Las cifras son contundentes. En 2013, en Guanajuato había cinco vinícolas y 60 hectáreas cultivadas con vid. 10 años más tarde, hay 45 proyectos vinícolas, 25 enoturísticos y 485 hectáreas plantadas. En una década, el estado pasó de apenas figurar en el mapa vinícola nacional a convertirse en un referente. ¿Qué hizo Guanajuato para consolidarse como un destino enoturístico?
“Enamorarnos de este cultivo, aprender y ponernos a trabajar”, es la respuesta de Ever Solís, sommelier en el viñedo la Santísima Trinidad, ubicado en Dolores Hidalgo, Guanajuato.
Solís cuenta que en torno al cultivo de la vid, en el estado se ha fomentado el desarrollo de otros negocios: enoturismo, experiencias gastronómicas, hospitalidad y hasta desarrollo inmobiliario. Explica que los viñedos son ya de las principales fuentes de economía para los habitantes de la región porque no sólo emplean a los lugareños, también fomentan su crecimiento y especialización. Hacen falta agricultores, agrónomos, enólogos, sommeliers; pero también chefs, administradores y gerentes.
Gael Velazquez, sommelier de Cuna de Tierra, la vinícola más grande y premiada del estado (hasta hoy, sus vinos tienen 92 medallas en concursos internacionales), refiere que el interés en el vino ha crecido a la par del destino turístico. “A la bodega vienen muchos turistas de San Miguel de Allende, norteamericanos en su mayoría, gente que se sorprenden de la calidad de los vinos y de las proporciones de la bodega y los cultivos”, señala.
Ever Solís añade: “Los viñedos son polos de desarrollo, lo hemos visto desde hace 10 o 12 años. A Guanajuato le falta mucho por crecer y, a diferencia del Valle de Guadalupe, la expansión ha sido planeada, todavía es controlada y tenemos mucho espacio”.
“La suma de enología y turismo atrae cada vez más a los visitantes. Es un esfuerzo de la iniciativa privada y el gobierno para expandir la fama de la región”, explica Erika Díaz Mercado, empresaria y guía de turistas en Guanajuato.
Erika coincidió con Goula en el viñedo San Miguel, situado en el municipio de Comonfort en Guanajuato. A ese lugar llevó al escritor y fotógrafo Michael C. Higgins, creador de guías turísticas de regiones vinícolas como Bordeaux, California y Argentina. Él ahora investiga para su nuevo libro que se publicará en 2024, una guía dedicada a los viñedos de México, en la que Guanajuato tiene ya su espacio: “estoy gratamente sorprendido, es un destino que ofrece experiencias de alta calidad”, compartió el escritor.
La fórmula ganadora que ha llevado al estado a posicionarse como destino enológico incluye medallas internacionales por la calidad de sus vinos, recorridos turísticos por sus viñedos, catas con productos gourmet de la región como quesos y aceites de oliva, y experiencias gastronómicas. Además, cada año celebran las fiestas de las vendimia.
Te puede interesar: Esto es lo que la industria vinícola mexicana necesita para crecer
4 Planes clave que han consolidado a Guanajuato como destino enológico
Del 15 de julio al 15 de octubre, el estado proyecta una derrama económica superior a los 14.7 millones de pesos, un 19% más respecto de lo conseguido el año pasado. Se espera la llegada de 10 mil 500 visitantes nacionales e internacionales. Esto no hubiera sido posible sin estas cuatro acciones:
- Fiestas de la vendimia. Se celebran en Guanajuato desde hace poco más de 10 años. El tiempo de cosecha acerca a los visitantes. Las vinícolas se preparan cada año para agasajar a los turistas con catas, recorridos por los viñedos a pie, a caballo, en bicicleta y hasta en cuatrimoto. Los hacen partícipes de la tradicional pisada de uva, se ofrecen degustaciones, festivales musicales y talleres. Cuentan las malas lenguas que la celebración es tal que al día siguiente encuentran a personas descansando entre las viñas.
- El Museo del Vino en Dolores Hidalgo. Con una inversión de 25 millones de pesos, se inauguró en 2016. Las salas temáticas dan cuenta de la historia vinícola de la región, se ofrecen catas y recorridos, además de comidas y cenas temáticas. Es recinto de reunión para los productores.
- Rutas del vino. La primera se inauguró en 2019, ahí colaboran empresarios y la Secretaría de Turismo. Hoy hay cinco recorridos distintos en los que se intenta abarcar a las vinícolas de la región. Por lo pronto, 30 bodegas se abren al visitante para contar sus historias, recorrer sus campos y degustar su vino. Todas están distribuidas principalmente en dos lugares: San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo; pero también hay bodegas en Salvatierra, León y en las cercanías a la capital del estado, Guanajuato.
