La industria vitivinícola emplea a 500 mil jornaleros. Esto la convierte en la segunda fuente de empleo en el sector agrícola, después de la hortofruticultura. Nuestro país cuenta con 14 estados productores de vino: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, Puebla, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas. En conjunto, se alcanza una producción de 2.5 millones de cajas de vino, cifra que va en ascenso a pesar de todos los pesares.
La mujer que manda en los vinos mexicanos a través del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), Paz Austin, conoce a fondo el potencial de su gremio y no titubea al mencionar que están de vuelta luego de la sacudida que les dio la emergencia sanitaria y que 2022 será, sin lugar a dudas, el año del vino mexicano.
¿Cuál es el corte de caja para el vino mexicano tras casi dos años de pandemia? ¿Qué tan duro ha sido?
Fue un golpe duro sobre todo el primer año, cuando viene el cierre total de actividades y nos golpea mucho en la parte enoturística. La Semana Santa de 2020 se perdió por completo la inversión que habían hecho las bodegas. En el verano de ese año se perdieron, en el tema de las vendimias, 900 millones de pesos. Las bodegas tuvieron que cerrar, no definitivamente, pero se canceló toda la actividad turística y las salas de degustación. Muchas bodegas dependían del enoturismo.
¿Qué tan graves fueron los efectos de la pandemia en las rutas enoturísticas?
Fue durísimo. Fue un tema triste, preocupante. Las bodegas mexicanas dieron una gran lección de resiliencia y también aprovecharon todo ese tiempo de cierre para capacitación, para reestructurarse. Ahora que se empezó a vivir el tema de las reaperturas, los visitantes lo han comprobado porque hoy las experiencias son más ricas y profesionales.
¿Cómo va la recuperación?
Va muy bien, rápida, hemos crecido bastante. Además de las principales rutas que tenemos, la semana pasada estuvimos en Chihuahua y se habló del proyecto de la ruta enoturística para ese estado. También ayer tuve una reunión con productores de Jalisco que ya están desarrollando su proyecto enoturístico. Viene algo bueno en todos los sentidos.
¿Cuándo podrían estar a niveles previos a la pandemia?
¡Ya! Estamos en los niveles previos a la pandemia. Nos benefició mucho que las actividades se realizaran en espacios muy abiertos, en el campo. Claro, también adoptamos todas las medidas importantes y los protocolos de seguridad. Visitar un viñedo, por ejemplo, se hace previa reservación con todos los controles sanitarios. También nos favorecieron las tendencias de consumo que se reforzaron a raíz de la pandemia, como el apoyo a los productos locales, el nacionalismo en el consumo y nos favoreció mucho el comercio digital.
¿Cómo fue la experiencia de adaptarse a los canales de venta online?
Las bodegas tuvieron que evolucionar muy rápido. Algunas abrieron sus propios canales de venta, otras buscaron soluciones como unirse a Amazon. Hubo una evolución del mercado. En el Consejo logramos dar capacitaciones de manera muy rápida vía Zoom en todo el tema de comercio digital. Hicimos proyectos para que pudieran tener sus propios portales en línea de manera rápida y efectiva. También hicimos negociaciones con algunas plataformas. Yo creo que nos fue bien, hubo una reacción muy rápida.
En ese sentido, ¿cuáles fueron los principales aprendizajes?
El no quedarse atrás otra vez, siempre ir con los avances tecnológicos y entender que el tema de tecnología es muy importante para el mundo vitivinícola. No solamente la tecnología en el mundo digital sino en toda la parte de digitalización del campo, es algo que estamos viendo concretarse de manera muy rápida en México. Se aprendió la lección y todo en lo que estaba atrasada la industria, se aceleró.
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¿Qué opinas sobre el infructuoso cambio de modelo fiscal del IEPS para bebidas alcohólicas en 2022?
Ese dedo no se quita del renglón. Somos una industria que sabe que se requiere modernizar el esquema de recaudación fiscal para bebidas alcohólicas para llegar a algo que sea benéfico tanto para México, en temas de recaudación, como un impulsor de nuestra industria. Estamos convencidos de que la propuesta —pasar del esquema ad valorem al esquema ad quantum— es una buena opción y estamos preparando estrategias para lograrlo el próximo año.
¿La carga de impuestos es un lastre importante para todos sus planes?
Es una carga porque nos cuesta mucho trabajo crecer. En México, actualmente, tres de cada 10 botellas de vino son mexicanas contra siete que son de importación. El vino de importación tiene muchos apoyos fiscales, entonces a veces es más barato comprar vinos importados en México que en sus países de origen. Si queremos ser competitivos necesitamos un esquema mucho más amigable, mucho más moderno, que nos permita competir en nuestro propio territorio nacional.
