Por ser un oficio tan nuevo, en muchos lugares del mundo se discuten los derechos laborales de los repartidores de comida de las aplicaciones digitales. Gobiernos, repartidores y organizaciones sociales aún no se ponen de acuerdo sobre cómo ofrecerles condiciones de trabajo dignas. Así van las negociaciones en Nueva York y en la Ciudad de México.
El pasado mes de junio, la ciudad de Nueva York anunció una nueva ley que establece el pago de un salario mínimo obligatorio para los repartidores que trabajan con apps de reparto de comida. Con esta disposición oficial, inédita en Estados Unidos, empresas como Uber Eats, DoorDash, Grubhub y Relay estarían obligadas a pagar a sus deliveristas (como los repartidores suelen hacerse llamar en spanglish) 17.96 dólares por hora de trabajo, monto que, se tiene planeado, deberá incrementarse a $19.96 dólares para el año 2025.
La entrada en vigor de esta medida, el pasado 12 de julio, se ha pospuesto luego de que un juez escuchó el reclamo de las principales aplicaciones de entrega de comida de la ciudad.
“Estamos compitiendo con corporaciones multimillonarias que le van a buscar la quinta pata al gato”, comenta Manny Ramírez para Goula, uno de los principales organizadores del Movimiento de Repartidores de la Ciudad de Nueva York.
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El salario mínimo para los repartidores de comida tiene sus peros
El pago de un salario base es sólo uno de los logros laborales por los que han luchado en los últimos años los más de 65 mil repartidores de comida que recorren las arterías de la ciudad de Nueva York.
“Nos aprobaron un paquete de leyes, en total seis. Por ejemplo, logramos que las compañías no nos obligarán a cruzar puentes”, señala Manny Ramírez, repartidor de origen poblano. La vasta infraestructura de puentes de la ciudad de Nueva York no fue diseñada para que una bicicleta o una moto circulen de manera segura. “El GPS nos mandaba a puentes donde circulan camiones muy grandes, que apenas y pueden pasar. Llegó a suceder que terminaban matando al repartidor”, comparte Ramírez.
También lograron que los drivers controlen ahora, por medio de la aplicación, qué tan lejos quiere ir. Esto porque llegaban a darse entregas de alimentos que iniciaban de Manhattan y terminaban en Jersey City (a unos 13 kilómetros, más de una hora en bicicleta).
Dentro de las nuevas disposiciones, que comenzaron a implementarse desde enero de 2022, está también una condición de trabajo que parecería de lo más esencial: “Los restaurantes tenían la política de no prestarnos los baños porque no nos consideraban ni clientes ni empleados. Yo les decía: ‘¡Hey, yo soy los dos!’”, comenta Manny.
La entrada en vigor del salario mínimo era la última de las seis mejoras pactadas con la ciudad. Los problemas al respecto ya se manifestaban desde hace unas semanas. Tras el anuncio del nuevo salario mínimo, las compañías de reparto de alimentos comenzaron a restringir la entrada de los repartidores a sus app.
“Si tiene 100 trabajadores disponibles pero órdenes sólo para 50, simplemente les dan acceso sólo a esos 50. A los demás los dejan fuera de la aplicación. Las empresas se están preparando para no pagar el salario mínimo obligatorio a tantos repartidores”, asegura el líder del Movimiento de Repartidores de la Ciudad de Nueva York.
De los 65 mil repartidores que hay en NYC, estima Manny, unos 25 mil ahora mismo ya no pueden conectarse. Los repartidores de comida ya preveían esto y plantearon a la ciudad una propuesta en la que no se establecía un pago mínimo por hora, sino que las aplicaciones incrementarán el pago base por cada viaje.
“Y que dejaran todo como está”, agrega. No tuvieron éxito y la ciudad anunció con bombo y platillo el salario mínimo para repartidores de comida. Manny Ramírez ve, a pesar de todo, con buenos ojos esta medida que, como ya plantea, es perfectible.
Por lo pronto, la demanda presentada por las principales plataformas de distribución de comida en contra de la ciudad de Nueva York ha suspendido todo. Y el juez ha programado una audiencia el próximo 31 de julio para resolver la situación.
“Hasta los últimos días para que entrara en vigor, interponen una demanda con una serie de alegatos sin sentido. Es algo que ya esperábamos”, dice Manny, quien confía en que sólo es cuestión de tiempo para que las apps cumplan con lo ya establecido. “Las compañías tienen que entender que no siempre es el 90% para ellos. Tiene que compartir un poco”, concluye Ramírez.
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¿Y cómo están los repartidores de alimentos en México?
En nuestro país, estos raiders han tenido que enfrentar desde coladeras abiertas (que han cobrado, aseguran, la vida de algunos de sus compañeros) hasta impuestos locales por utilizar las vías de las ciudades para realizar sus entregas. Todo es un constante estira y afloja con DiDi, Rappi y Uber Eats, las principales plataformas de este negocio, para mejorar sus condiciones laborales.
Uno de los ejemplos más significativos de ello: en 2021, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) firmó un acuerdo con las apps para impulsar que sus socios conductores y repartidores contarán con servicio médico. El proyecto piloto establecía que los repartidores tendrían que aportar 40 pesos diarios.
“Desde la perspectiva de nuestros compañeros, no les funcionó. A compañeros que tuvieron accidentes, les recetaban paracetamol, que no tenían en la farmacia del IMSS. Y esos 40 pesos al día, no los tenemos asegurados”, señala Saúl Gómez, vocero y fundador del movimiento Ni Un Repartidor Menos. Los repartidores proponen que el servicio que ofrece el IMSS sea cubierto por las tres partes: las apps, el gobierno y ellos mismos.
Aunque con detalles siempre perfectibles, en la evaluación de Gómez, los derechos de los repartidores de comida por medio de apps en México llevan avances significativos. “Ocho puntos del decálogo ya están activos, apoyando a los compañeros”, dice Gómez al referirse al documento que resume las demandas por las que más ha luchado su colectivo.
Las principales plataformas, por ejemplo, les han brindado seguros privados que los protegen en caso de accidentes, daños a terceros y muerte. El decálogo es un esfuerzo entre las plataformas digitales y las asociaciones de repartidores para la creación de lo que llaman “un marco regulatorio de economía colaborativa”.
Otro punto a destacar en esta iniciativa es el que tiene que ver con la prevención y atención a casos de violencia en razón de género. “Han creado protocolos que protejan a las conductoras y repartidoras. En Rappi, por ejemplo, cuentan con un botón de emergencia para ser activado en caso de que la compañera se sienta en peligro. DiDi, Rappi y Uber Eats también protegen mucho a las compañeras,”, explica Gómez.
El trato digno y la no discriminación, en cualquier sentido, es algo que también se tiene contemplado dentro del decálogo. “Lo que está sucediendo en México es histórico. En ninguna otra parte del mundo las plataformas se han sentado con organizaciones de la sociedad civil para tratar de mejorar nuestras condiciones laborales”, afirma Saúl.
Como temas a discutir y mejorar en México están la flexibilidad de horario que hoy gozan los repartidores y el pago base que reciben por cada viaje por parte de las aplicaciones. Así lo sintetiza el vocero de Ni Un Repartidor Menos. “No queremos que nos paguen nada más porque sí. Nosotros pagamos impuestos y no recibimos nada a cambio. Tenemos que ver con las plataformas como tener un pago más digno”.