Aunque suene a discurso trillado aplicable a la mayoría de las problemáticas globales, la pesca es un recurso finito que, si no se protege, amenaza la seguridad alimentaria y la biodiversidad. La vida marina debería reproducirse en suficiencia en aguas nacionales con el apoyo de políticas públicas y el compromiso de toda la cadena de valor. Sólo así permanecerán los peces. El tema está más que vigente: hoy, miércoles 28 de octubre, se inauguró en Perú la segunda edición del Summit Latinoamericano por la Sustentabilidad Pesquera y Acuícola.
El informe presentado este año por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “Estado Mundial de la Pesca y Acuicultura”, revela que el consumo mundial de pescado llegó a 20.5 kilogramos por persona al año. Es una cifra récord, que se espera se incremente en la década entrante. Para 2030, la demanda aumentará alrededor de 15%. Por ello es necesario que no se sobreexploten especies y que la pesca transite a un ejercicio responsable que asegure el recurso para las generaciones futuras. Esa es la clave de la sostenibilidad.
En el Día Mundial de los Océanos (celebrado el pasado 8 de junio), Qu Dongyu, director general de la FAO, recomendó aplicar medidas eficaces de pesca. Entre ellas se contempla el respeto a especies en veda y en peligro de extinción, además de no pescar ejemplares de talla baja o en periodo reproductivo. Tampoco incurrir en pesca no declarada y no reglamentada.
“En México estamos en pañales. Se puede avanzar rápidamente pero yo ya perdí la esperanza en el gobierno”, lamenta Luis Bourillón, representante en México, Centro América y Caribe de Marine Stewardship Council (MSC), organización mundial dedicada a la protección de los océanos. “La solución debe venir de la industria, de los productores, de toda la cadena de valor que llega hasta los consumidores.”
El portal Animal Político, publicó que el presupuesto proyectado para la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para 2021, prevé serios recortes para todos sus organismos. Además destaca, “la inacción ante la desaparición de especies y la pesca ilegal”. Alejandro Castillo, director asociado de Conservación Marina y Pesca Sostenible de Pronatura Noroeste (organización conservacionista dedicada a la sostenibilidad en la región), calificó ese presupuesto como “decepcionante”.
Así se puede consolidar la sostenibilidad pesquera
Pero no todo está perdido, Luis Bourillón, también consultor en pesca y acuacultura sustentable, agrega que hay “muy buenos proyectos e iniciativas” que promueven la pesca sostenible no sólo como una herramienta eficaz para asegurar la no sobreexplotación de las especies. Además, son un camino para garantizar alimento, empleos y bienestar de comunidades humanas y marinas.
Entre esas iniciativas que promueven las buenas prácticas destacan dos. Por un lado están los proyectos de mejora pesquera conocidos como FIP (siglas en inglés de Fisheries Improvement Projects), y por el otro, los esfuerzos que encabeza el MSC. Se trata de una certificación internacional que se enfoca en tres principios: stocks sostenibles que aseguren especies productivas y sanas, minimizar impactos ambientales y el manejo efectivo dentro del marco regulatorio. Es una evaluación bajo criterios técnicos, científicos y tecnológicos y una de las más complicadas de obtener. “Es como estar en las grandes ligas”, menciona Bourillón.
En México en 2016 había sólo tres pesquerías con esa certificación y en 2020 hay cinco. Son muy pocas: México es un país que apenas figura en ese terreno. “En Dinamarca, por ejemplo, entre 80 y 90% de sus pesquerías están certificadas y en EUA tienen alrededor de 60%”, agrega el especialista. Por cierto, marcas de atún y sardina como Tuni, Ponto, Atún Dolores y Guaymex forman parte de ese preciado círculo que opera bajo la certificación de la MSC.
Bourillón reafirma la importancia de que existan programas de gobierno sólidos que apuntalen estos esfuerzos y promuevan una cultura de pesca responsable y ordenada. “Desafortunadamente, en el país en los últimos tres años, la tendencia es inversa: vamos a más ilegalidad y más pesca furtiva. Este es un factor que no ha permitido un avance más rápido”.
