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¿Qué tan buen negocio son el huevo de libre pastoreo y el huevo orgánico?

Ambos mercados aún son de nicho en el país pero marcarán el rumbo de la industria avícola en los años venideros. Hilly’s Farm y Murlota son empresas que apuestan por un consumidor que paga el valor de este alimento.

El sol del atardecer aún ilumina el cielo azul, las nubes y parte del pasto de esta granja en la que revolotean cientos de gallinas. Corren, picotean, amagan con levantar el vuelo y vuelven a picotear. Parte de la parvada se da baños de arena en áreas especiales para ello. Otras tantas, comparten enormes trozos de sandía. Algunas gallinas se aferran en grupos a los últimos rayos de sol mientras que muchas más ya han ganado un sitio en su casa rodante de madera para resguardarse del fuerte viento que se siente en campo abierto.

A las gallinas les gusta estar juntas, no saben que desperdician los 10m2 de campo que ha sido destinado para cada una de ellas. 10 m2 : un espacio tan grande como el de algunas recámaras en casas de interés social. No es el sueño de toda gallina, es una granja productora de huevo de libre pastoreo.

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Hilly’s Farm: “El huevo de libre pastoreo es algo que va a crecer”

Cuando se tienen ganas de emprender se buscan opciones en donde sea, incluso en Australia. Hilda Echeverría no tuvo que viajar a ese país, pero la inquietud por hacer algo distinto en el rancho que tiene junto a su marido en Tampico, Tamaulipas, la llevó a encontrar por internet los huevos de libre pastoreo en otros continentes. Era 2015 y en ese entonces hablar del bienestar de las gallinas que nos dan los huevos para el desayuno era algo que aún no le pasaba por la mente a los consumidores.

“Vi que en Australia se preocupaban por esto y que estaban por prohibir la producción de huevo de jaula. Seguí buscando y encontré que en Europa iban por el mismo camino. Cuando vi que México es el consumidor número uno de huevo, dije: ‘¡Ya está!’”, recuerda Hilda.

En efecto, México es el primer lugar en consumo de huevo fresco en el mundo con 23 kg per cápita. Con nada más que sus datos bajo el brazo, Hilda presentó la incipiente idea a su esposo. La intención era comenzar con pocas gallinas y aprovechar el campo que estaba sin sembrar. La familia estaba bastante ocupada ya con la producción de maíz, tomate, chile y sorgo. “Vamos a aventarnos, a ver cómo le hacemos”, le dijo Hilda a su esposo, quien creyó sobre todo en su entusiasmo y decidieron apostar con la compra de 600 gallinas.

Hilly’s Farm cría a sus gallinas en completa libertad, sus ciclos de sueño son respetados, se evita el uso de hormonas y antibióticos, pero lo más importante es que les brindan un trato humano hasta que mueren.

Con esas credenciales, Hilda se plantó por segunda vez frente a alguien para mostrar su proyecto. En esta ocasión fue con representantes de los supermercados HEB. “Les encantó lo que hacíamos, les pareció innovador y nos abrieron las puertas”, recuerda.

Con el tiempo, los pedidos de HEB escalaron, al igual que las dimensiones y los logros de Hilly’s Farm. En 2017, tuvieron que comprar 1,500 gallinas más para satisfacer la demanda de su huevo. Poco a poco, el rancho cedió hectáreas a las gallinas. Hoy la empresa cuenta con 7 mil gallinas que producen 5 mil huevos diarios.

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¿Qué tan buen negocio son el huevo libre de jaula y el huevo orgánico?

Hilda nos confiesa que no ha sido sencillo. Que la avicultura, como todas las actividades del campo, es una apuesta que cada ciclo de producción te pone en tu lugar. “Si este año no se pudo, hay que trabajar para que el próximo sí”, dice con tesón.

En 2019, Hilly’s Farm dio uno de sus pasos más importantes, uno que les ayudó a despuntar. Ese año se convirtieron en la primera granja en América Latina en obtener el certificado de Bienestar Animal por parte de Certified Humane en la modalidad “Pasture Raised” o libre pastoreo. Esta certificación estadounidense avala, entre otras cosas, que cada una de sus gallinas cuenta con 10 m2 de espacio, es decir, en una hectárea de campo conviven un máximo de mil aves.

“Era muy importante dar esa certidumbre a nuestros clientes porque en el mercado hay mucho huevo de libre pastoreo, pero sólo de dicho”, comenta Echeverría.

Con cada vez más competencia en un mercado poco o nada regulado y en busca de un consumidor que no acaba de comprender las cualidades del huevo libre de jaula, cualquiera pensaría que no es redituable invertir tantos recursos en la loable tarea del bienestar de las gallinas.

Hilda Echeverría tiene otra visión: “Sí es rentable y sí le veo futuro con las nuevas generaciones que entienden mejor la importancia de dejar el huevo industrializado y regresar a las bases”.

La directora general de Hilly’s Farm, que hoy da trabajo a 16 personas (la mayoría mujeres), explica que el huevo de libre pastoreo puede ser negocio porque se vende al doble de precio que el huevo común y porque hay consumidores dispuestos a pagar por él gracias a su calidad, a que está libre de hormonas y por todo lo que implica el no tener enjauladas a las gallinas.

