En el Senado de la República se presentó hoy una iniciativa que, de ser aprobada, agregaría un artículo (el 216 Bis) a la Ley General de Salud. El contenido de este numeral obliga a la industria alimentaria a eliminar las grasas trans de los procesados.
La senadora Margarita Valdez, quien la elaboró, comenta que la principal motivación es la salud de las futuras generaciones. “La pandemia nos vino a encender los focos rojos sobre las enfermedades crónico-degenerativas que han hecho que nos vaya tan mal, y la causa principal es lo que comemos”, respondió en entrevista para Goula.lat.
Entre sus argumentos están los datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que señala a las grasas trans como responsables de más de 500 mil muertes prematuras anuales por cardiopatía coronaria en el mundo. Advierten que es un hecho que obstruyen las arterias.
En 2008 esa organización impulsó la iniciativa, “Las Américas sin grasas trans: Declaración de Río de Janeiro”, en la cual autoridades e industria se comprometieron a sustituirlas en los alimentos. “Aunque se han logrado importantes avances, no se ha alcanzado la meta, lo que indica que los medios voluntarios no son suficientes por sí solos”, señaló la OPS en su página de internet en mayo del año pasado.
Te puede interesar: Presentarán esta semana iniciativa contra grasas trans en el Senado
¿Qué alimentos tienen grasas trans y por qué?
Las grasas trans de producción industrial (AGT-PI) son compuestos artificiales que se forman al convertir aceites vegetales líquidos a una consistencia sólida, como se hace con la margarina. A esta alquimia alimentaria se le llama hidrogenación y genera los aceites parcialmente hidrogenados (APH), que son la fuente principal de AGT-PI, explica la nutrióloga Daniela Flores, quien cuenta con más de 10 años de experiencia trabajando para la industria de alimentos.
Itzel García, directora general de la consultora en innovación y desarrollo de productos Glin y Asesores Consulting comenta que esta materia prima es utilizada por la industria para dar una mejor textura y palatabilidad a los alimentos, además de que la hidrogenación hace que estas grasas sean menos susceptibles a la oxidación, lo que amplía la estabilidad del sabor y la fecha de caducidad de los productos.
“Pero la parte sensorial es básicamente por lo que se utilizan. Imaginemos una galleta que no huele a mantequilla o un chocolate que no se derrite en la boca, experiencias que se logran obtener con esas grasas. Son muy utilizadas porque son materias primas de bajo costo”, explica.
Las principales industrias que las utilizan son la galletera, panadera, repostera y confitería, botanas y frituras. Entonces, entre los productos que contienen grasas trans encontramos decenas de opciones: margarinas, galletas saladas y dulces, caramelos, cacahuates, papas fritas, chicharrones, palomitas de microondas, pasteles, dulces, aderezos para ensaladas y un amplio etcétera.
“La mala alimentación de los mexicanos se convirtió en un negocio para algunos o para muchos”, ataja la senadora Valdez.
Te puede interesar: Pandemia y etiquetado no hicieron ni cosquillas a las botanas en México
López-Gatell se sube al ring contra las grasas trans
La propuesta, que va respaldada por toda la bancada de Morena en el Senado, plantea limitar el contenido de AGT-PI a no más de 2 gramos por cada 100 gramos de grasas totales (es decir, 2%) en todos los alimentos y prohibir en definitiva los aceites parcialmente hidrogenados.
La senadora Margarita Valdez afirma que en la actualidad el contenido de grasas trans de producción industrial no está regulado, por lo que pueden utilizarse indiscriminadamente.
Lo más cercano que tenemos a ello, confirma Itzel García, es la reciente modificación a la NOM-051 de etiquetado, que obliga a colocar un octágono negro a aquellos productos que contienen igual o más de 1% del total de energía proveniente de grasas trans.
Durante el foro virtual “Salud, sociedad y el Senado para la regulación de las grasas trans”, que organizó hace unos días la senadora Valdez junto con organizaciones como Salud Justa Mx, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, defendió la propuesta y advirtió que el proyecto legislativo encontrará la interferencia de intereses económicos, por lo que hizo un llamado a no dar un paso atrás.
“Va a ser una lucha contra el cabildeo que realizarán las empresas, pero estamos listos”, advierte la senadora morenista, quien asegura contar con el apoyo de legisladores de otros partidos políticos, por lo que ve altas probabilidades de que la iniciativa avance.
Por lo pronto ya se presentó en el pleno hoy y fue turnada a las comisiones de Salud y de Estudios Legislativos Segunda, para seguir su discusión. A partir de ahí, el proceso legislativo es largo, pero “para enero o febrero del próximo año esto podría ser una realidad”, estima Margarita Valdez.
Te puede interesar: ¿Qué acordaron Concamin y autoridades sobre revisiones a etiquetado de alimentos y bebidas?
Eliminación de grasas trans representa enorme inversión: especialistas
Sustituir las grasas trans en los alimentos procesados no será tarea sencilla. “Hablamos de realizar cambios a las variables de los tratamientos térmicos que se aplican a los alimentos, lo que representa una inversión enorme en equipo y en asesoría especializada”, considera Itzel García, directora de Glin y Asesores Consulting.
Los costos y las estrategias a seguir para cumplir con la ley variarán de acuerdo con las necesidades de cada producto y empresa. Itzel García ofrece un acercamiento a las opciones que tendrán las empresas para eliminar las AGT-PI y APH en sus productos: mantener un control más estricto sobre los tiempos y temperaturas a las que se producen los alimentos y realizar con mayor frecuencia el cambio de los aceites que se utilizan para frituras serían soluciones básicas, y quizá insuficientes.
Luego vienen otras opciones como utilizar aceites con mayor contenido de ácidos grasos monoinsaturados que disminuyen la generación de grasas trans, pero que son más caros debido a que su procesamiento es más puro. “Estos cambios de materia prima podrían llegar a requerir cambios considerables en las líneas de producción”, agrega.
La nutrióloga Daniela Flores considera que las grandes empresas sí deberían estar listas para implementar cambios de este tipo gracias al apoyo de sus departamentos de investigación y desarrollo. Lo que no sucede con las pymes del sector que tendrán que contratar a especialistas para adaptarse a la nueva obligación. “Y una vez que lo logren, van a tener que cambiar de nuevo su etiquetado debido a esta nueva reformulación. Muchas veces no se piensa en estas implicaciones”, reflexiona Flores.
Al cuestionar a la senadora sobre qué tanto se tomó en cuenta el factor económico que este cambio traerá a las micro, pequeñas y medianas empresas, la legisladora expone que una vez que la iniciativa pase por la Comisión de Economía se buscarán mitigar el impacto a las pymes con subsidios u otros mecanismos de apoyo.
“La industria debe estar lista y no debe salir perjudicada. Hay maneras de vender productos industrializados pero menos dañinos”, remata Margarita Valdez.
Por lo pronto, ya se avecina este otro enorme desafío para la industria de alimentos.
