La crisis económica ocasionada por la pandemia de COVID-19 sumada a la falta de inversión y apoyo de las autoridades federales a los diversos sectores repercutieron en la creación de menos empleos, en la precarización de los mismos y en la disminución de salarios. Ello trajo una disminución en el consumo, la industria de alimentos y bebidas no fue la excepción.
De acuerdo con Juan Ignacio Gil Antón, presidente del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), la falta de inversión, tanto pública como privada, se debe a la incertidumbre creada por las políticas públicas impulsadas por la actual administración federal.
En la industria de alimentos y bebidas existe un temor que se vio reflejado en la reducción de ganancias que las empresas acumulan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Por ejemplo, en lo que va de 2021, el precio de las acciones de Herdez se redujo 17.20%; La Comer, 11.77%; y Gruma, 8.50%.
La caída fue aún más grave en la pequeñas y medianas empresas (pymes), según cifras del Estudio sobre la Demografía de los Negocios, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), quienes señalan que durante 2020 cerraron de manera definitiva un millón de establecimientos y sólo se crearon 619 mil.
Lo anterior, aunado a las medidas implementadas para evitar la propagación de COVID-19, sumaron la perdida inmediata de 12 millones de empleos, de los cuales hasta mayo del presente año no se habían recuperado 2 millones 500 mil de los que había hasta marzo de 2020.
Finalmente, en su Análisis Económico Ejecutivo, Gil Antón concluyó que la recuperación económica del país estará basada en las grandes empresas, con lo que “se agudizará la desigualdad, crecerá aún más la pobreza, será muy complicado conseguir un empleo y seguramente la remuneración, en su caso, será menor. Entonces habrá tasas de crecimiento, pero no mejoría en las condiciones de vida de muchas familias, es decir, las decisiones del gobierno federal provocarán fundamentalmente un crecimiento en la desigualdad y en la pobreza, además de limitar a futuro un crecimiento económico sostenible”.
