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Dos Mexicanos Venden Tamales En Estados Unidos Y Triunfan Pese A Tener Todo En Contra

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Dos mexicanos venden tamales en Estados Unidos y triunfan pese a tener todo en contra

En Phoenix y Nueva York, dos historias de éxito envueltas en hojas de maíz. Marketing y redes sociales impulsan el emprendimiento de Happy Tamales y City Tamale.

Tamales mexicanos para los estadounidenses… y para los ecuatorianos, colombianos, indios, guatemaltecos, japoneses… Imelda Hartley e Israel Veliz descubrieron su nicho de mercado, lo analizaron, adaptaron sus productos y hoy triunfan con la venta de tamales en Estados Unidos. Estas son las historias detrás de sus triunfos:

Happy Tamales
El fin de una vida de violencia y un boleto para el Super Bowl

Imelda Ontiveros nació en Sinaloa, aunque, como ella dice, es de crianza sonorense. Imelda vivió lo que ningún niño debe vivir. Su primer trabajo fue a los 6 años en una congeladora de camarones porque tenía que aportar económicamente en su casa. Fue víctima de abusos sexuales. A los 12 años, con el consentimiento de sus padres, tuvo que irse a vivir con un hombre. “Hasta que le robé dinero para un taxi y escapé de Hermosillo”, recuerda Imelda.

La pequeña trabajó como empleada doméstica en distintos lugares, ocultándose. Juntó algo de dinero y decidió ir a Tijuana en busca de un hermano que casi no conocía. “No crecimos juntos, sólo tenía ciertos datos de por dónde andaba”, explica. En realidad, se trataba de un alma vulnerable y errante.

Imelda llegó a las playas de Tijuana y no se le ocurrió otra cosa que caminar y caminar “Comiendo un coco porque tenía hambre”, recuerda. Sin darse cuenta, cruzó a Estados Unidos. Del otro lado de la frontera Imelda conoció a Mercedes Ojeda, quien la adoptó. Fue parte de la familia de Mercedes por ocho años.

Imelda hizo vida en Estados Unidos. Se casó con un estadounidense de quien adoptó el apellido. Trabajó y tuvo hijos. Se separó de ese su primer esposo. Vivió en San Diego y en California. Pero Imelda Hartley aún no podía escapar de la violencia familiar que estaba arraigada en su vida. La joven tuvo relaciones sentimentales con hombres iracundos que incluso la golpeaban hasta mandarla al hospital. “Yo era muy inteligente para hacer negocios y trabajar, pero era tonta para otros aspectos”, recuerda.

Huyó de la última de esas relaciones para intentar una nueva vida en Phoenix. Para sobrevivir se le ocurrió hacer tamales para vender. Adaptó un carrito de supermercado y comenzó a ofrecerlos junto a una lavandería. Estuvo así cinco años. “Véndeme tu sueño”, un programa de televisión, le ayudó a darle rumbo a su emprendimiento. “Fui al programa porque yo quería vender más tamales para ayudar a mujeres como yo, víctimas de violencia doméstica, a que se empoderaran económicamente”.

Dos mexicanos venden tamales en Estados Unidos y triunfan pese a tener todo en contra
 

Una incubadora de emprendimientos, parte de la producción del programa, la ayudó a prepararse y desarrollar su idea de negocio. “Ahí descubrí que no es lo mismo que tus tamales estén ricos y vender para sobrevivir que vender con estrategias de mercadotecnia. Luego tomé otro curso y otro curso, no paré”.

Imelda Hartley, en efecto, resultó ser una mujer con intuición para los negocios. Desarrolló una marca y aprovechó la clientela que labró durante todos esos años. Era 2015 y el inicio de Happy Tamales.

“Dejé de vender junto a la lavandería y ya sólo trabajaba por pedidos”. Descubrió el mundo del catering y que con redes sociales podía llegar a muchas más personas, a quienes tuvo que adaptarse. “Ya no podía vender sólo tamales mexicanos. Me pedían tamales hondureños o guatemaltecos. Los hicimos e innovamos: hoy tengo hasta tamales japoneses e indios”, afirma Imelda.

Gratitude Tamale está hecho con carne de borrego, chile rojo y especies. Hope Tamale tiene cerdo, pollo y salsa verde. New Beginning Tamale combina zanahorias, calabaza, espárragos, portobello, pimientos, jalapeño, cilantro y cebolla. Son sólo algunas de sus creaciones. Todos los tamales de Imelda Hartley tienen nombres que transmiten la fuerza y los sentimientos de una mujer que logró salir de un abismo emocional de lo más oscuro. Y que quiere ayudar a que más mujeres lo logren.

Imelda Hartley ofrece trabajo a mujeres que requieren ayuda porque han atravesado por episodios de violencia intrafamiliar. También es voluntaria en diversos programas de apoyo del Consulado General de México en Phoenix, lo que la ha llevado a ser una de las líderes comunitarias más reconocidas.

Happy Tamales superó los 100 mil dólares en ventas en 2022. Imelda y sus Happy Tamales participaron este año en el Taste of the NFL, evento culinario con motivo del Super Bowl y que recauda fondos para luchar contra la inseguridad alimentaria de los niños. “Además me dieron boletos para entrar al juego”, comparte con emoción la empresaria.

