Imagina un rancho en el que las reses caminan libres por el campo. Toros, vacas y hasta borregos se alimentan sólo de hierbas, el alimento que realmente pueden digerir sus estómagos. Una vida libre de estrés (incluso con menos moscas que los molesten) se desarrolla a la sombra de árboles que además les procuran alimento. Todo eso ya existe y se llama ganadería sustentable.
Rancho Kampepén, en Mérida, Yucatán, es un lugar así. En él se ha establecido un sistema de producción sustentable de alimentos que procura el cuidado de los animales, permite conservar los recursos naturales y fortalece los ecosistemas. Este proyecto se ha denominado GANA (Ganadería y Ambiente), y fue creado en conjunto por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Francisco Galindo, coordinador de GANA y académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, comenta que un factor fundamental en pro de la ganadería amigable con el medio ambiente es el calentamiento global. “Sabemos que el sector ganadero contribuye con un buen porcentaje de los gases de efecto invernadero debido a la alimentación que se le proporciona al ganado y el metano que emiten los animales”.
También hay motivaciones económicas para cambiar los esquemas de producción de carne dominantes. Carmen Huerta, investigadora titular A del Departamento de Biodiversidad y Ecología Animal del Instituto de Ecología AC (Inecol), señala que el uso de agroquímicos, utilizados para generar los enormes pastizales que han de alimentar al ganado, disminuye las ganancias que los productores obtienen al comercializar la carne y los productos derivados de sus animales (leche, quesos, pieles, lana…).
El proyecto GANA inició con un financiamiento del Fondo para Prosperidad del Reino Unido. Busca medir el bienestar animal y la viabilidad económica en la producción. GANA y Rancho Kampepén son un punto de encuentro para académicos que realizan más investigaciones relacionadas con la ganadería, como el cambio climático, cadenas de valor sustentable y biodiversidad, entre otras.
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¿Hasta cuándo el mercado seguirá favoreciendo la cría convencional de ganado?
Desde mediados del siglo pasado se ha practicado lo contrario a la ganadería sustentable: la llamada ganadería convencional. Se trata de una producción industrializada de ganado estabulado (criado en establos), en engorda, bajo condiciones artificiales que buscan incrementar la producción de carne para consumo humano, y que poco consideran el bienestar de los animales, o al medio ambiente.
“Los seres humanos creemos que somos el centro del universo y no lo somos. Somos parte de una cadena. No todo se ha hecho mal en la ganadería, pero sí hay prácticas que no se debieron haber hecho”, señala a Goula Carmen Huerta, quien también figura entre los compiladores del libro Ganadería Sustentable en el Golfo de México, publicado por el Inecol en 2018.
Ese libro señala que la producción ganadera es considerada la actividad económica que más recursos naturales utiliza en sus procesos. Ocupa cerca del 30% del territorio del planeta y 70% de las tierras agrícolas. “En muchas partes del país se han talado bosques y selvas originales para poder introducir el ganado, lo que termina por devastar estas zonas”, explica Huerta.
Además de evitar más pérdida de espacios naturales debido a la crianza de ganado convencional, la investigadora del Inecol expone otras razones por las que deberíamos voltear hacia la ganadería sustentable. Uno de los puntos clave es el trato digno a los animales, ya sean vacas, borregos, cabras o puercos. El desarrollo pecuario sustentable es la forma de reparar parte de ese daño.
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Prácticas de crianza ganadera amigables con los animales y el planeta
“La ganadería sustentable es una serie de actividades encaminadas a integrar y satisfacer la demanda de productos de origen animal, pero sin descuidar las dimensiones social, ambiental y de bienestar animal”, define el académico de la FMVZ, Francisco Galindo.
Estas son algunas de esas prácticas
El silvopastoreo
Es una forma de producción animal que combina pasto, árboles y ganado. Los animales cuentan con varias horas al día para pasear y pastar libremente por áreas delimitadas por los mismos árboles, lo que es llamado como cercos vivos.
Rotación de ganado
Se establecen enormes cuadrantes de pastaje. La presencia de ganado se alterna en estos espacios para evitar el desgaste del suelo. El pasto se agota por completo y el campo queda lleno de estiércol, pero aquí sucede la magia de la naturaleza: “Existen microorganismos e insectos que se encargan de los desechos de las vacas. Los escarabajos del estiércol, por ejemplo, entierran la materia fecal, limpian el campo para que éste se regenere. Pero los agroquímicos están afectando a estos insectos”, expone Huerta.
Alimentación de pastizal
Al alimentarse de pasto, plantas forrajeras y demás hierbas que proporcionan los árboles, el ganado genera heces que no tienen impacto en el ecosistema. Al contrario, son el abono ideal para la tierra. “Con las diferentes dietas que se pueden dar en sistemas de silvopastoreo, sin duda se puede disminuir la emisión de metano en comparación con un sistema de engorda intensivo con base en granos”, agrega Galindo.
Es un ganar-ganar en el sentido que se busque. La presencia de árboles incluso fomenta la presencia de más fauna benéfica para la producción ganadera. Carmen Huerta asegura que la falta de vegetación y el uso de agroquímicos ha menguado la presencia de las garzas garrapateras que mantienen libre al ganado de estos ácaros. Los pájaros también ayudan, pues se comen las larvas de las moscas. La convivencia con las aves disminuye de manera considerable la presencia de los insectos que molestan al ganado.
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Una nueva ganadería es posible
El Rancho Kampepén es pionero en la producción pecuaria sustentable en México. Existen más casos en estados como Oaxaca, San Luis Potosí, Michoacán y Veracruz, pero por ahora son “garbanzos de a libra”.
Para el académico de FMVZ de la UNAM, la ganadería sustentable en México aún se encuentra en una etapa incipiente. “El tema se incluye mucho en el discurso, pero al final de cuentas no se ha hecho lo suficiente”.
Sin embargo, no hay desánimo. El coordinador de GANA percibe cada vez más interés de los productores en estas prácticas. Ya comienzan a considerar los beneficios que la ganadería sustentable podría traerles desde el punto de vista del mercado.
“Se puede alcanzar un equilibrio que redunde en menos gastos para el productor y más bienestar para los animales”, respalda Carmen Huerta. Los investigadores apuestan a que en algún momento los consumidores demandarán carne proveniente de buenas prácticas pecuarias.
Entonces, aquellos ganaderos que den un trato digno a los animales, que colaboren en la preservación de los ecosistemas y que combatan el cambio climático se verán favorecidos. Galindo no tiene dudas: “La ganadería sustentable puede ser un modelo de negocio exitoso. Y tarde o temprano eso va a suceder”.