El 70% de la producción de vino se concentra en Baja California. ¿Qué hace falta para que despunten otras regiones vitivinícolas del país?
Inversión en el campo. Tiene que ver con la atracción de inversión privada, y lo que viene en 2022 nos va a servir para demostrar que el vino mexicano es una tendencia que está creciendo, pero también con apoyos gubernamentales. Han sido muchos años de cabildeo político y yo creo que los estados productores ya nos tienen en su agenda. Vemos con mucho gusto que ya somos parte de las políticas de los gobiernos de los estados donde hay producción de uva. Hay una conversación abierta con todos ellos, pero también hay una buena atención por parte de la Secretaría de Agricultura, una relación que mejoró con el tema de la pandemia. Somos una buena noticia para México, somos un gran empleador en el campo y eso se reconoce y se premia. Yo creo que las sinergias se están dando para beneficio de nuestra producción.
¿Cuáles son las próximas metas en cuanto a los niveles de producción?
No tengo a la mano los datos, pero puedo decirte que vamos a duplicar el número de hectáreas de uvas para incrementar la producción.
Entre mejorar la producción de uva de mesa e incrementar las hectáreas de siembra en el país, ¿qué va primero? La producción de uvas de calidad ya la tenemos. Yo no me preocuparía por la calidad del vino, es parte en la enología mexicana está resuelta y trabajando día con día. Donde nos queremos preocupar es en aumentar las hectáreas. En 2022 vamos a ver esto concretarse y será un aceleramiento profundo.
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Nos hemos acostumbrado a ver a lo largo del año noticias sobre premios internacionales a vinos mexicanos. Esto nos hace pensar que hay oportunidad para competir. ¿Es así?
Los premios son algo muy importante porque son puertas al mundo. Hace sólo unos días, se llevó a cabo el México Selection, en Guanajuato. Ahí, jueces internacionales eligieron lo mejor de lo mejor de los vinos mexicanos para que vayan a competir al Concurso Mundial de Bruselas, en el que ya tenemos presencia importante desde hace unos cuatro años. Si a esto le sumas el Mundial de donde este año obtuvimos el premio al mejor Cabernet Sauvignon del mundo, la verdad es que estamos viviendo años dorados para el vino mexicano. Imagínate, Casa Madero está celebrando ahora mismo mil medallas y el año que viene va a cumplir 475 años… Te paso este dato: México ha obtenido más de 600 medallas anuales en los últimos dos años. Entonces, claro que competimos y podemos presumir nuestros vinos en el marco internacional.
Si bien ha crecido, ¿cuáles son los planes del CMV para incentivar el consumo per cápita de vino en el país? ¿Cuál es el sector de la población que más potencial tiene y por qué?
El vino mexicano es para todos los sectores y en todo momento. No sólo es para una boda o una graduación, no solamente es la botella que te regalan en la oficina a fin de año. El vino mexicano es para comerse con unos taquitos o con una pizza. En un día bueno que tuviste. En un día malo que quieres desestresar con amigos… El vino mexicano tiene que ser la bebida por excelencia en las mesas de los mexicanos.
¿Cómo lograrlo?
Vamos a poner no solamente el vino en la boca de todos sino en todos los sentidos: va a estar a la vista de todos, en los oídos de todos. 2022 será el año del vino mexicano. Es el año en el que traemos a México el Congreso de la Viña y el Vino, el más importante a nivel mundial. Pero también se celebran 500 años de la vitivinicultura en América y México es cuna de la vitivinicultura en nuestro continente. Tendremos tantas y tantas celebraciones en el próximo año, que es tan importante. También creo que ya se habla bastante del vino mexicano y forma parte importante de la escena gastronómica nacional. Esa es parte de la estrategia, queremos que todo México y el mundo se entere que en nuestro país se produce vino de buena calidad. Aún es chistoso toparme con personas a las que les hablo de los vinos de Chihuahua y me dicen: “¿De verdad, en Chihuahua se hace vino?” “¿En San Luis Potosí se hace vino?” Entonces la gran labor del Consejo es hacer que todo México se entere que hacemos buenos vinos.
¿Qué consejo podrías darle a la nueva generación de vitivinicultores mexicanos?
La vitivinicultura en México ha tenido un desarrollo gracias a la unidad que tiene la industria. El consejo que les daría es trabajar en conjunto, no jalar para su propio molino. Hay que sumar a la industria, pensar que somos parte de un proyecto de nación. Esto les dará un mejor entendimiento de lo que somos y les abrirá muchas puertas. En 2022 veo todavía más puertas abriéndose para el vino mexicano, tanto en nuestro propio país como en la escena internacional. Veo una agenda activa, muchas fiestas, muchas celebraciones, muchas buenas noticias. Viene un nuevo boom del vino mexicano. Queremos que todos se sientan orgullosos de lo que se hace en México a través de la uva.