La mente emprendedora de Imelda no se detiene. El siguiente paso es convertir su servicio de catering en franquicias. “No es importante cuánto dinero se va a generar, sino a cuántas vidas puedo impactar y empoderar. Eso es lo más importante. Será una franquicia justa para cualquier mujer que quiera emprender en este negocio”.

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Dos mexicanos venden tamales en Estados Unidos y triunfan pese a tener todo en contra
 

City Tamale
Aparecer en el New York Times, la graduación del “Rey de los Tamales”

Israel Veliz nació en Estados Unidos. Vivió en la ciudad de Nueva York hasta los cinco años, cuando sus padres decidieron regresar a México. “Querían que yo y mis hermanos conociéramos nuestras raíces, nuestra cultura”, nos comenta Israel.

Sus primeros años escolares transcurrieron en Puebla. Los tamales estuvieron siempre presentes. “Tamales en las kermeses, guajolota y atole en la mañana, tamales en la noche, en muchas esquinas…”, recuerda.

Cuando Israel terminó la secundaria decidió que quería continuar sus estudios pero en Estados Unidos. “Te soy honesto, yo amo México, me siento mexicano pero siempre fui un extraño. Es el problema que tenemos los hijos de migrantes: no somos ni de aquí ni de allá”, comenta con el acento y las palabras propias de quien tiene que lidiar con esas dos identidades.

Sus padres le dieron todos los ahorros familiares y lo dejaron ir. Israel viajó solo, a sus 15 años, de regreso a Nueva York. Llegó a vivir con unos familiares, pero tenía que pagar su renta, servicios y comida, como todos. A la par de que se inscribió en high school, consiguió un trabajo de lavaplatos en un McDonald’s. Su trabajo en distintos restaurantes, como mesero, hostess o food runner (pero nunca en la cocina), le permitieron enviar dinero a su familia en México y seguir sus estudios hasta entrar a la universidad.

“Estudié contabilidad y en mi último año del college decidí que eso no era lo mío. Llevaba años trabajando en restaurantes y me encantaba. Decidí que lo más inteligente era capitalizar lo que ya conocía”, comparte Veliz. Durante sus clases, Israel tuvo que hacer el clásico proyecto de diseñar un negocio desde cero, eso lo marcó. “Me gustó mucho la idea pensar en logotipo, los colores, la propuesta de valor de un negocio propio”.

A su pasión por la comida y la atención a la gente se le sumó su gusto por los tamales. Ahí detonó la chispa. Israel se dio cuenta que en la ciudad de Nueva York, repleta de vendedores ambulantes, no había un negocio que ofreciera tamales a un público más general. No solo a la comunidad mexicana.

Israel tenía clara la meta, pero por algo tenía que empezar así que en 2014 comenzó a construir las bases del negocio: diseño su logotipo, pensó en los colores y tipografía que deberían tener su imagen, vio tutoriales en internet para aprender a hacer tamales, planteó sus dudas a sus amigos cocineros, experimentó en la cocina de su casa, analizó los costos de los ingredientes, creó sus redes sociales… Una labor de casi dos años.

Cuando se sintió listo, Israel salió a la calle a vender sus primeros tamales. Primero, junto a una cancha de futbol. Y le fue muy bien. “Empezamos pequeños, pero con sueños grandes”, dice con nostalgia Veliz. Luego ofreció sus tamales para eventos, atendía pedidos en redes sociales y comenzó a venderle a vendedores ambulantes de café y donas en Manhattan. “Cuando me di cuenta ya les estaba vendiendo tamales a 30 carritos”.

Pese al éxito, el emprendedor tenía claro el objetivo: “Los güeros quieren tamales, los morenos quieren tamales, los indios quieren tamales… pero a veces un vendedor ambulante no inspira tanta confianza para que personas de otras culturas se acerquen. Ellos quieren saber dónde se prepara su comida”.

En 2016, con una estufa usada, refrigeradores prestados y apenas un par de mesas, Israel abrió City Tamale, su restaurante. Con el diseño que ya había trazado, con los colores que había imaginado y con las recetas y procesos que ya había comprobado.

Veliz agregó a sus ya conocidos tamales de dulce, pollo con salsa verde, puerco con salsa roja o de mole, variantes para atraer al gran público de una ciudad cosmopolita. En City Tamale los consumidores pueden agregar toppings y sides a su tamal: guacamole, pico de gallo, queso, arroz, frijoles, huevo, tocino, jitomate… “Les llama la atención que se ve bonito y que pueden ser creativos para crear su propio tamal, a su gusto”.

“A different way to start your day” (“Una manera diferente de empezar tu día”) es el promocional, también creado por Israel, de City Tamale. A los consumidores originarios de todas partes del mundo les ha gustado la idea. En 2019, The New York Times le dedicó una reseña en la que los señaló como uno de los puntos gastronómicos clave a visitar en la ciudad. “Todos los que trabajamos en la industria restaurantera de Nueva York soñamos con eso. Para mí fue como graduarme. En la televisión me llamaron ‘El rey de los tamales’. Fue algo muy bonito”, se emociona aún Veliz.

City Tamale alcanzó 500 mil dólares en ventas en 2022. Hace sólo unos días, Israel abrió su segundo restaurante, ahora en el distrito de Queens. “Tengo muchas ideas para seguir creciendo. No solo, sino con otros migrantes que colaboran conmigo. Son gente muy trabajadora, que sueña también en grande”. Quizá Israel Veliz no es ni de aquí ni de allá, pero ya encontró su lugar favorito en el mundo: City Tamale.

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