Dado que son muy pocas las pesquerías que pueden cumplir con los estándares de la MSC, hay opciones de reconocimiento como los proyectos de mejora pesquera, los FIP. Estos son impulsados por organizaciones ambientalistas como Pronatura Noroeste, al respecto, Pablo Álvarez, coordinador de proyectos de Mejora Pesquera de esa institución, señala que es más fácil involucrar a los pequeños productores a ese esquema que buscan el reconocimiento de buenas prácticas pesqueras que se reflejan en certificaciones y eco-etiquetas.
“Es un avance, se consigue poco a poco y si logran consolidarse como FIP, siempre van a ir a más. Bajo este esquema, las pesquerías pueden acceder a nuevos mercados, mejores precios y nuevas tecnologías, con el simple hecho de estar en lista se abre un panorama distinto”, expone Pablo.
Este panorama abona no sólo a cuidar el medio ambiente, también busca la mejora económica de las comunidades y posicionan a las pesquerías con compradores que valoran la sostenibilidad y privilegian la calidad sobre el volumen. De acuerdo con el documento, “Sostenibilidad Pesquera en México: Diagnóstico y Oportunidades para su Mejoría”, realizado por Pronatura Noroeste, el año pasado había 29 FIP registrados en el país.
“Los principales compradores de los FIP son empresas trasnacionales que ya adoptaron objetivos globales de desarrollo y los plasman en sus proyecciones, se preocupan porque el producto sea de fuentes sostenibles, son mercados preferenciales como restaurantes exclusivos que venden la historia detrás del producto y promueven un pago igualitario”, refiere Pablo.
El valor agregado de la sostenibilidad
La sostenibilidad como valor agregado es una tendencia mundial al alza. Conocer de dónde vienen los productos que se sirven en las mesas, cuándo y dónde fueron pescados o en qué granjas fueron producidos, son características que los compradores actuales sí desean conocer, y que al final suman en confianza al alimento adquirido, en este caso, pescados y mariscos.
Ambos especialistas coinciden en que se debe consolidar un círculo virtuoso que involucre a todos los actores de la cadena, los pescadores deben hacer su trabajo responsablemente y proteger a las especies, distribuidores, restauranteros y compradores deben evitar adquirir producto en veda y los consumidores deberían exigir saber de dónde vienen sus alimentos, por cierto, la trazabilidad de productos como café, chocolate o jamones ibéricos es ya una realidad en los supermercados del mundo, pero la de pescados y mariscos está muy rezagada.
Bourillón asegura que al consumidor mexicano le interesa el precio, la calidad y la sanidad, pero están en el camino de interesarse por la sostenibilidad. Para que se consolide como un valor agregado hace falta que los productores la promuevan, con ello incluso pueden mejorar sus ventas.
“Hacen falta empresas innovadoras que digan yo voy a dar el paso y voy a poner mi producto etiquetado en anaquel o en los congeladores. Es importante saber si estás comiéndote un pescado de México o uno importado, lo que tiene implicaciones en calidad y huella de carbón. Las compañías asumen que al consumidor no le interesa y el consumidor no tiene esa información y no presiona, justo ahora estamos atorados en ese peligroso limbo”.
Respecto de la calidad, el investigador ejemplifica con el caso de la tilapia mexicana, la nacional cumple con altos estándares de calidad y el mexicano la prefiere a la que proviene de China, pero a veces no sabe ni lo que se come, “la de allá tiene muchos conservadores y una serie de sustancias que no son buenas para la salud, de ahí el valor de la información”, remata Bourillón.
Si bien el consumo de pescados en el país, de acuerdo con la Balanza Agroalimentaria 2020 que circuló la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en agosto pasado, es menor al de la media global (en México es de 16.28 kilogramos por persona por año, está debajo de la recomendación de la FAO, que es de 20 kg), el camino para consolidar la sostenibilidad de los mares nacionales aún está cuesta arriba, la buena noticia es que todos podemos contribuir.