sus prácticas.

Conocimiento ancestral al rescate de la agroindustria

La diversificación de cultivos en un mismo campo no sólo trae como beneficios la producción del nitrógeno y el fósforo, también brinda resistencia a las plagas y a las enfermedades, mejora los microclimas y la biodiversidad de los cultivos, se utilizan menos combustibles fósiles, etc…

Aunque nos hemos tardado unos cientos de años en reconocer la valía de la milpa, ya hay ejemplos de sistemas de producción de cultivos más sustentables basados en ella.

El investigador de CIMMYT pone por caso el sistema de “atracción-expulsión” (push-pull), una práctica agrícola (desarrollada y aplicada en África en las últimas dos décadas) que se basa en la asociación de cultivos para el control biológico del gusano barrenador y otras plagas que afectan las cosechas de maíz y sorgo: plantan pastos alrededor de los campos de cultivo que atraen esta plaga y al mismo tiempo, entre el maíz y sorgo, siembran la planta de una leguminosa que (además de fijar nitrógeno y servir como forraje) repele a las plagas de maíz y sorgo. Así, el gusano barrenador se mantiene al margen de los cultivos.

“Es un sistema diseñado por científicos, pero que al final utiliza los mismos principios que la milpa: una planta que atrae insectos y otra que los repele y brinda nutrientes. Así podríamos evitar una gran cantidad de pesticidas”, subraya el entrevistado.

Otro ejemplo es el sistema strip cropping o cultivo en franjas. En este caso se siembran franjas de seis metros de un cultivo y en seguida seis metros de otro. Las especies vecinas elegidas estratégicamente influyen positivamente entre sí, lo que aumenta la productividad del campo. Este tipo de cultivo asociado es más compatible con la agricultura industrial, pues en ese espacio de seis metros los tractores y cosechadoras pueden entrar a hacer sus maniobras.

La milpa está llamada a ser la base de inspiración para el diseño de sistemas de producción de cultivos más sustentables en todo el mundo. “La agroindustria va a tener que cambiar porque el modelo, como está ahorita, es muy ineficiente”, concluye el doctor Santiago López Ridaura.

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