El 20 de septiembre pasado era la fecha para que alimentos y bebidas con ácidos grasos trans de origen industrial (AGT-PI) estuvieran fuera de circulación. Los promoventes del decreto presidencial que así lo estipula no pecaban de ingenuidad, pero tenían altas expectativas: que alimentos que contienen grasas trans como papitas fritas, chicharrones, panes, cremas, cócteles sin alcohol, y palomitas, entre muchos otros, desaparecieran de un día para otro.
“Las grasas trans son evitables. Con esto, México se convierte en un ejemplo de este tipo de políticas para otros países”, nos compartía la nutrióloga especialista en políticas alimentarias Ana Larrañaga en esos primeros días de septiembre.
Claudia Moreno, oficial de Incidencia Legislativa en Salud Justa MX, expresaba: “Lo primero que esperamos que pase es que la industria haya reformulado sus recetas”.
¿Qué sucedió? Que los productos que contienen AGT-PI siguen en muchos de los estantes de los supermercados y en las tiendas de la esquina.
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Anaqueles llenos de grasas trans
El decreto por el que se adiciona el artículo 216 Bis a la Ley General de Salud establece que los alimentos y bebidas no alcohólicas no deberán contener aceites parcialmente hidrogenados añadidos durante su proceso de elaboración. Esto significa prácticamente eliminar a las mejor conocidas como grasa trans, pues el mandamiento las limita a no más de 2 gramos por cada 100 gramos de grasas totales que contenga un producto, es decir, a un 2%.
El tema es prioritario porque la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha señalado a este tipo de ácidos grasos como responsables, cada año, de más de 500 mil muertes prematuras por cardiopatía coronaria en el mundo. Incluso la OMS desde 2018 impulsa la campaña Replace, una guía a seguir para eliminar los ácidos grasos trans de producción industrial del suministro mundial de alimentos. En la mira de las instituciones de salud están pastelitos, cremas, margarinas, donas, pollo frito, palomitas, manteca vegetal, aceites, chicharrones…
“Hemos realizado monitoreo rápido y seguimos observando una gran presencia de grasa trans, principalmente en pan de caja. En todo el pasillo del super de pan empaquetado y tortillas de harina podemos encontrar grasas trans”, nos pone al tanto Claudia Moreno, oficial de Incidencia Legislativa en Salud Justa MX, organización de la sociedad civil que impulsó el decreto y que ha dado seguimiento a su necesaria aplicación.
Para Moreno son casos excepcionales aquellos productos que cambiaron su formulación para cumplir con los límites de grasas trans que ahora mismo, en teoría, todos los alimentos y bebidas deberían cumplir.
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El reglamento contra grasas trans que no llega
El decreto en cuestión menciona en su Artículo segundo transitorio, que el ejecutivo federal adecuará los reglamentos y acuerdos que permitan hacer cumplir lo que estipula. Sólo eso, no habla de plazos para que estos reglamentos se publiquen.
La última noticia de ello que tiene en Salud Justa MX es el compromiso del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades de la Secretaría de Salud, de que dicho reglamento estaría listo antes de que termine la actual administración federal. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) sería la institución encargada de ello. Sin embargo, esto no se ha concretado.
“Eso no exime a las empresas de cumplir. Tuvieron mucho tiempo para reformular sus productos. El pretexto de algunos es que no tienen los lineamientos de cómo hacerlo, pero tampoco es que Secretaría de Salud o Cofepris les vayan a dar la receta”, expone la oficial de Incidencia Legislativa en Salud Justa MX. Y agrega: “Es absurdo, por ejemplo, que esta empresa panadera gigante tenga productos en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Canadá sin grasas trans… Ellos ya tienen las recetas en sus manos”.
Hasta donde tiene conocimiento esta organización de la sociedad civil, las autoridades aún tenían que analizar el tipo de sanciones y los procedimientos de verificación para tener listo el reglamento. Algo que, desde su punto de vista, resulta poco comprensible porque el decreto es muy claro y existen autoridades como la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) que podrían realizar las verificaciones y los estudios para ver cuáles productos y cuáles no cumplen con el decreto.
Goula consultó a Cofepris y a Profeco para saber qué avances se han tenido al respecto pero no obtuvo respuesta. “No tenemos indicios de que se haya trabajado en ello. Se han mostrado muy herméticos”, confirma Moreno.
La siguiente medida que tomará Salud Justa MX es hacer un levantamiento de información que les permita definir qué productos no cumplen los límites de grasas trans. Esperan tenerlo a principios de 2024 para presentarlo de inmediato a Cofepris y ejercer presión. “Queremos demostrar que la industria sigue incumpliendo y preguntarle a Cofepris: ‘¿Qué pasó? ¿Qué vas a hacer? ¿Cuándo vas a empezar con las facultades de verificación?’, señala Moreno.
La salud de los mexicanos en espera
Si se diera la estricta aplicación del decreto, Salud Justa MX estima que podrían prevenirse más de 13 mil muertes de mexicanos al año asociadas al consumo de grasa trans.
La preocupación ahora es que si la espera en el reglamento se extiende hasta finales de la actual administración federal (que concluye el 01 de octubre de 2024), significaría un año sin cumplirse lo ya estipulado.
“Y se sumarían más muertes y la carga económica para el sector salud que tiene que atender esas enfermedades asociadas”, advierte Claudia Moreno.
La activista confía en que la presión ejercida por organizaciones como la suya ayude a que el reglamento sea emitido antes del 24 de marzo, cuando se cumpla un año desde que se aprobó el decreto por el que se adiciona el artículo 216 Bis a la Ley General de Salud.
