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3 Emprendimientos de la industria de alimentos que revolucionan su mercado y mejoran el planeta

Películas plásticas que alargan la vida útil de los alimentos, yogurt alivia alergias y empoderamiento de las comunidades a través del cacao, son las propuestas de Coperproteck, La Escuelita del Cacao y Zahini.

Esta es la primera de una serie de entregas que realizaremos sobre emprendedores, startups o iniciativas sociales que han irrumpido en el sector alimentario de México y Latinoamérica. En estas historias hay oportunidades de negocio, sí, pero también una muy importante dosis de amor por sus comunidades, empeño por alcanzar una mejor alimentación, respeto por el medioambiente y ganas de cambiar al mundo.

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De curar caballos a evitar el desperdicio de alimentos, así nació Copperproteck

“Esto no existía en ninguna parte del mundo”, asegura Raúl Molina, gerente Comercial de Copperproteck. Copperproteck ofrece tecnología basada en micropartículas de cobre que, al ser aplicada en el packaging plástico, extiende la vida útil de los alimentos. 30 días más sin descomponerse para el jamón o 23 días más sin microorganismos en la carne de cerdo son un par de sus beneficios.

La forma en que llegaron a esta innovación fue bastante particular. Raúl, abogado, y su socio Javier Lavín, técnico agrícola, trabajaban juntos en la industria minera en Chile, específicamente en el área de sulfato de cobre calidad alimenticia, un aditivo que se les da a cerdos y pavos como un estimulante de crecimiento y engorda. Ahí aprendieron mucho sobre el cariz biológico del cobre que tiene un efecto bactericida.

“Primero, nos dimos cuenta de que si poníamos telas con cobre en las heridas de los caballos, por ejemplo, lográbamos sanarlos”, recuerda Molina.

Emprendimientos de la industria de alimentos que revolucionan su mercado y mejoran el planeta

La sorpresa de su descubrimiento los llevó a pensar cada vez en más posibilidades. Lo que habían aprendido en su trabajo minero y la experiencia que Lavín tenía en la industria de colorantes naturales para alimentos, les permitió crear una micropartícula de cobre e incorporarla en polipropileno, el material con el que están hechas muchas de las películas de plástico en que se envuelven los alimentos. De curar animales, pasaron a hacer pruebas en pechugas de pollo y jamón de cerdo. “Logramos ampliarles la vida útil”, explica Molina.

Diseñar el proceso les tomó más de tres años. Cuando estuvieron seguros de lo que tenían en sus manos, patentaron la fórmula y se acercaron a Amcor, una de las empresas globales en desarrollo de empaques y que tiene operación en el país andino. Raúl Molina señala que en ese punto vieron el primer alto dentro de la industria alimentaria: “Tuvimos que demostrarle a Amcor que nuestro masterbach [una mezcla concentrada de aditivos dentro de una resina plástica] no dañaba sus máquinas”. Lo lograron y junto a la gigante del packaging, perfeccionaron la innovación.

De inmediato, llegó un reto más: convencer a las empresas de alimentos que sí podían extender la vida útil de los alimentos sin afectar sus propiedades organolépticas y, muy importante, comprobar que las partículas de cobre que migraban al alimento eran inocuas. “Con el tema del sabor y demás no hubo problemas. Pero sí tuvimos que hacer esas pruebas de migración y demostramos que estábamos dentro de los estándares más exigentes, los de la Comunidad Europea y los de la FDA”, comenta Molina.

En el trayecto, Copperproteck resultó ser uno de los ganadores de la primera generación del programa de innovación para startups Tastech by Sigma. “Tuvimos la experiencia de hacer pruebas piloto con una de las empresas de alimentos más grande del mundo. El premio tuvo mucha repercusión en Chile y nos abrió mucho las puertas”, reconoce Molina.

