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Tras la pandemia, la industria del vino mexicano brinda por el futuro

Las ventas de vino y el enoturismo cayeron como nunca debido a la pandemia. Esto es lo que hace el gremio vinícola del país para levantarse y reactivar lo más rápido posible su negocio.

Durante 2019 se produjeron y comercializaron 4 millones de cajas de vino nacional, algo así como 36 millones de litros, cifra que prometía ir en franco ascenso tras las múltiples distinciones que han alcanzado los vinos mexicanos en los últimos años, como las obtenidas por las bodegas Monte Xanic, Casa Madero y Tres Raíces en concursos internacionales recientes. Pero la pandemia llegó a cambiarlo todo.

La industria registró una caída en ventas de 60%. Tuvo mucho que ver con la cancelación de las rutas enoturísticas, el cierre de restaurantes y la ley seca en varios de los estados de la República. Fue un golpe duro”, afirma Paz Austin, directora general del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV).

La emergencia sanitaria por COVID-19 resultó fatídica para quienes viven por y para el vino en México, a todos los niveles: la caída tan abrupta en ventas afectó a 500 mil jornaleros, dato que de acuerdo con el CMV convierte a su industria en la segunda fuente de empleo en el agro mexicano, después del sector hortofrutícola.

En el ámbito del enoturismo las pérdidas fueron millonarias y representaron hasta el 80% de ingresos de la mayoría de las pequeñas y medianas empresas vitivinícolas del país. “Para el puente de marzo y la Semana Santa 2020 se había hecho una inversión importante para recibir una oleada de turistas y en ese momento fue una pérdida del 100% por el cierre total de las actividades”, recuerda Paz Austin.

La primera ola de la pandemia resultó, por supuesto, una época muy aciaga también para las bodegas. “Si vendíamos 100 botellas, de marzo a septiembre del año pasado pasamos a vender 20 botellas”, comenta Humberto Falcón, enólogo y socio de la vinícola Mariatinto, quien explica una particularidad que jugó en contra de esta marca de vinos mexicanos: “Mariatinto siempre fue concebido como un vino gastronómico, por lo que nuestro vino se forjó principalmente en restaurantes; fue porque así lo decidimos y porque no tenemos la suficiente producción para salir a otro tipo de mercado”.

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copas de vino

Una nueva madurez para el vino mexicano 

Con sus canales de venta tradicionales prácticamente colapsados, el vino mexicano tuvo que replantearse la forma en que llegaría a sus consumidores. Les tomó tiempo, pero encontraron los caminos. “Somos una industria muy resiliente, que empezó a adaptarse a las circunstancias para poder salvar parte de la comercialización del vino nacional”, subraya la directora general del CMV.

Lo primero que hizo el CMV para apoyar a sus asociados, en especial a las pequeñas bodegas que no contaban con planes de comercialización externa (y que eran la mayoría), fue buscar las alternativas digitales. “Comenzamos a trabajar en capacitación para entrar a plataformas de e-commerce como Amazon, Mercado Libre y Rappi. Logramos que aquellas botellas que sólo se obtenían a través de la visita directa a la bodega ahora se podían comprar por estos medios”, resume Paz Austin lo que en realidad era todo un mundo nuevo para muchos de los emprendedores vitivinícolas.

“Tuvimos que aprender temas de empaque y logística para llegar a todo el país. Fue darle la vuelta a todo lo que hacíamos”, agrega Humberto Falcón. La curva de aprendizaje no fue sencilla: “Nos tomó casi todo el año pasado darnos cuenta que necesitábamos un página en forma, bien hecha, con buenas fotos y asegurar que la botella llegará bien a su destino”.

A principios de este año, Mariatinto, el vino mexicano que nació en 2004 con la intención de ofrecerse como parte de una experiencia gastronómica en restaurantes, lanzó su página para que cualquier consumidor pueda tenerlo en casa.

Otro resultado del esfuerzo en la transformación comercial que tuvieron que realizar muchas de las bodegas es el lanzamiento de la plataforma Vinomexicano, una marca colectiva promovida por el CMV, quien la califica como la iniciativa más importante en la historia para promover el vino nacional.

“Llevamos dos semanas y estamos muy animados, han caído buenos pedidos. Creemos que nos va a ir muy bien”, comparte Paz Austin.

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Humberto Falcón Mariatinto 2

Con sana distancia, más cerca del consumidor

El salto digital que dio la industria vitivinícola mexicana en unos cuantos meses, fue impulsado por la necesidad, sí, pero se convirtió también en una lección bien aprendida que —sin exagerar— revolucionó la relación de los vinos mexicanos con sus consumidores. La pandemia terminó por acercarlos.

Las rutas enoturísticas y vendimias, que antes sólo se experimentaban al visitar lugares emblemáticos para el vino mexicano como Coahuila, Querétaro, Guanajuato y Baja California; hoy pueden vivirse a través de plataformas digitales como Facebook, Youtube o por medio de un streaming.

El vino mexicano incluso se ha democratizado: ahora pueden verse y compartirse catas, asesorías de sommeliers, webinars y hasta cursos gratuitos para acercarse al mundo del vino.

“La comunicación digital creó una nueva generación de consumidores y una industria mucho más fuerte. Fue todo un cambio de percepción del vino mexicano”, considera la directora general del CMV.

Conforme avanza el semáforo epidemiológico, el enoturismo regresa y los restaurantes reabren. Ambos son símbolos de una normalidad que el vino mexicano añora, pero a la que no piensa regresar, al menos no como era antes.

“Seguiremos en nuestra idea del vino como experiencia gastronómica; sin embargo, entendemos que debemos atender otros canales. A la gente ya le gustó pedir su vino a domicilio y eso va a ser un gran reto para Mariatinto”, expone Humberto Falcón.

El futuro económico de la industria vitivinícola mexicana es visto con entusiasmo. Paz Austin estima que no tardarán tanto en recuperar las ventas que registraban antes de la pandemia: “Yo creo que en un año estaremos retomando el ritmo de crecimiento que teníamos. Para fin de año vendrán las fiestas de las vendimias que nos ayudarán a recuperarnos económicamente y, sobre todo, nos permitirán encontrarnos para celebrar la cosecha de nuestras uvas”.

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