El 26 de septiembre de 2022 los gobiernos de Colombia y Venezuela celebraron la reapertura de la frontera que desde 2008 tuvo un cierre parcial, otro en 2012 y un cierre definitivo en 2018. La noticia, antes de generar expectativa positiva entre agricultores y ganaderos, ocasionó alertas frente a los riesgos que pueden derivarse de esta reactivación financiera.
Hoy el panorama económico es totalmente diferente al de hace 14 años, cuando Colombia era dependiente del comercio de la frontera. “Falta mucho para tener una expectativa cierta de lo que puede representar la reapertura”, señala Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad Colombiana de Agricultores de Colombia (SAC). Bedoya sostiene que solo se presentó un acto simbólico, pero se requiere de una seguridad jurídica, conocer qué acuerdos se hacen en materia de pagos y temas de aranceles y sobre todo cómo serán los controles fitosanitarios y definir los controles logísticos.
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Así funcionaba el comercio en la frontera
Para 2008, el país vendía a Venezuela más de 4 mil productos, entre alimentos y bebidas, que sumaban, según el Ministerio de Industria y Comercio, cerca de 7 mil millones de dólares, la cifra más alta de la historia.
Sin embargo, con los cierres parciales y luego con el cierre definitivo, motivados por diferencias políticas entre los gobiernos, el mercado de exportaciones en la frontera cayó a 4 mil 500 millones de dólares. La cifra siguió en descenso y en 2020 se presentó la cifra más baja de la historia: 222 millones de dólares.
El año pasado, las exportaciones a Venezuela crecieron modestamente, a 394 millones. Este año, con la llegada a la Presidencia de Colombia de Gustavo Petro, se recuperaron las relaciones bilaterales y el primer acto fue la reapertura de la frontera.
Luego de este acto, el Ministerio de Agricultura de Colombia dijo que Venezuela otorgó acceso inmediato a 560 productos del sector agropecuario y agroindustrial, entre los cuales se encuentran leche, queso, mantequilla, yogurt, helados, lactosuero, fórmulas lácteas, carne de bovino, embutidos de carne, azúcar crudo y blanco, jarabes de glucosa, panela, maíz amarillo y blanco, preparaciones para alimentación animal, frijol fresco y preparados o conservados, aceites y grasas, café, entre otros.
El Ministerio insiste en que las oportunidades más importantes para exportar están en productos como café, carne bovina, confitería, lácteos y derivados, cítricos, aceite de palma y chocolate.
Si bien desde la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) están parcialmente de acuerdo con la afirmación de que Venezuela es un mercado atractivo para el sector lácteo en Colombia, no tienen ninguna expectativa porque consideran que las condiciones reales para hacer negocios aún no están dadas.
“Los negocios se hacen sobre condiciones reales. No hay cifras oficiales que permitan tener confianza sobre la situación actual de Venezuela y sus reales necesidades en alimentos”, añade el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia.
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Los riesgos de la exportación de alimentos y bebidas de Colombiana a Venezuela
1. Generar dependencia económica de la frontera
Óscar Cubillos Pedraza, jefe de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán, sostiene que el sector no se hace ninguna ilusión porque, contrario a lo que sucedía en 2008, cuando el 98% de las exportaciones de carne se hacían hacía Venezuela, hoy los ganaderos tienen otros 27 mercados que atender.
“Colombia ya no necesita que Venezuela le compre como en 2008, cuando vendimos 755 millones de dólares en carne. Sería un error volver a volcar un mercado que ha logrado aperturar negocios en Europa, Norte de África, Medio Oriente, Asia Pacifico y El Caribe, a un país donde la inestabilidad política nos ha costado caro”, señala Cubillos.
A su voz se une la del presidente de la SAC, Jorge Bedoya, quien explica que por mucho tiempo los agricultores colombianos fueron dependientes de la frontera, sin embargo, se logró un cambio en la vocación exportadora de los cultivos nacionales para alcanzar nuevos mercados.
Para Fedegan podría presentarse una oportunidad si se reactiva el mercado con todas las garantías, pero insisten en que la realidad es que hoy Venezuela depende más de Colombia, además los ganaderos del país tienen más autonomía en la decisión de a quién vender.
“Las proyecciones de crecimiento de Fedegan son que a cinco años se exporten 800 millones, sin contar el mercado venezolano”, agrega Cubillos.
