De ser uno de los regalos que México le dio al mundo, hoy la vainilla mexicana no figura en el mercado internacional. Alrededor de 2 mil pequeños productores continúan con el cultivo en el país y sólo generan, si acaso, el 1% de la producción mundial.
La vainilla natural mexicana enfrenta la, “eventual posibilidad de que se extinga por una combinación de factores adversos, como la aparición de plagas, falta de apoyos gubernamentales, sobreexplotación y la competencia que representan los extractos artificiales”, se lee en el libro, Denominaciones de origen, orgullo de México, editado por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial en 2016.
La Denominación de Origen Vainilla de Papantla que se siembra en 20 municipios de Veracruz y 19 de Puebla, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el 18 de agosto de 2011.
“Como muchas otras tantas cosas, el cultivo se abandonó”, refiere Ricardo Muñoz Zurita, historiador gastronómico, investigador, chef y empresario.
El cocinero resalta no sólo la calidad, también la variedad que se cultiva en la región comprendida como denominación de origen. “Hay más de nueve opciones, es una familia de vainillas que son patrimonio vegetal y culinario. Esto no debería pasar”, sentencia.
Muñoz Zurita afirma que la realidad que vive Papantla es complicada pero que hay otros estados fuera de la denominación de origen en los que también se siembra la planta, como Oaxaca y Colima.
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Improvisación y hasta delincuencia amenazan el cultivo de vainilla mexicana
Pese al panorama, hay productores que eligen la vainilla, como Norma Gaya, directora general de Gaya Vainilla y Especias. Ella pertenece a la quinta generación de una familia que se ha dedicado al cultivo y comercialización de la vainilla natural mexicana.
La empresa es uno de los últimos productores de la planta en Gutiérrez Zamora, Veracruz. También es líder en producción, industrialización y exportación de vainilla 100% natural y aporta el 80% de la que se produce en el país. Cuenta que el producto nacional no abastece ni el 1% de la demanda mundial de vainilla, a pesar de la denominación de origen.
Sobre las razones que han llevado a un escenario de posible extinción, Gaya se lamenta: “Es por nosotros mismos, por nuestra falta de amor a México”.
La vainilla nacional es una planta que tarda cuatro años en dar su primera vaina y tiene un proceso de maduración de por lo menos ocho meses. Sin embargo, su precio, en el mercado internacional, puede llegar a cotizarse en 520 dólares el kilo, lo que atrae a muchos improvisados que pretenden ser expertos.
Gaya cuenta cómo estos advenedizos cortan la vaina antes de tiempo, lo que reduce su calidad. “Su único fin es obtener ganancias más rápidas pero ello pone en riesgo la producción. Si dejáramos que la planta madure los nueve o 10 meses ideales, la vainilla mexicana podría competir en calidad o ser la mejor vainilla del mundo”, dice la productora.
Otro de los factores que contribuyen a este desastre es la falta de un consejo regulatorio y, para rematar, la inseguridad alcanza al cultivo. Todas estas razones provocan que no haya muchas empresas que quieran entrar al mercado.
“Los productores tienen que dormir armados dentro de sus plantaciones para cuidar su vainilla. No hay ley que proteja al productor: si alguien le roba, no pasa nada. Este año, entre la sequía y robo, se perdió más del 50% de la producción”, asegura Norma.
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La lección a aprender de Madagascar en el cultivo de vainilla
El principal reto es que productores, empresarios, centros de investigación y gobierno establezcan tiempos y procesos y que se cumplan con efectividad como ocurre en Madagascar. Ese país domina entre el 80 y 85% del cultivo de la planta. Ahí hay miles de productores con una capacidad de producción pequeña.
Otra ventaja que tienen en el continente africano es que no padecen fusarium, el peor enemigo natural de la vainilla mexicana, una enfermedad que tiene la capacidad de infectar y acabar con cultivos completos. Además, en Madagascar reciben apoyo del gobierno francés, de grandes empresas que tienen plantaciones y del CIRAD, un centro de investigación agrícola, ubicado en Isla Reunión, que los ayuda con las enfermedades que pueda enfrentar la planta.
“No se necesitan grandes extensiones de siembra de vainilla, sino un sembradío traspatio al que una familia pueda brindarle toda la atención que requiere y así asegurar la producción y disminuir las pérdidas. ¼ de hectárea puede dar hasta una tonelada de vainilla”, explica Norma.
Entre las aportaciones de Gaya Vainilla y Especias para preservar los cultivos están la firma de convenios con universidades que permiten una respuesta inmediata a los problemas en campo, pero lo más complicado ha sido enfrentar el desinterés tanto de estudiantes universitarios nacionales, como de productores. Mientras los primeros se resisten a visitar los cultivos, los segundos cobran apoyos gubernamentales pero no se preocupan por las plantas.
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Bimbo y Palacio de Hierro quieren vainilla de Papantla
Norma afirma que Bimbo, la empresa líder de panadería en México, los contactó porque están interesados en incluir productos naturales en sus productos.
“Nos dicen que hay una nueva generación de consumidores que no quieren productos artificiales, por eso ellos están interesados en meter ingredientes naturales a sus productos. ¡Qué maravilla para el campo mexicano que una empresa tan importante, en vez de irse a Madagascar, voltee y diga: “A ver, México, qué tienes para ofrecerme!”, comenta Norma.
Aunque este no es el único acercamiento que han tenido con la industria, la empresaria refiere que tienen 10 años intentando entrar a las tiendas de autoservicio pero el precio no se los permite. “Es alto en comparación con el producto artificial, aunque les hemos propuesto que nos pongan en un anaquel diferente. Seguimos tocando puertas, no nos vamos a dar por vencidos. En Palacio de Hierro estamos por lograr que nos den un espacio”, cuenta orgullosa.
Y sí, tanto en supermercados como en tiendas de conveniencia es muy raro encontrar vainilla natural.
De no atender la problemática que rodea al cultivo, ¿estaríamos hablando de los últimos momentos de la vainilla mexicana?, le preguntamos a Norma. “Sí, por supuesto. Lamentablemente sí. Se puede vivir bien de la vainilla natural, puede ser un excelente negocio, hay que poner orden y encontrar el camino”.