Este texto fue publicado originalmente el 14 de julio de 2021. Es parte de nuestra selección de investigaciones que definieron el año.
Esta historia de negocio comienza con el sueño americano, aunque no de la protagonista. Era 1987 en Michoacán y un joven apicultor ponía a la venta sus colmenas porque dejaría todo por ir a trabajar a Estados Unidos. Entre los presentes a la venta, sólo Hilda Cortés levantó la mano.
—¿Tú qué sabes de abejas? —le cuestionó sorprendido el vendendor.
—No sé nada, pero puedo aprender —respondió con seguridad y se aferró con todas sus fuerzas a su intuición.
Ahí nació Abeja Reyna, marca dedicada a la producción artesanal de miel con ventas en 28 estados del país y presencia en Estados Unidos, Emiratos Árabes, Japón, Bélgica y España.
Luis Valentino Ramírez, hijo de Hilda Cortés y actual CEO de Abeja Reyna, comparte que en 2019 facturaron 18 millones de pesos, 37 mdp en 2020 y esperan cerrar 2021 con 70 mdp.
“A pesar de la pandemia también crecimos 100% de 2019 a 2020. La verdad es que somos afortunados, pero sobre todo el crecimiento se debe a la calidad de los productos”, destaca Ramírez, quién no escatima en entusiasmo: “La meta es seguir así y facturar 110 mdp para 2022 y 400 mdp en 2025”.
Te puede interesar: El Mercado el 100 es todo lo que los supermercados no pueden ofrecer
El surgimiento de nuevas abejas en el negocio
Cuando Hilda Cortés entró al apiario que le vendieron, conformado por 150 colmenas, presintió que había acertado. “Puso manos a la obra y encontró apoyo en las esposas de otros campesinos que también se habían ido a Estados Unidos” comenta Luis Valentino Ramírez. Junto a ellas, la emprendedora creó modelos de cooperativismo que hicieron crecer de manera exponencial el negocio.
“En poco tiempo se convirtieron en las vendedoras de miel a granel número uno en el occidente del país, con colmenas en Michoacán y Jalisco”, agrega Ramírez. El inusual crecimiento y su liderazgo al frente de sus colaboradores le dieron de manera natural a Hilda Cortés el mote de Abeja Reina (en efecto, el origen del nombre de la empresa).
Durante casi tres décadas, la empresa de Hilda Cortés siguió con números aceptables, hasta 2006 cuando las marcas importadas de miel socavaron la producción de la miel artesanal mexicana.
“La década del 2000 fue la más difícil para la apicultura en México porque llegó mucha miel importada, principalmente de China, con precios más bajos. Muchos apicultores, incluyendo a mi mamá, se vinieron abajo”, señala
Pero no todo estaba perdido. Cuenta Luis: “recuerdo mucho que ella dijo: ‘Tengo hijos, tengo miel, tengo abejas… no me voy a poner a llorar”.
La Abeja Reyna decidió reinventar su negocio. Ya no vendería su producto a granel para que alguien más lo transformara, ahora ella misma crearía esos productos con la miel y la jalea real producidas por sus abejas. Hilda viajó a Europa para aprender sobre cosmetología con la firme idea de crear productos de belleza y cuidado personal basados en la miel.
“En esa época mi madre era aún más ingeniosa y creativa. Ella podía sacar un producto nuevo cada semana”, explica Luis, quien por ese entonces se había titulado como arquitecto, pero la pasión del negocio familiar lo llevó por la ruta de las abejas. Se certificó en finanzas empresariales en el Tecnológico de Monterrey y junto con su hermana, Milagros Rivera, decidieron darle un nuevo impulso a la empresa.
En 2015 Abeja Reyna inició operaciones de manera formal. Todo comenzó en una cochera en la colonia Providencia, de Guadalajara. Ahí producían los artículos que su mamá había creado. La empresa obtuvo por ese entonces un crédito de 500 mil pesos que invirtió en el registro de marca y en insumos necesarios para la producción.