Evitar el desperdicio de alimentos, hacer más eficiente la logística, evitar que las fallas en la cadena de frío resulten fatales y lograr más tiempo de exposición de los productos en el mercado son sólo los beneficios más tangibles de sus micropartículas de cobre. Su solución ya es utilizada por empresas que venden queso fresco y jamón de cerdo y pavo en Chile.

“La empresa que vendía jamón bajó sus reclamos de mermas a 0%”, subraya el gerente Comercial de Copperproteck. También están por entrar al empaquetado de carne cerdo y de res. Molina asegura que a principios del próximo año entrarán al mercado colombiano, al de Ecuador y a Brasil.

“México y Estados Unidos también están en su mira. “Sólo estamos esperando la autorización de la FDA, que parece será en febrero, para llegar al mercado estadounidense e iniciar pruebas industriales con Sigma”, remata Molina.

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cacao

“No me quiero ir de mi comunidad”. La Escuelita del Cacao

Oaxacanita ha sido reconocida como uno de los emprendimientos sociales más importantes del mundo. De hecho, la empresa chocolatera indígena ubicada en la mixteca oaxaqueña es bicampeona de los Goula Awards.

Su cariño y dedicación hacia el cacao no tiene límites. Además de apoyar el trabajo de cocineras, artesanos y cacaocultores para contribuir así al desarrollo social, económico y medioambiental de su región, Oaxacanita “abrió las puertas” de La Escuelita del Cacao. Así, entre comillas, porque en realidad la escuela está ahí donde los niños y sus ganas de aprender sobre este árbol milenario se encuentran.

La escuelita del Cacao inició en diciembre de 2021. Hoy cuenta con 100 niños y niñas que llegan de once distintos pueblos de la mixteca oaxaqueña. Las aulas son improvisadas en alguna de las comunidades participantes. “Nos dimos cuenta que la edad promedio de los agricultores aquí es de 65 años. Eso significa que no hay jóvenes involucrados en el campo, ni en el cultivo de cacao”, explica una de las motivaciones del proyecto Ruth Valladares, directora de finanzas de Oaxacanita.

Ruth nos comparte que la mixteca y el cacao tienen una conexión ancestral. De hecho, asegura que fue la primera región en ver el chocolate como un elemento de unión social, pero eso es algo que las nuevas generaciones desconocen. Oaxaca apenas llega al 1% del cacao que se produce en México.

“Queremos incentivar el conocimiento sobre el cacao y que los niños lo vean cómo una forma de trabajo atractiva y digna. Queremos empoderar a una nueva generación de guardianes del cacao y del planeta”, profundiza la representante de Oaxacanita.

La Escuelita del Cacao realizó durante su primera etapa cuatro sesiones al año, talleres en los que los pequeños aprendieron y comprendieron sobre la producción, cuidados y conservación del cacao. Oaxacanita se encargó de proporcionarles manuales sobre historia, cuidados y producción del fruto, además de plantas de cacao para que fueran sembradas y cuidadas por los niños y sus familias. Todo sin costo. El pueblo ofrece las mejores instalaciones posibles y los familiares o autoridades proporcionan bebidas y alimentos para los participantes.

“Yo no me quiero ir de mi comunidad, disfruto del campo y aquí viven mis amigos”, le dijo uno de los niños participantes en La Escuelita del Cacao a Germán Santillán fundador de Oaxacanita. Es algo de lo que más lo ha conmovido e impulsado a seguir con el proyecto.

“Los niños de la ruralidad son transparentes, respetuosos y muy despiertos”, dice Santillán.

Los niños de La Escuelita del Cacao incluso han contribuido a que algunas comunidades limen ciertas rencillas. “Los niños y niñas no saben de eso, ni les importa. Sus papás los traen y dejan que convivan entre sí, a pesar de las diferencias que haya entre adultos”, agrega Ruth. La Escuelita del Cacao es muy importante para todos, algunas familias hacen un recorrido de hora y media o dos horas entre las montañas para llegar al lugar de encuentro.