“La avicultura no es fácil. No es un negocio que puedas ver a tres o cuatro años. Quien quiera entrarle a esto debe tener una visión a cinco años o más”, advierte.

A Hilda la mirada se le ilumina cuando responde qué siente cuando ve a sus gallinas revoloteando en el campo. “Me encanta el negocio en el que estoy. Pienso en las gallinas con las que empezamos y las que tenemos ahora y digo: ‘Vamos por más’. Las cosas, si las haces bien, van resultando poco a poco. Esto es algo que va a crecer”.

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Murlota: “Quien diga que te harás millonario con el huevo orgánico, miente”

Itzel Suárez estudió la licenciatura en producción animal en la UAM Iztapalapa. “Desde muy niña amé a los animalitos, pero estudiar veterinaria no era opción porque no podía pensar en la sangre”, confiesa.

En 2005, al terminar la carrera, sin mucho panorama laboral por delante, su director de tesis le habló de los microcréditos que el entonces Distrito Federal otorgaba a mujeres emprendedoras. Suárez no dudó, quería hacer algo pero no sabía qué. “Me dieron 3 mil pesos. ¿Qué haces con ese dinero en el sector agropecuario?”, reflexiona aún hoy Itzel.

Como comprar una vaca o un borrego no era viable, Suárez optó para lo que alcanzaba: gallinas. Mil de ellas en total, recién nacidas. Sus padres le prestaron un terreno en la comunidad rural de Lomas de Tepemecatl, en la alcaldía Tlalpan. “Teníamos una cabañita y ahí me fui a vivir con mis gallinas”, recuerda.

Itzel se acercó a las mujeres del pueblo y les planteó su proyecto: ellas criarían a las gallinas con el apoyo y asesoría de la licenciada en producción animal. Los huevos serían para su autoconsumo y, los que sobraran, para la venta. 15 mujeres creyeron en ella y se dividieron las mil gallinas entre todas.

“Pasaba a recolectar los huevos y los llevaba al tianguis del pueblo. Comencé vendiendo tres cajas de huevo a la semana”. Su acercamiento con las autoridades debido al microcrédito, le valió ser invitada a colaborar como productora en la elaboración de la primera Ley de Productos Orgánicos. El camino estaba marcado. Itzel Suárez pronto fue conocida como una de las pioneras en la producción de huevo orgánico en México.

Qué tan buen negocio son el huevo libre de jaula y huevo orgánico

Las nuevas generaciones: más interesadas en el origen de los alimentos

Poco después, conoció a Bensi Levi, el CEO de The Green Corner, y su emprendimiento cobró aún más sentido: “Me dijo que cuánto huevo le podía vender y le respondí que tres cajas a la semana, pero que si les pedía a mis 15 compañeras que juntarán el más producto que pudieran, quizá podría juntarle 10 o 15 cajas”. Así se hizo empresaria, como dice ella, sin querer.

Tomó varios años diseñar y poner en práctica su modelo económico, pero hoy la Comercializadora Agropecuaria Murlota ha implementado alrededor de 40 mil granjas en 18 estados de la república. Sí, la cifra parece increíble, pero Suárez explica que la gran mayoría son emprendimientos de autoconsumo o de autoempleo y que no son propiedad de Murlota.

Sus clientes les compran paquetes familiares o empresariales, con parvadas que van desde 10 hasta mil gallinas, y Murlota se encarga de instalar las granjas, les brinda capacitación, asistencia técnica y les ayudan a distribuir el huevo orgánico que deseen vender en las tiendas con las que actualmente tienen convenio: La Comer, Sumesa, City Market y Fresko.

“El objetivo número uno de Murlota es alcanzar la soberanía alimentaria y el segundo que nuestras granjas sean rentables”, define Itzel Suárez. Sobre esto último, la directora ejecutiva de Murlota asegura que trabajar la producción de huevo orgánico en México no es un gran negocio porque el sector se encuentra aún “en pañales”.

“Quien te diga que te harás millonario vendiendo huevo orgánico, está mintiendo”, subraya Suárez. Añade que quien esté interesado en incursionar en este mercado, y no es un gigante como Campo Vivo o Aires del Campo, debe entender que no existen las condiciones para instalar granjas grandes.

“No puede existir producción de huevo orgánico a grandes escalas porque simplemente México no produce maíz orgánico suficiente para alimentar a las gallinas”, sostiene Suárez, quien también forma parte del Consejo Nacional de Producción Orgánica.

Todo esto no significa que el comercio del huevo orgánico no tenga futuro. Sus cualidades alimenticias y de producción (entre ellos: más proteínas y vitaminas, menos colesterol y que la alimentación de las gallinas no proviene de cultivos modificados genéticamente, tratados con pesticidas o herbicidas) son cada vez más apreciadas entre los consumidores que están dispuestos a pagar tres veces más de lo que cuesta el huevo de jaula.

Itzel Suárez mira al frente con optimismo: “A las nuevas generaciones les va a interesar más el origen de los alimentos que una marca. Los productos orgánicos que sean transparentes en su producción tienen mucho futuro”.

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