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Comercio informal, el mundo paralelo de la Central de Abasto

Comerciantes establecidos estiman que, a diario, 10 mil vendedores no autorizados saturan pasillos interiores de las naves, andadores, patios y vialidades del centro al mayoreo.

Un mundo paralelo se establece en las arterias de la Central de Abasto de la Ciudad de México (CEDA). Como un cáncer, el comercio ambulante e informal crece entre las 30 mil toneladas de productos que diariamente se comercializan, y el más de medio millón de personas que a diario visitan el centro al mayoreo que la Unión Mundial de Mercados Mayoristas considera como el más grande del planeta.

De acuerdo a números proporcionadas por los comerciantes establecidos, se estiman hasta en 10 mil los informales que a diario venden ahí. La cifra  fue ventilada en las protestas de septiembre del año pasado, en las que los locatarios incluso llegaron hasta Palacio Nacional para exigir seguridad.

Lejos de los controles de las autoridades, los andadores de la CEDA evidencian su existencia. Al final de uno de los pasillos interiores de la nave de Abarrotes y Víveres, Jorge Juárez, originario de Hidalgo vende calabazas en un carrito de madera. 60 años, corpulento, 1.70 de estatura. Comenta que tiene 20 años trabajando de esa manera.

Asegura no tener ningún acuerdo con las autoridades para que le permitan vender, pero sí con “lideres e inspectores”, a quienes entrega cada semana una cuota.

“Es variable, lo máximo son 1,500 pesos”, señala. Juárez estima que al menos hay 4 mil vendedores en su circunstancia. Además de los ambulantes que ofertan piratería y quienes se dedican a la venta de comida preparada.

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BODEGA

Codo a codo con el comercio informal en la Central de Abasto

La CEDA está dividida en nueve naves clasificadas por productos. Los límites administrativos de estas naves no coinciden con los reales, en sus corredores hay productos que no pertenecen al mismo giro, en su mayoría es la oferta del comercio informal. Las autoridades permiten este tipo de comercio siempre y cuando no haya competencia desleal a los locatarios, es decir, en la nave de Frutas y Legumbres, no se permite ambulantaje de los mismos insumos.

“Como en todo comercio informal, como en los tianguis, tienen que pagar una cuota. Desconozco el monto, pero va de acuerdo al giro”, asegura el gerente de Promoción y difusión de la Central de Abasto, Fabián Arellano.

Sobre las acciones que encabeza la administración actual, a cargo de Héctor Ulises García, que entró en funciones el 14 de diciembre de 2018, la respuesta es que buscarán empadronar a los informales y credencializarlos.

Por ejemplo, los locatarios de la nave de Flores y Hortalizas pagan un permiso mensual, ello a partir del incendio en el mercado de Jamaica, el 4 de octubre de 2019, muchos de ellos fueron reubicados en la CEDA.

“Queremos hacer lo mismo con el comercio informal pero aún no se concreta”, explica Arellano.

Incluso, confían que con la operación del nuevo Centro de Comando y Control de la Central de Abasto (C2-CEDA), que abrió el 30 de diciembre del año pasado, se abone a la supervisión y terminen los cobros de inspectores.

De acuerdo a cifras del gobierno capitalino, el centro tiene videovigilancia y está equipado con 636 cámaras con capacidad de 60 días de almacenamiento. Son monitoreadas en tiempo real a través de 22 posiciones. El plan incluye cámaras de alta resolución, cámaras 4K, lector automático de placas y reconocimiento facial.

Arellano sostiene que había mucha corrupción de administraciones pasadas por lo que los reclamos de los comerciantes establecidos se multiplicaron. Asegura que con la operación del C2, actualmente laboran 100 supervisores por zona.

“Su principal tarea es vigilar que los locatarios respeten el espacio de pasillos para carretilleros y clientes en general, así como reportar si hay anomalías: incendios, fugas de gas y falta de luz”.

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Ceda flores

La complicidad es la moneda de cambio en la Central de Abasto

La informalidad genera pérdidas para los comerciantes establecidos, quienes se quejan de ello, pero más de la complicidad de las autoridades.

Pedro Huerta Ramos es productor y comerciante, y ha estado muy activo defendiendo los intereses de los locatarios. En septiembre pasado estimó hasta en 10 mil el número de informales. Señala que le corresponde a las autoridades investigar el cobro de cuotas.

“Se sienten que ganaron derechos, pero no es así y eso es por las malas prácticas de administraciones anteriores por lo que se creen que tienen ese derecho pero son áreas comunes que deben respetarse”, le dijo al periódico Milenio.

Susana González, locataria que vende materias primas, dibuja un mapa donde solo ganan las autoridades: “Casi todos vienen a trabajar y a ganarse el pan. Aquí todos nos fletamos desde la madrugada. El problema no son ellos, son las autoridades y líderes de comerciantes que ganan mucho dinero con ellos. El sol sale para todos”.

El valor de operación comercial de compra y venta anual de la CEDA asciende a 9 mil millones de dólares. Es el centro mayorista más grande del mundo. Almacena sabores, sonidos, olores, historias… y también ambulantaje.

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