El consumidor consciente de esta década pone atención a la narrativa que hay detrás de un alimento desde la cosecha hasta el empaquetado. Esto garantiza que su salud no esté comprometida por agroquímicos o transgénicos. Se informa sobre la calidad humana en las transacciones comerciales que sostienen a las comunidades productoras, y toma en cuenta, que todo el proceso sea amigable con el medio ambiente incluyendo su industrialización y traslado.
Cambio de dieta que salva la vida
Este tipo de consumidor no apareció en la primera mañana del año. Cobró fuerza desde mediados de la década pasada, según lo registra un estudio realizado por la Universidad de Oxford que también vaticinó el notable crecimiento de los consumidores veganos, vegetarianos y flexitarianos. Señalan que para el 2050, tan solo en Estados Unidos, con el cambio de dieta, se podría salvar la vida hasta de 8 millones de personas. La clave está en reducir grasas y carbohidratos.
La directora general de Exposiciones de Alimentos y Bebidas de Tradex, Ana Corral, percibe que esta nueva generación de consumidores no rechaza la industrialización, pero busca alimentos naturales, al tiempo, que se preocupa porque su producción no impacte de manera negativa al ecosistema.
Por su parte, la doctora Daniela Barrera García, química en alimentos de la Universidad del Claustro de Sor Juana, está convencida de que ésta década estará marcada por consumidores conscientes en temas de salud y medio ambiente. Ellos buscarán productos sostenibles y limpios que garanticen su salud y ayuden a contrarrestar la explotación de los suelos.
4 tendencias que marcarán el market-share del nuevo consumo
Todas apuntan a los hábitos de compra, más conscientes e informados, pero también, habrá un distanciamiento de la industrialización inmoderada que caracterizó al siglo XX.
Storytelling, qué hay detrás de los productos
Es la narración que la industria proporciona al consumidor para que conozca sobre la elaboración de sus productos. La propagación de esta modalidad del marketing ha avivado el interés por conocer los procesos que acompañan a todo tipo de alimentos. Esto ayuda a la comprensión de los beneficios nutrimentales y fomenta la confianza hacia la marca.
Lu Ann Williams, directora de innovación de Innova Market Insights, explica en una entrevista hecha por Food Ingredients First, que las historias de los productos hacen que las compras sean más interesantes, los hace más transparentes para el mercado e impulsa las ventas. Ello va de la mano con la sostenibilidad y responsabilidad de la agricultura regenerativa. Asegurar que los alimentos son elaborados de manera limpia y amigable con el medio ambiente enfatiza el sabor y la calidad de los productos.
Etiquetas limpias, una oportunidad de posicionamiento para la industria
Están en el mercado desde 1985, cuando surgió la ley de etiquetado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO. Ya pasaron tres décadas y media y sigue siendo tendencia porque su constante evolución.
El estudio realizado por la empresa irlandesa Kerry Group, dedicada a la elaboración de ingredientes, expone que la etiqueta limpia no sólo es un modo más directo de saber lo que los alimentos contienen (con lo que el consumidor puede adquirir confianza en el producto). En realidad es un medio para que la industria se comunique de forma directa con el consumidor y le informe que el alimento está mínimamente procesado, libre de ingredientes artificiales y elaborado con insumos naturales que no están modificados genéticamente. Para la industria será una vía para establecer una relación de confianza y posicionarse en el mercado como un producto saludable.
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Agricultura regenerativa, más allá de cuotas de productividad
Los días de la agricultura extensiva, así como el abuso de pesticidas y transgénicos, quedaron atrás. Hay otro futuro para la humanidad (y por tanto para la agricultura; aunque esta frase puede leerse en ambos sentidos) si es sostenible con el medio ambiente.
Incluso, hay un beneficio económico, al hacer rentables las explotaciones agroganaderas, por medio de la reducción de los gastos de producción. La agricultura regenerativa garantiza alimentos mejor cultivados, sanos y nutritivos. De acuerdo con el medio Ecointeligencia, “la agricultura regenerativa tiene que ver además con el secuestro de carbono, con la capacidad de los suelos de retirar carbono de la atmósfera”.
Existen diferentes técnicas de este tipo de agricultura; entre las principales están:
Agricultura sin labranza: el viejo método de arado, la tierra libera carbono del suelo, se enriquecen los suelos y se reduce la emisión de gases de efecto de invernadero.
Compostaje: utilizan desechos de animales, plantas y alimentos, al mezclarlos con el suelo lo enriquecen sin necesidad de fertilizantes.
Biochar – Carbón ecológico: fertilizante natural hecho de material orgánico como hojas y ramas que se queman en un ambiente libre de oxígeno. El resultado es una sustancia oscura que ayuda a que el suelo retenga los nutrimentos y agua.
Pastoreo controlado: consiste en rotar al ganado por varias hectáreas para dejar que el suelo se fortalezca y retenga agua.
Agrosilvicultura: propone plantar árboles entre los cultivos. De este modo se obtiene una mejor captura de carbono, se protege a las plantas de los climas extremos y se mejora la calidad del agua.
Cultivos perennes: son especies que sobreviven todo el año, con lo que desarrollan raíces intrincadas y gruesas que ayudan a mantener el agua y a mejorar los nutrientes del suelo.
Sustitución de ingredientes tradicionales por alternativas sustentables
El estudio de la Universidad de Oxford, citado con anterioridad, advierte del incremento de consumidores veganos y vegetarianos. Independientemente de la conversión de sus hábitos alimenticios, los productos a base de plantas, están ganando terreno. Hay nuevos segmentos de la industria como la creación de “cárnicos” y “lácteos”, que no provienen de ningún animal.
Respecto de ello, FoodDive realizó una investigación en la que destaca que las plantas contienen proteínas, igual que la carne. Los chícharos son usados para hacer “carne” de hamburguesa; mientras que las setas aportan proteína, minerales y omegas 6 y 3. Según la empresa de consultoría e investigación de mercado Grand View Research, tan solo el mercado de proteína de chícharos costará en 2025, alrededor de 313.5 millones de dólares.
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La leche vegetal aumentará su participación de mercado, como lo señala la encuesta de Food Ingredients First. En nueve países encuestados, una tercera parte busca alternativas lácteas porque las perciben más saludables. Específicamente, el mercado “lácteos” vegetales tiene futuro en Latinoamérica, en la región habita el mayor número de personas intolerantes a la lactosa.
Hay otros ingredientes poco comunes que están ingresando al mercado, la doctora Barrera García, explica que el sargazo que invade las playas mexicanas jugará un papel importante en la elaboración de harinas. Argumenta que entre sus beneficios nutricionales hay calcio y fibra, además, se transforma en gel y sirve como aditivo natural de los alimentos.
Otras opciones son las harinas y polvos hechos de insectos. El polvo de grillo aporta más nutrientes que la carne: 100 gramos de ese ingrediente contienen alrededor de 70 gramos de proteína pura. Comparemos esto con 100 gramos de pollo o pescado que solo alcanzan alrededor de 21 a 25 de proteína.
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Conclusión: Una industria más responsable
El futuro de la humanidad sigue estrechamente vinculado al de la industria alimentaria y viceversa: el sector en su totalidad depende de la supervivencia humana. Entender esta codependencia debería obligar a las corporaciones a decidir por el bien de la especie y no solo por el beneficio financiero.
El advenimiento de un consumidor consciente es una buena noticia, lo ideal, es que la industria asuma su impacto en la salud de la población y en el medio ambiente.