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Frutihelados Lemarsa suman sabor y originalidad

HELADO EN CÁSCARA NATURAL DE FRUTA 2 1

Goula Awards

El ganador en la categoría de Mejor Empaque Ecológico en los Goula Awards se abrió paso en las tienditas chinas. En la envoltura está la clave de su éxito.

Entre el Estado de México y Hong Kong hay más de 14 mil kilómetros de distancia. Un océano los separa. Ello no impide que asiáticos y americanos compartan un mismo placer: comer helado. En  las tiendas de conveniencia y restaurantes de la cosmopolita Cantón (Guangzhou) se vende el mismo helado que en las misceláneas, restaurantes y hoteles de Ecatepec. Su presentación en la cáscara de la fruta lo hace antojable, pero la verdadera razón de los chinos para comprar helado mexiquense es su sabor.

¿Por qué los asiáticos importan 40 mil piezas de helado cada tres meses? La respuesta la tiene su creador, el ingeniero Rubén León, director de Frutihelados Lemarsa, quien asegura que privilegiar los productos del campo nacional y el rescate de las recetas tradicionales le han abierto mercado nacional e internacional.

La historia de Frutihelados Lemarsa, ganador de la categoría de Mejor Empaque Ecológico en la entrega de los Goula Awards, arrancó en marzo de 2007. El mercado demandaba otros productos, “más auténticos, más sanos. Sin colorantes ni esencias, hechos en casa, como los hacían las abuelitas”, recuerda Rubén.

El rescate de recetas tradicionales con técnicas de cocción -como el macerado y el tostado exacto- en las que se invierte tiempo, cuidado y paciencia; son diametralmente opuestas a las preparaciones industrializadas que saturan los contenedores de helados y paletas en las tienditas.

La complejidad estaba en desarrollar una receta sin conservadores y que mantuviera en estado óptimo el helado hasta por 12 meses, siempre y cuando, no se pierda la cadena en frío. Lo consiguieron. Sólo usan fruta natural comprada directamente a los productores, además de lácteos y azúcar. Nada de colorantes ni esencias químicas que intentan igualar sabores. El as bajo la manga, que a la larga resultó ser su distintivo particular es su presentación. Son los únicos que venden helado en la cáscara de la fruta.

manzana con helado

A simple vista una manzana, piña o coco parecen contener su propia pulpa congelada, pero los Frutihelados Lemarsa se distinguen por conservar ese sabor y convertirlo en un helado suave, “el empaque es una sorpresa inesperada que ahora nos define”, explica Rubén. 

Sus primeras ventas fueron a bordo de camionetas repartidoras con perifoneo, la aceptación los llevó a las tienditas y a los mercados, un empujón más, los colocó en establecimientos más grandes como restaurantes, hoteles y moteles. De vender 250 piezas a la semana, ahora venden 20 mil al mes. Entregan en el 60% de los estados del país, exportan a China y planean llegar a otros países.

Rubén asegura que tiene un “producto campeón en las manos”, sabe que el consumo de helado a nivel mundial crece año con año y que la mejor manera de llegar al consumidor es con una propuesta de valor.

“En Estados Unidos, Nueva Zelanda e Inglaterra han dejado de comprar productos industrializados, hay un regreso a las opciones más sanas y mejor preparadas, ese es el mercado que está en ascenso y nosotros entramos en ese nuevo perfil”, sostiene el empresario.

Por el momento, Frutihelados Lemarsa ha crecido poco a poco, saben que con un socio e inversión de capital las oportunidades se pueden multiplicar pero también los riesgos, “hasta que no aparezca uno bueno seguiremos así”, afirma su propietario.

Rubén no tiene prisa, considera que su empresa es sólida incluso en momentos de bajo consumo como el actual confinamiento, sus principales compradores -hoteles y restaurantes- ahora están cerrados. Crearon una nueva estrategia y regresaron a la venta cercana con el reparto en misceláneas, “al menos con eso sale para seguir pagando a todos los empleados y seguir produciendo, ya vendrán tiempos mejores”, confía Rubén.

elote con helado

Por otro lado, la exportación es una oportunidad que piensan seguir explorando, ahora que ya tienen más experiencia y conocen de permisos y trámites.

“No se me olvida la cara de sorpresa y felicidad de el chino que probó mis helados, luego luego sacó un cheque y ya quería comprarlos todo, pero todavía faltaba todo el papeleo. Se convirtió en un buen negocio y yo nada más fui a que probaran mis helados”, recuerda sobre su ahora socio, el señor Parkele. Ambos se conocieron en 2014 durante una exposición de productos mexicanos en Hong Kong, que fue organizada por ProMéxico y la entonces Sagarpa, hoy Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Después de ese viaje, Rubén sabe que más de 14 mil kilómetros no cambian en nada el gusto por el buen helado.

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