Este año, La Escuelita del Cacao ganó el premio #SoyGeneraciónRestauración Challenge, convocatoria de Unilever, en la categoría de Agricultura Regenerativa. El premio se utilizó para generar material para los talleres y para llevar a un grupo de niños de La Escuelita del Cacao a la celebración del Día Nacional del Cacao y del Chocolate en la ciudad de Oaxaca.

“Muchos de ellos era la primera vez que visitaban la ciudad. Estaban muy contentos de que la gente los reconocía por el proyecto”, dice con entusiasmo Germán. La Escuelita del Cacao ya comenzó trabajos con su segunda generación de guardianes del cacao.

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Emprendimientos de la industria de alimentos que revolucionan su mercado y mejoran el planeta

La suerte de ser intolerante a la lactosa. Zahini

Un problema de salud de Paola Rebollar detonó la chispa emprendedora, aunque ella aún no lo sabía. Hubo una época, por allá de 2009, que Paola se sentía fatal todos los días. La explicación fue su intolerancia a la lactosa y al gluten. La joven vivía en Londres, donde estudiaba ingeniería química.

Tuvo que conocer una nueva sección en el supermercado, esos pequeños espacios con productos libres de lácteos, huevo, soya, gluten… “Ya desde entonces estaba muy segmentado como por alergias”, recuerda Paola.

Con los años, vio cómo los anaqueles de los “libres de” fueron evolucionando a pasillos completos con productos orgánicos, veganos y plant based. De uno o dos productos, ahora había hileras de opciones.

Cuando Paola regresó a México, en 2015, no encontró el yogurt que necesitaba. Fue ahí cuando reconoció la oportunidad de negocio. “En la primera investigación que hice, me di cuenta que México estaba como 10 años atrás en el desarrollo de este tipo de productos. Ahí pensé que se iba a replicar la tendencia que vi en Londres”, agrega.

Paola y su socio, Dirk Priebe, quien estudió administración y negocios, comenzaron pelando cocos en el patio de la casa de ella. Querían recrear el yogurt sin lácteos que encontraban en los súper londinenses. Así, a prueba y error, fueron avanzando en su propósito. Algo que sí tenían muy claro desde el principio es que debían crear un proceso escalable. “Aunque estaba haciendo pruebas de un kilo, siempre me fijaba en las capacidades de los proveedores”, explica Rebollar.

Poco era improvisación. Los jóvenes sabían cuáles puertas eran las indicadas para ir a tocar. Paola y Dirk se acercaron a Ingredion México, uno de los principales proveedores de ingredientes para la industria alimentaria. “Cuando les platiqué lo que estábamos haciendo, se sorprendieron del tipo de producto. Me dejaron trabajar en sus plantas piloto. Me fui apalancando de donde podía para ir aprendiendo”.

Otro de los apoyos importantes fue formar parte de la primera generación de emprendedores de Tastech by Sigma, donde también pudieron hacer test de planta y obtener información sobre todos los procesos.

En 2017, llegaron al producto que deseaban: un alimento fermentado sin lácteo, sin soya, plant based, con probióticos, coco y endulzado con agave. En tiendas especializadas entendían muy bien el concepto y fue muy bien aceptado. En el retail, en cambio, se toparon con más resistencia. Fue hasta 2019 que les dieron una oportunidad.

Hoy los “yogures” sabor mango, natural y zarzamora de Zahini, el nombre de su empresa, pueden encontrarse en los pasillos de City Market, Fresko, La Comer, Selecto, HEB y Alsuper.  Sobre si algún día existirán en México aquellos grandes pasillos con productos plant based y “libres de” que vio en Europa, Paola se sincera: “Le falta mucho crecer a estas categorías. La ventaja que le veo a nuestro producto es que no sólo atraemos a los veganos, también a las personas que son intolerantes a varios ingredientes. Hay mucho espacio para seguir creciendo”.

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