- Ley de Fomento a la Actividad Vitivinícola del Estado de Guanajuato. Se publicó en 2020 y su objetivo es promover, fomentar, difundir y fortalecer las actividades relacionadas con el sector. Además ofrecen facilidades y certidumbre para la inversión.
Te puede interesar: “Tenemos el vino más alto en calidad en este país, gracias a los mexicanos”, Hans Backhoff
3 Representantes del enoturismo de Guanajuato
En Guanajuato se sembraba uva antes de la Independencia. El cura Miguel Hidalgo tenía su propio viñedo que terminó en cenizas tras la prohibición de venta de vino en la Nueva España por la Corona Española. “Esa fue razón más que suficiente para levantarse en armas”, relatan los lugareños.
El auge vitivinícola de la región resurgió siglos más tarde. En 1978, Juan Manchón, enólogo español inició la producción de vinos artesanales. Le siguieron italianos asentados en los alrededores que advirtieron el potencial de la tierra. Poco a poco fueron apareciendo más bodegas.
La geografía semidesértica del estado, su altura que oscila entre los mil 800 y 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar, su tierra volcánica plagada de calcio, potasio y magnesio, y la resiliencia de las uvas que soportan temperaturas de entre 13 y 35 grados centígrados cada 24 horas; hicieron su magia para ofrecer vinos de alta calidad. Detrás de Baja California, Coahuila y Querétaro; Guanajuato es hoy el cuarto productor de uva del país y planea posicionarse mejor.
Cuna de Tierra
Es la vitivinícola más antigua de Guanajuato y la más premiada. Sus reconocimientos suman 92 medallas internacionales, entre bronces, platas y oros. Se sitúa en Dolores Hidalgo, Guanajuato, cuna de la Independencia de México. Este rancho comenzó con la producción de chile y alfalfa en la década del 50. El enólogo español Juan Manchón e Ignacio Vega hicieron la primera plantación de uva para vino en 1993. En 2005 se creó la primera etiqueta con una producción de 5 mil botellas. Hoy su producción anual es de 175 mil botellas al año. En 2008 se levantó la bodega que ganó premios arquitectónicos por el uso del material y la edificación: está hecha de adobe y concreto, los muros están frescos y el adocreto ayuda que la temperatura se mantenga fuera de las habitaciones. En 2010 abrieron al público y empezaron con recorridos turísticos y catas guiadas. El rancho mide 120 hectáreas, 45 de ellas están sembradas con 25 variedades de uva para mesa y para vino. Exportan solo el 15% de la producción.
Fiesta de la vendimia: 26 de agosto.
Viñedo San Miguel
En la carretera rumbo a San Miguel de Allende, en las cercanías de un par de volcanes activos, entre laderas y colinas, crecen sus viñas. Comenzaron su producción en 2014, pero su primer vino nació en 2016. Desde entonces a la fecha han ganado 28 medallas internacionales, la última la obtuvieron este año. En sus 125 hectáreas producen 160 mil botellas al año. La mayor parte de su producción es para consumo nacional. La mitad del viñedo está en San Miguel y la otra en Comonfort. Su cava de añejamiento está abajo del edificio principal de la bodega. Los barriles que añejan sus caldos se disponen entre las rocas gigantes de lo que fue la montaña en la que se construyó. Ofrece terrenos en un fraccionamiento en el que los compradores pueden tener una hectárea de plantación de vid. La bodega se encarga de cosechar la uva y hacer el vino.
Fiesta de la vendimia: 2 de septiembre.
Viñedo Santísima Trinidad
Le llaman la Toscana Mexicana. Entre olivos, cultivos de lavanda y vid se edificaron construcciones de piedra con techos altos y enredaderas por doquier. Tienen un hotel boutique de seis habitaciones, un lago artificial rodeado de cedros que hacen sombra a un restaurante de especialidades. Su nombre hace referencia a los tres cultivos del rancho: vid, olivos y lavanda; pero también a las actividades que tienen lugar: agricultura, hospitalidad y hasta deporte, porque tienen campos de polo. La Santísima abrió en 2012 y poco a poco ha crecido la familia con otros viñedos, en 2017 llegó San Lucas; en 2019, San Francisco; en 2022, Santa Catalina y ese año se unieron dos viñedos más: Los Senderos y San Miguel. Producen 40 mil botellas de vino al año.Casi todos tienen hotel boutique y restaurante. Fueron pioneros en vender terrenos y cultivos. Cada una de las casas de sus fraccionamientos tienen plantaciones de vid, olivo y lavanda en los exteriores.
Fiesta de la vendimia: 9 septiembre en Santa Catalina.