El 2023 ha sido un año de retos para los arroceros colombianos. Además de enfrentar el prolongado fenómeno de La Niña que provocó meses de precipitaciones continúas, ahora hay que prepararse para mitigar una temporada de sequías por los impactos del fenómeno de El Niño, que apenas empieza.
Agreguemos a esto que los productores tuvieron un complejo pulso con el gobierno por el incentivo al almacenamiento del arroz. Por un lado, el Gobierno Nacional buscó eliminar este subsidio que funciona principalmente para el segundo semestre del año y que busca regular el precio del cereal ante la sobre oferta temporal derivada de los ciclos de producción en el país.
En Goula entrevistamos a Rafael Hernández Lozano, gerente general de la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), quien dio un balance de lo que ha sido este año retador para el sector, las propuestas que tienen sobre la mesa para mejorar la situación de los productores y comercializadoras en el país, y los desafíos asociados a ser un país que pierda su capacidad productiva y dependa de las importaciones.
Ante los cambios en el incentivo al arroz, ¿está en riesgo la capacidad productiva del país?
La producción de arroz en el país está concentrada en el segundo semestre del año, debido a las siembras de secano (con aguas lluvias) del primer semestre, que están acordes con el ciclo de lluvias de estas zonas y con la falta de infraestructura de riego en el país. Esto implica que, como el 70% del área sembrada sea mediante el sistema de secano, hay una sobreoferta temporal de arroz en los meses de agosto, septiembre y octubre, que por lo general reduce los precios al productor en esos meses.
El incentivo al almacenamiento es el mecanismo que se ha utilizado para disminuir el impacto de dicha estacionalidad. Existen otros mecanismos que se pueden implementar como son la construcción de reservorios y distritos de riego, infraestructura de secamiento y almacenamiento en finca, entre otras opciones. En ese sentido, el incentivo es una muy buena solución, aunque no la única para garantizar el mantener la capacidad productiva del país. Lo importante, es que el gobierno trabaje en conjunto con los productores y realice las inversiones necesarias en esta materia.
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¿Cómo van las negociaciones con el gobierno y cuál es su posición para el próximo año?
El gobierno otorgó los recursos para el incentivo de la cosecha del presente año por 25 mil millones de pesos. Estos recursos es poco probable que se ejecuten en su totalidad, toda vez que la industria molinera decidió no acogerse a la medida.
En todo caso, con los anuncios del fenómeno de El Niño, varios agricultores han decidido almacenar por su cuenta, en especial en las plantas de Fedearroz, una parte importante de la cosecha, previendo unas mejores condiciones de comercialización para el primer semestre de 2024.
Nuestra posición para el próximo año es que se debe complementar por parte del Gobierno Nacional el apoyo a la comercialización a los productores con créditos de largo plazo y con tasas subsidiadas para la construcción de plantas de secamiento y almacenamiento en finca, de tal manera que el productor tenga mayor capacidad de definir en qué momento del año vender su cosecha.
Con los registros actuales, ¿se puede atender la demanda nacional o se debe buscar la importación?
La producción actual logra abastecer cerca del 95% de la demanda nacional. En la época de menor oferta, se realizan algunas importaciones desde Estados Unidos, Ecuador y Perú. Si se crece más en el sector se podría pensar en exportar algo de producto, sin embargo, existen algunas limitaciones. Entre ellas: uno, el arroz es el producto más subsidiado en el mundo. Dos, el costo país es muy alto, pues la falta de infraestructura vial hace que llevar arroz desde los centros de producción, como el Casanare (ubicado en los Llanos Orientales), principal departamento productor, hasta cualquier puerto del país sea más costoso que el mismo flete marítimo. En ese sentido, solamente se podría exportar arroces especiales y no arroces tradicionales que deben competir vía precio en el mercado internacional.
¿Qué consecuencias traería para el sector depender de las importaciones si los arroceros deciden vender su producto en el extranjero?
Sería muy riesgoso para la seguridad alimentaria del país depender de importaciones. La pandemia nos enseñó que en cualquier momento los países exportadores pueden cerrar sus puertos o limitar las exportaciones para garantizar su seguridad alimentaria. Esto nos pondría en un alto riesgo. Incluso, el cambio climático que en los últimos meses generó restricciones en el canal de Panamá retrasó los envíos.
Estas situaciones son señales de lo que puede pasar si dependemos del mercado internacional. Otro ejemplo es que, en el año 2021, con los bloqueos que se registraron en el país, se comenzó a vivir un desabastecimiento de maíz y otros productos, y gracias a la disponibilidad de arroz se evitó una crisis alimentaria mayor. Lo ideal es que el arroz se guarde en el país como estrategia para la seguridad alimentaria.
¿Cuáles son las precauciones que han tomado ante el fenómeno de El Niño?