“Con diferentes productos del agro ya llegamos a más de 20 países en el mundo. Ha sido un trabajo para lograr los certificados fitosanitarios y no se puede poner en riesgo el camino recorrido durante la última década. Ya no dependemos de un solo país y podemos decidir a quién le vendemos o no a partir de la garantía de pago”, apunta Bedoya.
2.La protección del estatus sanitario
Una de las lecciones aprendidas de los ganaderos y agricultores colombianos con la volatilidad de la frontera con Venezuela es la protección del estatus sanitario.
Hay una verdad irrefutable: Venezuela no tiene estatus sanitario. La preocupación radica en que si bien el Instituto Colombiano Agropecuario tiene puntos de control fronterizos, no hay una hoja de ruta clara frente al contrabando.
En el caso ganadero, fue por Venezuela donde entró la epidemia de fiebre aftosa a través de ganado de contrabando, la cual provocó la pérdida del estatus sanitario y el cierre de los mercados del mundo.
“En 2018, cuando empezábamos a tener un crecimiento en ventas y dejar atrás la dependencia del mercado venezolano, llegó la aftosa. Gracias a un trabajo continúo, desde 2020 volvimos a exportar y en 2021 vendimos 427 millones. Este año 2022 vamos en 332 millones de dólares, entre animales vivos y carne, y esperamos llegar a 520 millones de dólares”, precisa el jefe de Planeación de Fedegan.
Fedegán explica que, a diferencia de 2018, hoy tienen definidas cinco zonas sanitarias que permiten controlar focos de fiebre aftosa sin tener que cerrar todo el país. “El deber es proteger los otros 27 mercados”, enfatiza Cubillos.
“No conocer oficialmente el estatus sanitario de Venezuela es muy peligroso. Colombia debe blindarse y protegerse internamente y hay que evitar poner en riesgo la sanidad agrícola y del sector pecuario, porque esto perjudica a nuestros productores y perderíamos mercados que ya se han logrado abrir”, recalca Jorge Bedoya.
3.Las reglas de juego claras en el pago de aranceles
Entre las dudas para que realmente la apertura sea ventajosa para el agro colombiano, se deberá definir cómo será el pago y reducción de aranceles, y cómo funcionará el sistema financiero entre ambos países.
“Todo dependerá de las condiciones que los dos gobiernos acuerden frente a las reglas que regirán el comercio internacional. Segundo, habrá que conocer cuáles son las estadísticas oficiales de Venezuela, porque históricamente han existido muchos problemas con esta información pública, especialmente en materia de alimentos”, insiste el presidente de la SAC.
“También son conocidos los problemas de moneda en Venezuela y eso es un factor de inestabilidad para el comercio en la frontera. A pesar de que hay una apertura al dólar, aún no hay políticas arancelarias claras”, precisa Cubillos.
La SAC y Fedegán consideran que indiscutiblemente hay una gran expectativa, pero las condiciones económicas de Venezuela son muy distintas a cuando existía comercio real.
“Son urgentes las condiciones habilitantes y la seguridad jurídica en las reglas de juego”, manifiesta Bedoya.
4.El no pago a productores
Poner en día las deudas que quedaron pendientes con varias empresas que se vieron afectadas con el cierre definitivo en febrero de 2019 es una tarea pendiente.
“Los productores colombianos hoy siguen sin garantías de pago porque en Venezuela no se han tomado medidas preventivas. Los agricultores no pueden volver a quedar inmersos en la inestabilidad política del vecino país y la voluntad de un gobernante de si se paga o no por las exportaciones”, indica Bedoya.
“El problema principal es la capacidad de pago y los sistemas que se utilizan. A los ganaderos ya nos pasó en años anteriores, que no había posibilidades de cobrar. Por eso mucho no ven con buenos ojos exportar nuevamente a Venezuela”, añade Cubillos.
Ambos gremios coinciden en que es una situación que genera mucha incertidumbre y desconfianza en lo que pueda hacer la reapertura de esa frontera.
A pesar de estas circunstancias, el gobierno de Colombia espera que para el 2026 el comercio en la frontera con Venezuela ronde los 4 mil 500 millones de dólares.
“Todo lo que se pueda vender ayuda, pero no nos hacemos ilusiones porque en la práctica que la frontera esté abierta no es garantía de nada”, concluye Óscar Cubillos.