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Estas Marcas De Bebidas Alcohólicas Sacuden El Monopolio Gubernamental En Colombia

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Estas marcas de bebidas alcohólicas sacuden el monopolio gubernamental en Colombia

Conoce las historias de negocio que podrían terminar con el monopolio de 130 años que casi arruina a la industria de destilados colombianos.

La venta de bebidas alcohólicas en Colombia se está transformando. Durante 130 años ha dependido de un modelo de negocio rentista, en donde todas las utilidades van a parar a las arcas del estado. Ahora, con las modificaciones a las leyes y una nueva generación de emprendedores que están dándole la vuelta, esto va a cambiar.

El siguiente paso es reactivar la producción nacional, ofrecer apoyo y acompañamiento real a los pequeños y medianos productores y regular un mercado que por años estuvo sumido en el retraso por la falta de innovación y tecnificación.

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Mil Demonios: un aguardiente que sigue los pasos de las bebidas regionales

El aguardiente es la representación por excelencia de las bebidas colombianas, para muestra, la canción de Silva y Villalba, que suena como un himno de generación en generación en Colombia y versa así:

“A mí deme un aguardiente, un aguardiente de caña. / De las cañas de mis valles y el anís de mis montañas. / No me den trago extranjero / Que es caro y no sabe a bueno”.

Mauricio Gutiérrez es socio fundador de la marca de aguardiente súper premium, Mil Demonios, que rescata la elaboración tradicional de aguardiente 100% colombiano. Su bebida ya ha recibido dos medallas de plata en la San Francisco World Spirit Competition en 2018.

“Nuestro objetivo realmente es recuperar el mercado que ha perdido el aguardiente. Desde 2017 vimos una oportunidad de empezar a presentar al mundo los aguardientes superpremium”, dice Gutiérrez.

El destilado, que actualmente es maquilado en la gobernación de Magdalena, ya se distribuye en varias regiones del país. Esto fue posible sólo tras demostrar que no eran una competencia para los productos de las industrias departamentales.

Parte de su estrategia consiste en un precio elevado, casi cuatro veces más costoso que otros aguardientes nacionales que no se ostentan con el título premium.

Gutiérrez está confiado en posicionar así a la marca: “así lo hicieron los piscos, las cachazas, los tequilas y los mezcales”. También adelanta que están trabajando en una denominación de origen junto a otras marcas para la exportación del aguardiente colombiano y garantizar que su producción sea alcohol 100% nacional.

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Estas marcas de bebidas alcohólicas sacuden el monopolio gubernamental en Colombia
 

Ron Parce: el aguardiente colombiano que triunfó en el extranjero

Ron Parce inició en 2009 y desde entonces, sus propietarios tramitaron sus permisos de exportación. Ocho años después, tras lograr importantes reconocimientos, como ganar en 2015 el San Francisco World Spirits Competition en la categoría de “Mejor Ron del Mundo”, finalmente pudo vender en el país que lo produce.

Actualmente, se producen cerca de 40 mil botellas de dos etiquetas, el ron de ocho y el de 12 años. Están ampliando su portafolio de productos con un ron de tres años y otro que es una mezcla de varios rones con críticos.

“Siempre fue muy complicado el inicio, por los permisos del Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos) y el monopolio que existía en el país. La ley solo nos dejaba producir para exportar, porque supuestamente le quitábamos el mercado a las licoreras. Para lograr ese permiso nos tocó gestionar, tener mucha paciencia y esperar muchísimos años, por eso empezamos a vender en Estados Unidos”, comenta Patrick Power, CEO y cofundador de Parce.

Aguardiente Desquite se produce gracias al cambio de legislación

Producido en San Francisco, Cundinamarca, Aguardiente Desquite fue una de las marcas que nació gracias a las nuevas leyes. “Vimos en esta ley una ventaja al ver que en Colombia hay consumo y demanda, pero no oferta. El país en 2019 vendió 59 millones de botellas de aguardiente y 36 millones de botellas de ron, pero en su mayoría fueron producidas sin alcohol nacional”, dice Julio Molano, gerente de Desquite.

Por ello, Molano prefiere innovar en calidad y empaque, pero añade que deben ser cuidadosos porque su producto solo tiene permiso de venta en Cundinamarca.  “Próximamente vamos a sacar un ron, pero aún hay mucha incertidumbre porque las restricciones continúan”.

La meta de Aguardiente Desquite es capturar cerca del 5% del mercado de esa bebida, por lo que buscan tener destiladores con una capacidad de 20 mil litros.

“Con cuatro de estos alambiques podríamos llegar a producir 2.5 millones de botellas de ron y 3 millones de botellas de aguardiente”, asegura.

Viche: la bebida de las comunidades afrodescendientes

Onésimo González es un productor artesanal de viche, licor patrimonio de las comunidades afrodescendientes del pacífico colombiano. Pertenece a la quinta generación de una familia que aprendió el oficio de destilar caña desde 1852. Hoy avanza en formalizar su producción y en la construcción de la marca Mano de Buey.

Sostiene que la Ley del Viche aprobada en noviembre del año pasado aún no está regulada y las comunidades están desprotegidas.

“Se logró estructurar una ley que en vez de generar un beneficio, nos ha hecho daño, porque se abrió la puerta a que se pudiera producir viche en cualquier territorio nacional. No contemplaron recursos para apoyar la distribución y comercialización desde los territorios, es muy costoso trasladar el licor. La falta de reglamentación puede ocasionar que el mercado sea cooptado por poblaciones que no están en los territorios en los que originalmente se produce viche”, sostiene González.

El productor artesanal asegura que se debe apoyar la producción nacional en vez de importar un alcohol de mala calidad.

González sigue a la espera de una visita del Invima para que le otorguen permisos de comercialización a gran escala de su producto, el cual ya se vende –como lo permite la ley– entre particulares en algunas capitales del país.

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