Los consumidores actuales están dispuestos a pagar un precio más elevado por aguacates, mangos, papayas o brócolis frescos y libres de químicos. Los fertilizantes orgánicos viven su momento dorado porque hay mayor preocupación por el origen de los alimentos, promueven un modelo agrícola más rentable y son más baratos que sus contrapartes químicas.
En México sólo se fertiliza el 35% de la superficie sembrada (se estima que el 95% de los fertilizantes que se usan en este país son químicos). Es un nivel evidentemente bajo, y más si lo comparamos con el 70% que alcanzan países líderes en el panorama agrícola mundial como Estados Unidos y Brasil. Aún con ello en contra, nuestro país es actualmente el séptimo exportador internacional de agroalimentos, según cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
“Tenemos esa gran oportunidad para producir más alimentos y acercarnos a la tan anhelada seguridad alimentaria. Ahí es donde entra el rol fundamental de los fertilizantes. Y los fertilizantes orgánicos son una alternativa más para los productores mexicanos”, señala Rafael Rodríguez, director general de la Asociación Nacional de Productores y Comercializadores de Fertilizantes (Anacofer).
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Lombrices y hongos para nutrir la producción
Los fertilizantes orgánicos son aquellos que se forman de manera natural o con apenas una pequeña intervención del hombre. Su origen puede ser animal, vegetal o mineral.
Entre los fertilizantes orgánicos se pueden encontrar formulaciones enriquecidas con calcio, azufre y zinc, entre otros minerales añadidos.
Existen, por ejemplo, los fertilizantes generados por el proceso de alimentación, digestión y excreción de lombriz, como los que produce la empresa mexicana Fernatol. “Nuestros fertilizantes orgánicos entran en la categoría ‘biofertilizantes’”, explica Alejandro Villafaña, director de este agronegocio ubicado en el estado de Puebla.
También existen biofertilizantes con base en hongos, por citar otro ejemplo. La implementación de cada uno de ellos depende de las necesidades y problemas de cada cultivo.
“Independientemente de las distintas aplicaciones, todo debe partir de un correcto análisis del suelo para saber realmente lo que tu cultivo necesita, en qué momento lo requiere, en qué cantidades, qué mezclas…”, subraya el director general de Anacofer.
Las ventajas de los fertilizantes orgánicos son muchas. Entre ellas: activan las defensas naturales de las plantas, y en el suelo aumentan la materia orgánica y permiten la fijación de carbono (lo que mejora la capacidad de absorber agua), consumen menos energía para su producción (con lo que ayudan a una gestión sostenible de los recursos) y, sobre todo, estimulan la germinación, el crecimiento y aumentan la producción de flores y frutos.
Un análisis realizado por la empresa Biofábrica Siglo XXI expone el caso de una parcela de caña en Zacatepec, Morelos, que tras siete años con el uso de biofertilizantes, incrementó sus rendimiento en un promedio de 30%.
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El momento de los nutrientes orgánicos
Una de las pocas desventajas de los fertilizantes orgánicos, el precio, se ha desvanecido debido a la pandemia y sus consecuencias. Alejandro Villafaña explica que antes de la emergencia sanitaria los precios de sus fertilizantes estaban alrededor de 35% por encima de los fertilizantes químicos.
En este momento, debido a la crisis en los fletes de los productos traídos de otros países, los fertilizantes orgánicos se encuentran hasta 20% más baratos respecto a los nutrientes químicos. “Es un momento de oportunidad. Los productores se están acercando, y cuando vean que con los fertilizantes orgánicos no degradan sus suelos, sino que los recuperan, se darán cuenta de que vale la pena la inversión”, estima Villafaña.
Eso sí, tanto el director de Fernatol como el director general de Anacofer coinciden en que uno de los principales problemas es que existen muchos fertilizantes que se dicen orgánicos sin serlo. “Los productores deben buscar que los productos que adquieran cumplan con la normatividad mexicana y de preferencia con alguna certificación”, aconseja Rafael Rodríguez.
En el caso de México, el registro del fertilizante ante Cofepris es la garantía de que los agricultores están por adquirir un producto orgánico auténtico.