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Cuando los residuos de alimentos se convierten en negocio

Vasos de residuos de café, platos desechables de cáscara de piña y semillas (que germinan a las tres semanas), y bolsas de bagazo de caña, son ejemplo de cómo la economía circular está creando negocio en Colombia.

Con modelos de negocio de economía circular, emprendedores colombianos han encontrado cómo reducir y mitigar los impactos ambientales de la industria de alimentos y bebidas. Su materia prima son residuos de café o semillas, que se podrían considerar como desecho, pero que se transforman en productos biodegradables y compostables como vasos, tazas y platos.

Debido a los cambios normativos en Colombia, a partir de 2024 se prohibirá el uso de 17 categorías de plásticos. Como la lista incluye desechables y bolsas plásticas para guardar alimentos, la industria alimentaria en su conjunto está obligada a buscar alternativas que mitiguen los impactos ambientales.

La buena noticia es que una nueva generación de emprendedores apuesta por el cambio a través de un arduo trabajo de investigación e innovación tecnológica. Vajillas creadas con residuos de café, platos desechables que se convierten en plantas y bolsas de bagazo de caña de azúcar son algunos de los ejemplos palpables que ya existen.

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Cuando los residuos de alimentos se convierten en negocio

Residuos de café, el reemplazo de la cerámica y los plásticos

Ricardo García y Daniela Insignares son, respectivamente, consultor de startups digitales e ingeniera de materiales. Ambos crearon la empresa Coffe Kreis, que crea vajillas con los residuos de café.

“En 2021, cuando empezamos a ver la cantidad de residuos de café que se desperdiciaban en tiendas, restaurantes u hoteles, vimos una oportunidad. Según nuestra investigación, un negocio genera entre 150 kilos y 200 kilos de residuos de café a la semana”, explica Ricardo García, cofounder y CEO de Coffe Kreis.

A partir de su investigación de campo, desarrollaron una tecnología que permite darle una segunda vida a los residuos de café para convertirlos en tazas, platos y vasos.

“Qué más interesante que tomar café en una taza reutilizable hecha con residuos de café y mezclada con otros materiales ambientalmente sostenibles. Nuestros productos son resistentes al lavavajillas, a altas temperaturas, y se conservan en el tiempo, duran alrededor de 10 años. Al final de su vida útil hay dos opciones: se pueden compostar o nos las devuelven para volverlos a procesar y crear de nuevo tazas y platos”, añade García.

Este emprendimiento participó en el evento Ftalks Food Summit Ciudad de México. Ahí fue reconocido por su innovación y modelo de negocio de economía circular al ofrecer soluciones ambientalmente sostenibles en la industria.

“Nuestra intención es aliarnos con cadenas, tiendas, hoteles y restaurantes, a quienes les enseñamos a disponer ese café, les proveemos todos los implementos que necesiten y recogemos los residuos sin costo alguno cada tres días o dependiendo de la cantidad”, agrega García.

Coffe Kreiks no compra café, lo obtiene a cambio de recolectar y prestar un servicio por el que sus clientes pagan. Una vez recogen el café, lo procesan rápidamente para secarlo y quitarle la humedad que produce microorganismos y bacterias. Luego lo mezclan con otros materiales para crear los productos que tienen certificación de sostenibilidad.

“La elaboración de un producto tarda, desde que recogemos el café, alrededor de dos semanas”, explica el emprendedor.

Entre los beneficios adicionales a estas alianzas, Coffe Kreis le entrega a sus aliados certificados de bonos de carbono que les impactan positivamente en sus indicadores de sostenibilidad y reducción de huella de carbono.

Frente a las proyecciones de crecimiento, García manifiesta que depende del incremento de ventas. Por el momento trabajan de la mano con 13 empresas en la ciudad de Barranquilla y recolectan 150 kilos semanales de residuos de café. Asimismo, actualmente venden sus productos por su página web (coffeekreis.com). Agregan que su tecnología de recolección y transformación está patentada y se puede aplicar a distintas industrias como el sector de alimentos, el automotriz, salud, cocina y hogar.

“Este es un mercado con gran proyección, pues se estima que el 99% del desperdicio de café no está siendo utilizado a nivel mundial y en 2021 hubo un consumo de 10 mil millones de kilogramos de café. Es una cantidad inimaginable de residuos que llegan a los vertederos y generan emisiones de gases de efecto invernadero”, expone el CEO de Coffe Kreis.

El siguiente paso de Coffe Kreis para escalar el negocio es replicar su tecnología en otras ciudades de Colombia y países de la región, pues los costos asociados no están en la compra de materia prima sino en la recolección.

“Estamos brindando soluciones a problemas de disposición de residuos y a la utilización de plásticos de un solo uso, lo cual es muy común en la industria del café. Por eso las oportunidades son infinitas”, puntualiza García.

Frente a la competitividad y rentabilidad de sus productos, García dice que los precios son muy similares a los productos tradicionales que se hacen con plástico o cerámica. “Estamos ofreciendo un producto premium y sostenible por un precio similar y, en algunos casos, un precio inferior”, precisa.