Te puede interesar: Así trabajan tres empresas de alimentos que benefician a sus comunidades
El boom del negocio de la miel en polvo
A los seis meses del surgimiento de Abeja Reyna, el negocio ya estaba bien posicionado localmente. Los clientes iban a buscarlos a la cochera y cuentan que fue una etapa de escuchar las necesidades de sus clientes, lo que sentó las bases para el desarrollo de su portafolio.
El CEO de Abeja Reyna destaca su innovación más importante en ese tiempo: la miel en polvo.
“Nos dimos cuenta que la gente no consumía más miel porque no es práctica, se embarra y tarda en disolverse en las bebidas, así que decidimos convertirla en polvo para que pudiera utilizarse como el azúcar”.
Aunque la miel granulada ya existía en países como Argentina y España, en México no había grandes avances en iniciativas de este tipo. Luis se acercó a universidades en Guadalajara, que lo ayudaron a consolidar el proceso para cristalizar la miel. Ellos, a diferencia de otras opciones, respetaron al máximo las propiedades nutritivas de ese alimento.
Su miel en polvo, cuyo proceso está patentado, resultó ser un éxito rotundo y se convirtió en su producto bandera. De los 45 millones de pesos que factura su segmento de nutrición al año, la miel en polvo representa un 40% de esos ingresos.
“Es nuestro producto con mayor cobertura de ventas tanto en México como en Estados Unidos”, recalca Luis Valentino Ramírez.
Esta innovación fue clave para que, antes de cumplir un año, Abeja Reyna se mudara de la cochera a una bodega. Además de los pedidos locales, ahora llegaban turistas nacionales que les pedían llevar sus productos a otras regiones. Por ello, durante el segundo y tercer año, la estrategia del negocio se enfocó en establecer distribuciones autorizadas en otras ciudades del país. “Desde el inicio crecimos con márgenes anuales que iban de 70% al 100%”, resalta Ramírez.
Hoy Abeja Reyna tiene presencia en 28 estados del país a través de 42 distribuidores (principalmente mujeres para honrar los inicios de la compañía), además sus productos se venden en Chedraui Selecto, Superama, HEB y Soriana.
La cochera se convirtió en su primera tienda de exhibición desde donde crearon sus tiendas franquiciables, concepto que arrancó de manera formal en 2018 y que tiene seis ubicaciones: Guadalajara y Tlaquepaque (en Jalisco), Puebla, Morelia, Querétaro y Baja California. La próxima apertura será en CDMX y el plan es llegar a 20 tiendas para 2023.
La bodega por supuesto resultó insuficiente y ahora cuentan con tres de ellas y dos centros de distribución en Texas y California, decisiones de negocio clave para que la miel en polvo de Abeja Reyna —y el resto de sus productos— tengan presencia en Estados Unidos, Emiratos Árabes, Japón, Bélgica y España.
El negocio de la colmena: más franquicias y exportación
Los planes de Abeja Reyna para el futuro inmediato son crecer en el número de tiendas franquiciables, llegar a más países y llevar su producto estrella, la miel en polvo, al siguiente paso: que sea algo más que un sustituto de azúcar para consumidores finales.
“Hoy somos proveedores de miel en polvo para una marca de granola y de algunos panaderos artesanales, pero todavía debemos consolidar su uso entre los clientes industriales”, admite Ramírez.
Hoy, siete hijos y siete nietos de Hilda Cortés forman parte del proyecto y son quienes dan forma a la estructura familiar que la emprendedora visualizó en algún momento mientras iniciaba su legado… ese que la llevó de sus 150 colmenas a las 4,500 que ahora están relacionadas con el negocio (crecimiento que los posiciona dentro del top 20 de productores de miel en México).
La intuición de la matriarca obtuvo la que quizá sea la más grande recompensa: la unión de su colmena. “Los hijos también apostamos a este proyecto y es la mejor decisión que hemos tomado. Descubrimos algo que nos encanta y que lo haremos toda la vida”, concluye el CEO de Abeja Reyna.
