Dicen que la tercera es la vencida. Primero probó suerte con el cultivo de diversos tipos de mosquitos. Después, con el huevo de la chinche de agua, o ahuautle, mejor conocido como el caviar mexicano. Al final, la bióloga Ivonne Márquez y su equipo decidieron cosechar tenebrio molitor.
De nombre extraño, ese coleóptero también llamado gusano de harina, se reproduce con facilidad, no necesita mucho espacio para crecer y tiene alto contenido de proteínas. Es una especie originaria de Europa, aunque actualmente se distribuye en todo el mundo.
Ese fue el comienzo. Hoy, la empresa Optiprot, una granja ubicada en Morelos, es pionera en México en la producción masiva de ese insecto comestible. Actualmente producen 400 kilos al mes, que comercializan en estado larvario. Cabe mencionar que naturalmente el proceso de desarrollo del insecto continúa hasta que llega a tener aspecto de escarabajo.
Lo comercializan deshidratado y molido bajo la marca Okuilli, que en náhuatl significa gusanito. Se vende en tres presentaciones. Hay bolsas de 250 gramos (290 pesos), 450 gramos (520 pesos) y de un kilo (mil 150 pesos). Su sabor es muy parecido al de la nuez, por lo que se puede combinar tanto con alimentos salados como dulces. Pastas, ensaladas y diversos tipos de carne; pero también es usado para hacer pasteles, frutas, hot cakes y muffins.
La idea de ofrecerlo deshidratado surgió porque el equipo de Optiprot, formado por expertos en áreas como fisiología de insectos, nutrición y ecología, está consciente de que su aspecto larvario puede hacer que la gente piense varias veces antes de dar la primer mordida. Sin embargo, ya molido hay menos rechazo, y así lo pueden espolvorear en diferentes platillos.
El tenebrio molitor contiene 53 por ciento de proteína y alrededor de 30% de ácidos grasos y es uno de los insectos que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda para su consumo. A pesar de ello, hace falta que la información relacionada con los beneficios en la salud del ser humano llegue a más personas.
Un insecto ignorado por las autoridades
En 2010, cuando Márquez tuvo la idea de emprender un negocio de cultivo de insectos, no existía información sobre cómo hacerlo. Ella se acercó a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (antes Sagarpa hoy Sader) y a la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), pero no hubo nadie que los pudiera orientar. “A la fecha no hay nadie que te pueda apoyar”, lamenta. “Creo que en el caso de los que estamos reproduciendo insectos, quizá somos nosotros los que vamos a tener que sentar las bases”.
Optiprot tiene cuatro trabajadores en el área de producción y un administrador. Márquez se encarga del área de dirección y producción, y tienen como asesor al doctor Humberto Lanz, quien tiene una especialidad en inmunología de insectos y también es socio de la empresa.
“Cuando en 2013 se dio a conocer una publicación de la FAO que explicaba la importancia de los insectos por su valor proteico, pensamos: ‘vamos por buen camino’ y ahí fue cuando empezamos a investigar más”, comenta la bióloga Márquez, quien es maestra en Genética por la Universidad British Columbia de Canadá.
Desde que se dieron a conocer en el mercado como productores de tenebrio molitor, querían convertirse en una empresa sustentable. Se percataron que podían generar una economía circular con cero desperdicios y mínimo impacto ambiental. Fue así como, además de las larvas, venden otro producto: las excretas (desechos) de los insectos, que se usan como abono orgánico alto en nitrógeno y minerales. “El abono puede utilizarse para sustituir agroquímicos. Nos hemos aliado con universidades e institutos de investigación para buscar innovar y mejorar los procesos”, agrega Márquez.
Otra de sus líneas de negocio es la venta de este insecto como alimento vivo para gallos de pelea, gallinas ponedoras y algunos reptiles.
Sobre si es un buen negocio cultivarlo, la bióloga, explica: “Siendo sinceros, todavía no, porque hay meses que nos va bien y otros que no. Aún no es un negocio completo. Hay gastos muy concretos porque son animales, tienen que comer y hay que darles buena cantidad de verdura, comen salvado y zanahoria. Normalmente nosotros compramos tonelada y media de alimento de forma mensual”.
La biología de un escarabajo rico en nutrimentos
Este insecto, en su etapa adulta, cambia tres veces de color: primero es blanco, luego café y después casi negro y cuando alcanza este último tono ya está listo para reproducirse.
“Las hembras ponen aproximadamente cinco huevos diarios durante un mes. Semanalmente separamos todos los huevos y más o menos tienen que pasar unos cuatro meses y medio para que lleguen a la etapa de larva y alcancen el tamaño que a nosotros nos gusta”, explica la empresaria. Cuando miden alrededor de 2.5 centímetros, se enfrían, luego se precocen y después ya están listos para meterse a un deshidratador.
El tenebrio molitor es una proteína 100% natural y se considera un superalimento porque aporta energía, mejora el ritmo cardíaco, ayuda a optimizar el proceso digestivo y a controlar el peso. Además contiene calcio, hierro, magnesio, zinc, potasio y Omega 3 y 6. Los especialistas aseguran que 100 gramos de Okuilli aportan el total de proteínas y ácidos grasos que requiere el cuerpo diariamente.
El interés de algunos sectores por conocer más sobre la producción de este insecto ha llevado a Ivonne Márquez a dar cursos de capacitación en la granja de Morelos. “Empezamos hace como un año. Hemos tenido estudiantes de Chile y muchas llamadas de chavos de Italia, Noruega y Alemania interesados en conocer el proceso.”
Las larvas más cotizadas a nivel internacional
El tenebrio molitor no es comestible en estado adulto, únicamente se le puede ingerir como larva y su popularidad cada día va en aumento, explica el maestro en Ciencias José Manuel Pino, investigador en el Instituto de Biología de la UNAM, y experto en el tema de insectos comestibles en México.
“Esa larva es uno de los insectos comestibles más comercializados en Europa por la facilidad de su cultivo en condiciones controladas y su rentabilidad para fines comerciales”, explica.
El especialista agrega que, en México, hay registros relacionados con su consumo en Michoacán, Jalisco y Veracruz, mientras que se producen en Xalapa y Cuernavaca. Además se realiza investigación en la Ciudad de México, Aguascalientes y Quintana Roo. Pero no se equipara con el manejo en España, China, Francia y Países Bajos, lugares en los que se produce a nivel industrial.
Junto con la doctora Julieta Ramos Elorduy, el profesor Pino coescribió, “Los insectos comestibles en el México antiguo”, ambos han publicado investigaciones en Alemania, Brasil, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Francia, India, Países Bajos, Perú y Venezuela, entre otros.
Un bicho que refuerza las defensas en tiempos de COVID-19
Pese al momento que actualmente se vive con la pandemia del coronavirus, Optiprot continúa trabajando. Quienes estén interesados en adquirir sus productos pueden escribirles a través de su página de Facebook. “Eso nos permite estar en contacto con la gente y ofrecer la proteína que es básica para poder reforzar el sistema inmunológico, que es lo que más necesitamos”.
Los principales clientes de Optiprot se ubican en la Ciudad de México. Una vez que la pandemia dé tregua y la industria comercial se reactive, se les podrá encontrar en diversos espacios como el Bonito Tianguis, una iniciativa de comercio justo que apoya a productores locales.
El tenebrio molitor deberá beneficiarse de la buena fama de los insectos por su alto valor proteico. Señalados por la FAO, como los alimentos del futuro, sin duda hace falta mayor difusión de sus bondades nutricionales. El trabajo en México ya empezó. La bióloga Márquez y su equipo allanaron el camino.