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Dulces Tradicionales

TENDENCIA

La odisea de los dulceros tradicionales por no sucumbir en la pandemia

De Durango a Oaxaca, cinco testimonios de microempresarios que relatan su lucha para seguir endulzando a México.

El principal punto de venta de los dulces tradicionales son ciudades y poblados turísticos. En tiendas y calles son ofrecidos en coloridas canastas. Cocadas, figuras de frutas hechas con semillas de calabaza, muéganos, galletas, camotes y chocolate artesanal tientan al paladar. 

Como a muchas industrias, la emergencia sanitaria ocasionada por COVID-19 aceleró un proceso de transformación digital. Lo vimos con los restaurantes, las cafeterías, las panaderías y las cervecerías artesanales. No sorprende pues, que esa transformación también la contemplaran los artesanos del dulce. Las oportunidades que brindan las redes sociales han sido, para algunos, un salvavidas en los casi nueve meses y contando que van cuarentena. Para otros, la solución digital aún está por verse.

A continuación, las historias de cinco empresarios que, en medio de la pandemia, insisten en elaborar sus dulces y panes artesanales, típicos de Oaxaca, Tlaxcala, Durango, Puebla y Guanajuato.

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La riqueza de los dulces tradicionales mexicanos

Dulces Don Carlos
Ejutla, Oaxaca 

Verónica Sánchez es la encargada del taller dulcero “Don Carlos”. Ahí laboran siete personas. Desde 1994 hacen dulces tradicionales con frutas de temporada, jaleas, dulces en conserva, dulce de licor relleno de miel con anís de Ejutla y dulce de semilla de calabaza, entre otras preparaciones. La mayor venta la hacen en el propio domicilio. Los más exitosos son los huacalitos con figuras preparadas a base de semillas de calabaza.

En marzo pasado, de súbito, la pandemia detuvo todas sus actividades y las ventas. Algunos dulces se echaron a perder. En cuanto tuvieron insumos disponibles retomaron la elaboración y, a través de Facebook, ofrecieron entregas a domicilio. Les funcionó.

“Nuestras ventas se incrementaron claramente y eso nos permite reactivar la relación con los proveedores locales. Tengo claro que los dulces tradicionales y su sabor están en la mente de las personas”, dice Verónica.

A partir de esa experiencia digital, Dulces “Don Carlos” revisa con calma la opción de salir de su comunidad y tener un punto de venta en la ciudad de Oaxaca.

Pan de dulce y galletería Arita Paquini
Tlaxcala, Tlaxcala 

La elaboración de pan de pulque, el tradicional muégano tlaxcalteca y la galletería 100% artesanal, es desde hace diez años la labor diaria de José Roberto García. Él ofrece sus dulces preparaciones en el centro de Tlaxcala (Porfirio Díaz esquina Vicente Guerrero) donde sus compradores son los turistas.

Desde que inició la pandemia, su historia no tiene la misma dulzura de sus productos. Las ventas se fueron a cero y comenta que prácticamente está quebrado.

“Todo lo que hacemos es con insumos de la región. Éramos cuatro personas a principio de año y se fueron dos”, explica. En su caso, su página de Facebook, Arita Paquini, no le generó mayor impulso. Tomó la decisión de convertir su punto de venta en espacio para que otros artesanos ofrecieran sus creaciones.

“Empecé a meter cosas tejidas a mano y otros productos artesanales, miel, amaranto. Hablé con productores que también pasan por un mal momento, quiero ayudarlos”, refiere José.

Desde su espacio, promueve el consumo de productos 100% tlaxcaltecas que ayuden a reactivar la economía local. Sin embargo, las ventas son todavía bajas y esperan tiempos mejores.

Aprovecha la entrevista para promover sus muéganos de Tlaxcala, “que es un panecillo que va pegado a una oblea cubierto de una miel de piloncillo”. También nos recomienda las ricas “champurradas” y “los centenarios en forma de flor”.

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Los dulces con alacrán de Delintzin

Dulces Delitzín
Durango, Durango

Quienes visitan Durango, gustan de llevarse un llavero o una playera con un alacrán. Martha Alejandra Sánchez, diseñadora gráfica, fue más allá y los colocó en paletas. La idea llegó hace cinco años. Tras varias pruebas, deshidrataron a los arácnidos y los pusieron en paletas y en cocadas de vainilla. 