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Cuando los residuos de alimentos se convierten en negocio

Lifepack, la empresa que convirtió los desechables en plantas germinables

Hace 12 años, en la mente de los esposos Claudia Barona y Andrés Benavides, germinó una idea para hacerle frente a los más de 1.4 millones de plásticos que anualmente se producen en Colombia. De ellos, 56% corresponden a productos de un solo uso como empaques, botellas, envases y embalajes. La idea fue crear “una vajilla completamente biodegradable de la que puedan nacer plantas”, cuentan ambos.

Fue en 2011, tras dos años de investigación, que fundaron Lifepack, una empresa colombiana que busca sustituir productos desechables de plástico de un solo uso por desechables y envases germinables.

“Utilizamos desechos de alimentos que son ecológicos y biodegradables para crear platos germinables, los cuales están hechos de fibras naturales que son considerados desperdicios al no ser de consumo humano, como la corona de la piña y la cáscara del maíz”, comenta Barona.

La fundadora de Lifepack señala que para obtener el suministro primario, acuden a dos sectores: por un lado los supermercados, que muchas veces cortan la corona de la piña y termina en la basura; y por el otro van con los agricultores del Valle del Cauca que desechan la parte verde de sus productos pues no son de consumo humano.

La magia detrás de estos platos es que también están compuestos de más de 60 tipos de semillas que, una vez utilizado el desechable, se pueden sembrar para que el plato se convierta en una planta de hortalizas, flores o frutas.

“En lugar de desechar el residuo de los alimentos, que muchas veces se considera basura, estamos creando un producto que una vez termine su ciclo de vida se pueda plantar, para que luego de tres semanas de riego y cuidado germine una planta de fresa, pimentón, chía, tomate, perejil, cilantro y muchas otras entre las que pueden escoger quienes compran nuestros productos”, agrega Claudia.

Los emprendedores especifican que tienen una década buscando revolucionar el consumo de desechables. Los platos son su producto estrella y se consiguen a precios competitivos en el mercado. La docena se vende a  4 mil 900 pesos colombianos. También fabrican cajas, pitillos, papel, servilletas, vasos, bolsas craft y cubiertos de pino renovable.

Los productos se pueden encontrar en almacenes de supermercados Éxito, o a través de pedidos en su página web. Lifepack fue seleccionado en Destapando Futuro, premios que reconocen negocios innovadores y New Ventures Colombia de la Universidad de los Andes.

Fueron finalistas en la categoría de Innovación Ambiental de los premios Viva Schmidheiny en 2017, y fueron reconocidos por la ONU por su compromiso con la igualdad de género al incluir a mujeres reclusas de la cárcel de Jamundí en su proceso de producción. El más reciente galardón lo recibió Claudia Barona en 2021, al ser escogida como una de las tres ganadoras del Premio Mujeres que Impactan de Endeavor Colombia.

La nueva apuesta de Lifepack es dedicarse a la transferencia tecnológica, pues dicen que desde varias partes del mundo les están pidiendo su producto, pero no tienen la capacidad de producción para abastecer a los países que requieren sus platos germinables.

“Queremos que esto se replique en todo el mundo”, concluye Barona.

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Cuando los residuos de alimentos se convierten en negocio

Una apuesta por la economía circular en grandes superficies

Los comercios de grandes superficies también apuestan a mejorar costos y eficiencias con la reutilización de desechos orgánicos, alimentos o residuos del agro. Uno de los ejemplos que más ha avanzado en la materia en Colombia es Makro, la multinacional que desde 2021 comenzó el proceso de eliminar el uso de bolsas plásticas en toda su operación.

Nicolás Tobón, CEO de Makro Colombia, explica que desde hace dos años empezaron a desincentivar el uso de bolsas plásticas en puntos de pago físicos y para entrega de compras virtuales. El motivo detrás de esto es que desde 2024 su uso será prohibido por ley.

Sin embargo, aún faltaba avanzar en encontrar el reemplazo de las bolsas plásticas que se utilizaban en la zona de frutas, verduras y carnes.

“Desde julio de este año iniciaremos con la implementación de un piloto con bolsas orgánicas y compostables que producimos a partir del bagazo o residuo de la caña de azúcar”, sostiene Tobón. Con ellas, los usuarios podrán guardar los vegetales, frutas y carnes que compren en sus tiendas.

Estas bolsas no tendrán un costo adicional para los clientes. Surgen de una tecnología que busca aprovechar los residuos agroindustriales, que muchas veces terminan acumulados en depósitos y emanando grandes cantidades de metano.

Según explica Makro, este producto de origen vegetal tiene las mismas características de resistencia y flexibilidad que las bolsas tradicionales. Al final de su vida útil reducen el impacto ambiental y son una opción viable para reemplazar los plásticos de un solo uso que serán prohibidos en menos de seis meses.

Esta iniciativa de buenas prácticas ambientales se suma a otra estrategia de Makro para reducir el uso de plásticos, como la reutilización de cajas de cartón. En dos años esto significó una reducción del 98,9% del uso de bolsas plásticas que tenían hace 5 años, lo que equivale a una reducción de 19,9 toneladas de plástico de un solo uso.

“Ese es el mismo peso que se requiere para producir cerca de 760 mil botellas plásticas de un litro”, puntualiza Tobón. Y todo es economía circular: las bolsas de caña son viables financieramente por su bajo costo de producción.

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