El escenario actual es completamente distinto a lo que proyectó el sector agroalimentario en México para 2020. Dos factores han ocasionado que las fichas se muevan y tengan un nuevo acomodo. La oferta y demanda de alimentos ocasionada por la pandemia y la manera en la que beneficiará o perjudicará el tipo de cambio.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) organizó una serie de ponencias con los actores empresariales más importantes del país, la situación y las perspectivas a futuro del campo nacional tuvieron su turno en la charla en línea denominada, “Panorama del Sector Agroalimentario”, organizada en coordinación con el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), en donde los especialistas citados en este texto expresaron sus opiniones desde sus respectivos lugares de confinamiento.
El presidente del CNA, Bosco de la Vega, dimensionó al sector en medio del shock económico: “Estamos enfrentando una crisis sanitaria que pone a prueba el sistema de salud incluyendo gravemente el nuestro. Una crisis económica que se vislumbra la más grave del México moderno, desde la gran depresión de 1929”.
De la Vega advirtió que las cifras no son nada halagadoras, pues puede representar una caída de dos dígitos en la economía y una pérdida de cerca de 2 millones de empleos.
Esa visión la comparte, Lina Pohl, representante en México de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), quien afirma que el momento actual es grave e inédito, y aún no se sabe de sus consecuencias futuras. “Esta crisis se une a la propia que ya traíamos de bajo crecimiento y aumento en la deuda en todos los países”, advierte y señala que una de las dificultades por venir para el sector está en una menor producción —que puede darse a partir de este mismo mes—, que aún no está en marcha, pero podría ocasionar aumento de precios.
Otros riesgos se vislumbran en las restricciones al transporte impuestas por la cuarentena y la escasez de la fuerza de trabajo debido a los contagios. Respecto de lo que Miguel García, subsecretario de Agricultura de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, opina que hay un gran reto en meses venideros porque, “hay que asegurar la salud de productores y jornaleros que hoy en día no se atiende adecuadamente”. Añade que ellos deben recibir todos los insumos energéticos e hídricos que requieran.
Mantener las cadenas de suministro y no cerrar las fronteras, son dos factores favorables para el país. En el mundo todavía no ha habido aumentos significativos de precios, pero toda la cadena está bajo una enorme presión.
Entre las medidas que propone la representante de la FAO en México para sortear la pandemia están el aseguramiento de un ingreso mínimo a los hogares para que sigan comprando alimentos de calidad y nutritivos, programas de ayuda alimentaria de emergencia y tejer redes de apoyo para asegurar que los insumos básicos lleguen a los menos favorecidos. Es de primordial importancia evitar el desperdicio de alimentos y disminuir las barreras al comercio doméstico y regional. Otro de los consejos, se centra en las respuestas fiscales y financieras, que por cierto, no han llegado a los negocios en México.
Tras señalar que al mismo tiempo se debe proteger salud y economía, Lina Pohl, dijo que en el comercio regional está la clave, porque muchos suministros se pueden complicar por el tipo de cambio, otro de los actores principales de la escena actual que vino a trastocar todo.
“El tipo de cambio es otro de los grandes problemas. Bueno para los exportadores, malo para los importadores y malo para productores que necesitan insumos para la producción”, expuso.
Tipo de cambio, ¿salvavidas o grillete de agroalimentos?
Beneficia a las exportaciones porque se pagan mejor, pero para los importadores hay un alza de precios.
“Lamentablemente el tipo de cambio se ha devaluado 32%”, explica Juan Carlos Anaya, director general de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), quien sostiene que a partir de ello, la historia para los productos agroindustriales será distinta.
Mientras que para los insumos como caña de azúcar, café, agave, carne res y cerdo, las ganancias se avizoran; para el agro en general el fertilizante será más caro. Pero no todo son malas noticias. Los productores agrícolas se pueden recuperar con la venta al extranjero, por ejemplo, de cultivos como tomate y aguacate, en donde el país es líder productor.
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México tiene un sector agroindustrial robusto que lo convierte en autosuficiente respecto a la producción de alimentos, de acuerdo con estimaciones del GCMA, con base en datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), el país produce el 101.7% de lo que consume.
“Es el noveno productor del mundo y el octavo exportador”, afirma Anaya, quien sostiene que la fortaleza está en el sector hortofrutícola, cuya expectativa para este 2020 es que produzca un 127.7%, con lo que el consumo local está más que cubierto y aún queda un excedente para vender al exterior.
Por cierto, aquí vienen a colación las recién presentadas cifras del Inegi, que revelan que en marzo de este año, el sector agropecuario mexicano exportó productos por 2 mil 130 millones de dólares, 22.3% más que el mismo mes del año pasado. Pero además se observa que en el primer trimestre del año, el crecimiento se aceleró y el aumento en exportaciones en el sector fue de 10.2%.
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La estrategia para incrementar exportaciones en el agro mexicano
Por su parte, Luz María de la Mora, subsecretaria de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía, dijo que para apoyar al sector se debe asegurar la certidumbre en el comercio internacional, utilizar más los canales digitales e incentivar la exportación y defender sus intereses en el extranjero.
Expone que a mediano plazo se deben desarrollar programas y proyectos que permitan el fortalecimiento de mercados existentes para exportación —aquí entran en juego todos los tratados de libre comercio firmados por el país— y el desarrollo de nuevos mercados potenciales.
Calificó como importante el desarrollo de acciones y programas para la inclusión de los estados del sur y sureste del país, a las cadenas de suministro y a las exportaciones.
“Se debe diseñar una estrategia de contenidos nacionales que permita conferir mayor valor agregado a la cadena agroalimentaria a través de programas de industrialización, tecnología y desarrollo de capacidades, así como políticas de atracción de inversiones”, opina la subsecretaria.
Los meses más complicados están por venir. Las acciones se deben concentrar en asegurar el abasto, cuidar la salud de los trabajadores involucrados en la producción, garantizar el transporte de los insumos y esperar a que el tipo de cambio se estabilice. El sector agroalimentario en México tiene bases para resistir y ver con esperanza la ganancia a futuro en la exportación.