En primer lugar, se imprimieron cartillas y afiches que se han repartido por todo el país para explicar a los agricultores cuál debe ser el manejo del cultivo, especialmente en materia de preparación de suelos, adecuación con sistemas de riego como el MIRI (Riego en Arroz por Múltiples Entradas y de baja presión), que permite la reducción en el consumo de agua y una fertilización adecuada para estos eventos.
En segundo lugar, se tienen las plantas de Fedearroz casi en un 100% de su capacidad de almacenamiento. En tercer lugar, se cuenta con la plataforma agroclimática en la página de Fedearroz, que le indica al agricultor las perspectivas climáticas y la fecha adecuada de siembra de acuerdo con la variedad.
Por último, nuestra investigación e innovación en semillas ha permitido que algunas de las últimas variedades lanzadas por la Federación tengan mayor tolerancia al estrés hídrico y altas temperaturas. Además, se está ampliando la oferta en estas variedades con el fin de que los agricultores tengan opciones durante esta temporada.
¿Cuántas hectáreas de cultivo pueden estar en riesgo ante este fenómeno?
En general, si se logra un buen manejo y épocas de siembra adecuadas con asistencia técnica por parte de los agricultores, esperamos que no se generen pérdidas significativas. Sin embargo, los rendimientos pueden disminuir entre un 5 y 10% en zonas de riego, que representan cerca de 150 mil hectáreas por semestre. Por otra parte, en zonas de secano, donde se depende exclusivamente de las lluvias, puede verse reducida la siembra o dificultades en la germinación si la sequía se extiende.
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Para el 2024, ¿cuáles son las propuestas del gremio para proteger a los pequeños productores y dar garantías de que su cosecha sea comprada?
La tecnología desarrollada por la Federación está disponible para todos los productores independientemente de su tamaño, de esta forma los pequeños agricultores pueden acceder a nuestras variedades, plataforma agroclimática y recomendaciones técnicas con el fin de dar el manejo adecuado a su cultivo. Por otra parte, si el fenómeno de El Niño genera reducciones en la producción para el 2024, no se registrarán inconvenientes de comercialización, sino que por el contrario tendremos una cosecha demandada.
Adicionalmente, los productores tienen la posibilidad de procesar su arroz en la Federación y llegar directamente al consumidor final, bien sea a través de los canales de comercialización de Fedearroz o directamente con la marca que ellos decidan poner en su producto.
De la misma manera, el Gobierno lanzó una línea de crédito flexible para asociaciones de pequeños y medianos productores con el fin de montar plantas de secamiento y almacenamiento, la cual está disponible y puede ser otra alternativa para el desarrollo agroindustrial de los pequeños productores.
¿Será el año 2023 un año de ganancias o pérdidas para el sector arrocero?
El primer semestre del año fue un buen semestre en general, pese a los altos costos de producción. Para el segundo semestre de 2023 los precios registraron una reducción importante, igual que los rendimientos en campo ante los cambios climáticos observados. También, se ha deteriorado la seguridad en el campo, por lo que se requiere un mayor esfuerzo del Estado en garantizar las condiciones que hagan rentable el cultivo, pues si bien no considero que la situación sea crítica, la tendencia no es favorable. Se requiere recuperar el rumbo.
¿Cuáles son las proyecciones para el sector en el 2024?
Esperamos que se mantenga la reducción de los precios internacionales de los insumos observada en los últimos meses, acompañada de la tasa de cambio en niveles bajos que ayuda a que los costos de producción no sean tan elevados como los observados en 2022 e inicios de 2023. Esperaría que los productores que adopten la tecnología y las recomendaciones frente al fenómeno de El Niño obtengan rentabilidad. El problema será para los productores que no planeen adecuadamente su cultivo, porque pueden tener dificultades ante los riesgos que se prevén en materia climática.
¿Temen un nuevo incremento de precios que se traslade al consumidor final?
Por el momento, los precios de los insumos están con tendencia a la baja y los inventarios están en niveles favorables, por lo que no vería un incremento sustancial de precios en el corto plazo.
¿Por qué Colombia no es un fuerte jugador en el mercado internacional? ¿Qué hace falta para lograrlo?
El mercado internacional del arroz es altamente distorsionado por subsidios. De la misma manera, otros países especialmente en la zona templada o subtropical tienen mejores condiciones climáticas, en especial mayor radiación solar que les permite tener mayor productividad.
Desde la Federación siempre hemos realizado importantes esfuerzos en desarrollo de variedades y transferencia de tecnología, que han permitido reducir costos y mejorar productividad. Sin embargo, se requiere garantizar seguridad a los productores, tener condiciones macroeconómicas más favorables —como serían menores tasas de interés, mayor seguridad jurídica y estabilidad en las reglas de juego— que permitan que se pueda pensar en realizar inversiones de largo plazo y con miras al mercado mundial.