Con Dulces Delitzin, Sánchez preserva la tradición que su esposo, chef de profesión, heredó de su padre, quien comenzó hace 70 años a elaborar dulces. 

“El turismo es el que nos da a conocer: viene a nuestra tienda por cajeta de membrillo o manzana, que son como ates, y por jamoncillos. Nuestros productos son tradicionales y de contenido regional”, comenta.

Además de su tienda en el centro duranguense (20 de noviembre, entre Constitución y Bruno Martínez), antes de la pandemia, surtían a algunos locales de la central de autobuses de la ciudad, que a la fecha tiene una baja actividad.

“Íbamos bien, pero llegó de golpe lo del virus. Hoy seguimos con semáforo rojo. Nuestros proveedores nos hablan constantemente para saber si queremos azúcar, manzana, nuez… Compramos conforme a lo que vaya saliendo. Sentimos feo. Buscamos formas de vender para seguirles comprando”.

Durante abril, mayo y junio empezaron a publicar con mayor dinamismo en su página Dulces Delitzin en Facebook y lanzaron promociones con entrega a domicilio. Recientemente, lograron un acuerdo con algunos hoteles para vender sus dulces a los huéspedes. Confían que volverán los buenos momentos.

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Claudia y Gabriela Soto, dueñas de la dulcería La Gran Fama, en Puebla, Puebla

Dulcería La Gran Fama
Puebla, Puebla 

Claudia y Gabriela Soto dedican sus días a la operación de cinco tiendas. La primera, abrió a finales del siglo XIX como el primer expendio de camotes en la ciudad de Puebla. Algunos de los productos se elaboran en casa y el resto son de artesanos, incluso de familiares con los que hay relación desde la apertura.

“El turrón de nuez y almendra, la trufa, galletas de yema o dulcecitos de camote son algunas de las cosas que hacemos”, enumera Gabriela.

Hace un año iniciaron sus ventas en línea con la colaboración de una empresa local. Al llegar la crisis sanitaria, ese canal y la promoción en su página La Gran Fama, en Facebook, fueron sus alternativas. Promovieron sus primeras entregas a domicilio y absorbieron el costo para mantenerse presentes.

“Algunos clientes nos ayudaban en la difusión en redes sociales y algunos chefs también colaboraron con nosotros. Nos percatamos de que mucha gente nos quiere, más de lo que pensamos, y eso fue muy bueno”, relata Claudia.

Pese a que consideran que el gusto por los dulces tradicionales “es grande” en todo el país, hoy se registra un impacto muy fuerte. Confían en que la recuperación llegará poco a poco y entonces podrán retomar la venta de camotes adornados, esos que sorprenden a sus clientes.

La Rea, Chocolate y Tradición
Salvatierra, Guanajuato

Emprender es una característica de Emmanuel Larrea. Antes de elaborar chocolate artesanal, vendió churros, café y algunos dulces. En su aventura se acompaña de las recetas tradicionales de sus tíos y abuelos.

“Soy vocal de productores tradicionales del comité del Pueblo Mágico de Salvatierra. Mi interés es preservar las tradiciones y apoyar a los productores locales. El cacao lo traigo de Chiapas y el resto lo compro aquí. Por ejemplo, el cacahuate que uso para cubrir de chocolate o las palanquetas es de por acá, y es muy rico”, comenta.

En su nuevo negocio sorteó la crisis sanitaria. Tuvo que cerrar su local, pero apostó por su página en Facebook, La Rea Chocolate y Tradición, para continuar vendiendo. No tuvo éxito. Debido a que cuenta con otros ingresos puede mantenerse en pie y seguir. Tiene claro que las ventas regresarán con la venta directa en ferias o exposiciones, como antes. 

El tercer fin de semana de noviembre, las autoridades realizaron una expo artesanal con la que se pretendía reactivar la economía local y ahí estuvo.

“Me fue bien. Veo que hay ánimo de la gente en apoyar comprando productos.  Quiero seguir vendiendo mi chocolate. Ahora estoy a la espera de que lleguen, como cada fin de año, las personas que trabajan en Estados Unidos y eso incrementa las ventas. A ellos les gusta comprar muchos dulces y llevarse con ellos el sabor de su tierra de regreso”.

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