El mercado de los lácteos mexicano está valuado en 570 mil millones de pesos. Genera 600 mil empleos directos y un millón de indirectos. Se trata, sin duda, del motor de muchas economías locales.
“Estamos hablando de la tercera actividad más importante del sector pecuario mexicano, sólo detrás de la carne de res y de la carne de ave”, así pone en contexto la importancia de su gremio, el presidente de la Cámara Nacional de Industriales de la Leche (Canilec), Ricardo Villavicencio.
Pese a esa aparente pujanza los mexicanos consumimos menos lácteos que los recomendados por organismos internacionales como la OMS y la FAO, asegura Villavicencio. El consumo per cápita del mexicano es de 130 litros anuales de leche, lejos de los 180 litros que recomienda la FAO.
Por otro lado, está la carga regulatoria que debe cumplir esta industria. En la actualidad, todos los productos derivados de la leche (a excepción de la mantequilla) cuentan con una Norma Oficial Mexicana que establece los requisitos para que un alimento pueda ostentar esos nombres.
Yogur, leche y quesos son las categorías de productos en donde se avecinan nuevos cambios normativos. Pero Villavicencio disiente de esas posibles medidas: “Antes de pensar en actualizarlas, habría primero que pensar en cómo mejorar sus niveles de observancia”.
Que los mexicanos consumamos más y mejores lácteos es un gran desafío. Así ve el panorama el líder de la Canilec.
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Uno de los principales retos del sector es incrementar nuestro consumo per cápita de leche ¿Cuál es el plan de trabajo para lograrlo?
Entre los puntos principales está la difusión, la publicidad, el estar posicionando el tema constantemente para que la gente asimile que los componentes nutritivos de la leche la hacen un alimento de lo más completo y necesario para una buena salud. Entonces, ese es uno de los principales factores que nos permitirán incidir en la gente. Los niños, las mujeres embarazadas, los adultos mayores y todos en general requieren beber leche. Hay estudios que han comprobado que la leche es benéfica para prevenir diferentes tipos de enfermedades metabólicas.
¿Qué tanto les ha afectado la difusión de información en contra del consumo de leche?
Definitivamente hemos tenido detractores, muy respetables todos. Estamos en un país libre, en el que cada quien puede expresar lo que quiera. No específicamente una campaña, pero sí hemos tenido detractores del consumo de lácteos. Esto no ha incidido mucho. Si acaso, un 2%. Sobre todo porque el ama de casa, que es la que mejor sabe qué comprar para el bienestar de su familia, está informada de que la leche es un producto muy necesario para un buen crecimiento y un buen desarrollo del ser humano.
De acuerdo con estadísticas de la propia Canilec, la producción de leche fluida (pasteurizada y ultrapasteurizada) y de yogur muestran una tendencia a la baja en los últimos 10 años. ¿Cuáles son los factores que afectan la demanda de esta bebida?
Bueno, podemos hablar de que cuando hay un poder adquisitivo cuando menos adecuado, de inmediato se refleja en que hay más consumo de alimentos y, entre ellos, la leche. Hay factores internos y externos que han influido en esto. Un factor externo son los aumentos en los insumos de alimentos para el ganado. Otro, interno, es que esos aumentos han repercutido en el aumento de precio de estos lácteos para el consumidor final. Algo que sí ha pegado bastante es el poder adquisitivo. Desgraciadamente, muchas familias en México, millones de mexicanos no pueden darse el lujo de decir: “Voy a comprar esto y voy a comprar aquello”. Tienen que comparar y decidir: “¿Compro esto o compro lo otro?”. Ese es un factor importante que ha influido en el consumo de lácteos.
¿Los hogares deciden entre comprar huevo, leche o yogur?
Desgraciadamente así es. También algo que ha influido mucho en la baja del consumo de la leche es que estuvimos dentro de una pandemia, guardados casi dos años. Los niños, quienes suelen desayunar un vaso de leche antes de ir a la escuela, dejaron de asistir a ella. Todo esto sumó para que llegáramos a esta situación.
¿Cuál es el momento actual de los lácteos mexicanos? ¿Cómo han asimilado estos retos?
Ahorita estamos pasando por un proceso de reacomodo. La actividad láctea es muy resiliente. Aún con todo esto, la producción en general no ha dejado de aumentar. Teníamos un crecimiento anual de 2.7% desde hace unos 12 años. El año pasado crecimos 1.9%. Este año, llegaremos a 1.8%. Es poquito, pero el crecimiento se mantiene. El problema principal es el poder adquisitivo de la gente. Todos hemos visto cómo se ha mermado nuestro poder adquisitivo.
La producción de derivados con alto contenido de grasa láctea como mantequilla, crema y queso sí ha crecido. ¿Ves una reconfiguración en el mercado?
Sí hay un consumo mayor de mantequilla y de quesos. Estos últimos se han convertido en los preferidos últimamente del consumidor. Pero, si vemos las gráficas, la leche bebible, en este caso la leche pasteurizada o ultrapasteurizada, ha comenzado a recuperarse en los últimos dos años para llegar a los niveles de producción que tenía antes. A eso me refiero cuando la actividad láctea es resiliente.
Todos los derivados de la leche a excepción de la mantequilla están sujetos a una NOM. Están pendientes los cambios en las NOM de la leche, yogurt y queso. ¿Consideras que son un sector sobreregulado?
Considero que somos un sector que tiene un sistema de normatividad muy robusto. Muy robusto. Es más, es el sector más regulado del sector alimenticio. Por sus características, por lo que tú gustes y mandes, pero es uno de los sectores más regulados. Estamos siempre colaborando y cooperando, es decir, siempre respetando las normas y siempre estaremos dispuestos a colaborar para ofrecer los mejores productos al consumidor. Pero sí, el sistema normativo está muy fuerte.
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La elaboración de la leche y sus derivados representa el tercer lugar en el Producto Interno Bruto de la industria alimentaria nacional. ¿Consideras que, a la hora de elaborar o modificar normas o políticas públicas relacionadas con tu sector, se toma en cuenta su importancia?
La autoridad tiene un programa de trabajo que se basa en el Programa de Infraestructura de la Calidad para qué es lo que quieren o no normar. A final de cuentas lo que se busca es que el consumidor reciba productos de alta calidad, inocuos y que sean de una preferencia tal que se puedan demandar constantemente. Y que con eso podamos también coadyuvar a aumentar el consumo de lácteos en nuestro país.
Están pendientes modificaciones en las NOM de la leche, yogurt y queso. ¿Qué opina de estos posibles cambios que, como ya han anticipado, afectarían en sus costos de producción?
Eso lo tendríamos que analizar en su momento, cuando llegue. Podríamos estar hablando de muchas cosas de algo que no ha ocurrido. Nosotros estamos confiados en que la autoridad, en su momento, usará su buen criterio para sentarnos a la mesa a negociar qué es lo que realmente puede funcionar y lo que no.
¿En qué porcentaje les han afectado las nuevas formas de consumo como las bebidas vegetales?, ¿qué porcentaje del mercado les han quitado?
Vemos esta tendencia creciente hacia el consumo de bebidas vegetales, mal llamadas “leches vegetales” pero, en la realidad, esas bebidas no representan más del 2% del consumo de leche de vaca. Es decir, no tienen un impacto significativo en nuestro sector. Esto es así porque cuando los consumidores se informan a fondo de los contenidos nutricionales de una y otra, se dan cuenta de que la leche de vaca está muy por arriba de estas bebidas, a un precio mucho menor. Los consumidores piensan dos veces si migran a las bebidas vegetales. Lo que nos preocupa, y que estamos tratando de cuidar, es que todo este tipo de bebidas no intente confundir a los consumidores haciéndoles creer que pueden sustituir a la leche de vaca, aprovechando la buena reputación de la leche.
¿Qué impacto tienen las importaciones de lácteos de Estados Unidos en el mercado interno?
El impacto es porque somos deficitarios… Tradicionalmente se ha observado un déficit del 30% anual en los productos lácteos. Importamos productos como materia prima. Eso que quede muy claro, como materia prima. No tiene un valor agregado, el valor agregado se le da aquí en México. La relación con Estados Unidos es lógica, es nuestro socio comercial más importante. Nos ampara un tratado que permite hacer importaciones sin aranceles. Funcionamos con respecto a las reglas del mercado. Estamos en un mundo globalizado. Lo que sucede en Nueva Zelanda repercute aquí en México. Lo que sucede en China repercute en todo el mundo. En los productos de la leche, la misma ley de la oferta y la demanda es la que regula el mercado.
México tuvo el año pasado una oportunidad de mercado con la escasez de fórmulas lácteas infantiles en Estados Unidos, ¿afianzamos nuestra posición respecto a este lácteo, que es de por sí el que más exportamos?
México ha venido ganando gradualmente competitividad y actualmente exporta anualmente 850 millones de dólares, de los cuales 560 millones de dólares son de fórmulas infantiles, en los que ya somos una potencia mundial. Sí, el segmento se vio beneficiado el año pasado con mayores ventas al exterior por esos problemas de suministro en los Estados Unidos. También han venido aumentando las exportaciones de otros derivados, principalmente quesos frescos a Centroamérica y al mercado hispano de los Estados Unidos, aprovechando en el país del norte el mercado de la nostalgia.
¿Cómo ves el futuro de la industria láctea mexicana?
Yo soy optimista. Creo que es un futuro que va a permitirnos llegar a dar buenas cuentas. La actividad lechera es una actividad muy noble. Para los productores primarios no hay días festivos. La industria trabaja 24/7 todos los días del año. No hay descanso en el sector lácteo. Todo con la intención de ofrecer al consumidor productos de muy alta calidad.