La ganadería industrial es causante del 27% de las emisiones mundiales de gases efecto invernadero (GEI). “Y si sumamos el 3% que producen las heces de las vacas, llega al 30%”, explica Viridiana Lázaro, campañista de Agricultura y Cambio Climático de Greenpeace México. El metano es uno de los gases de efecto invernadero más poderosos. Por ello, iniciativa privada, academia y organizaciones ambientalistas trabajan en estrategias e investigaciones para combatirlo.
Reducir el gas metano emitido por las vacas, considera Viridiana Lázaro, sería parte de un “freno de mano” que se le aplicaría al calentamiento global. De acuerdo a los entendidos en el tema, incluso brindaría un efecto de enfriamiento a corto plazo.
“Daría tiempo a la humanidad para que se pueda descarbonizar en otras áreas, como la regeneración de energía”, afirma la campañista de Agricultura y Cambio Climático de Greenpeace México.
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¿Por qué los eructos son más letales que las heces de las vacas?
Existen distintas mediciones y perspectivas al respecto. El doctor Luis Corona Gochi, jefe del Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, estima que los rumiantes, en especial los bovinos, contribuyen de 14 a 18% del total de GEI.
Aunque su estimado representa la mitad o menos del 30% que señala Viridiana Lázaro, no resta importancia a las vacas como generadoras de gas metano, que tiene una capacidad de calentamiento global 84 veces mayor que el dióxido de carbono (CO2).
El metano se produce de manera natural en el rumen (compartimento mayor del pre estómago de los rumiantes), pues éste actúa como una cámara de fermentación de los alimentos.
“Esto lo llevan a cabo las arqueas, unos microorganismos que son especialistas en generar metano”, explica el doctor Luis Corona Gochi.
En internet hay mucha algarabía por ilustrar que las flatulencias de las vacas son las culpables de todo, pero la realidad es que no sucede así. El metano sale a través del eructo de las reses. “Y también por medio de las heces, pero de un porcentaje muy pequeño”, añade Corona Gochi.
No se trata de estigmatizar a las vacas como parte del equipo de villanos que estimulan el calentamiento global, pero sí se debe hacer algo al respecto.
“A nivel mundial, en promedio, más del 50% de la huella de GEI de un kilo de leche o carne proviene del metano entérico (relativo a los intestinos)”, comenta Sergio Schuler, vicepresidente del Negocio de Nutrición y Salud de Rumiantes de DSM LATAM.
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4 Alternativas para que la industria ganadera reduzca las emisiones de metano
Iniciativa privada, academia y organizaciones ambientalistas nos comparten estas cuatro alternativas para combatir los eructos de los rumiantes. De aplicarlas, la industria ganadera dejaría de ser parte del problema. (Hay que señalar que existen muchas más opciones, como la selección genética de vacas o incluir en sus dietas algas rojas, pero no han sido del todo exploradas por los altos costos que implican.)
1)Reducir nuestro consumo de carne. Comenzar por el principio. “El sobreconsumo de carne hace que esta demanda impulse el modelo agroindustrial que tenemos ahora”, comenta la campañista de Agricultura y Cambio Climático de Greenpeace México. Viridiana Lázaro invita a los consumidores a ser conscientes al respecto. Consumir menos carne, desde su perspectiva, es el principio de un cambio de paradigma en todos los eslabones de la cadena de producción cárnica. “Nosotros lo vemos como algo holístico. En la ganadería debe haber un cambio de sistema”, dice.
2)Sistemas de producción cárnica sustentables. “Ya no sólo es producir por producir. Tenemos que ser más eficientes, pero también ver cómo cuidamos al planeta”, advierte el doctor Luis Corona Gochi. El investigador de la UNAM pone como ejemplo el sistema de producción ganadera basada en silvopastoreo: los rumiantes pastan libremente por áreas delimitadas por árboles, de los que también se alimentan. “Muchos de esos árboles tienen sustancias que inhiben metano”, dice.
El equipo del jefe del Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica de la FMVZ estudia la posibilidad de incorporar árboles de moringa a sistemas de silvopastoreo. La hoja de este árbol es una fuente proteica importante y su semilla es alta en aceites. Corona Gochi lo expone mejor: “Sabemos que dar aceites vegetales a las vacas, además de que da más energía al animal para producir carne o leche, reduce las emisiones de metano un 20%”. El árbol de moringa sería una alternativa sustentable y económicamente viable.
3)Una alimentación más eficiente. En el caso de la ganadería de engorda, la estrategia por ahora debe concentrarse en ser muy eficientes a la hora de alimentar a las reses. En las dietas altas en granos, la clave está en procesar éstos de manera adecuada: molerlos, remojarlos, tostarlos, reventarlos o rolarlos (la gelatinización de las células de almidón al agregar temperatura y humedad), entre otras formas.
Esto permitirá que los almidones de los granos sean más digeribles para los rumiantes. Hay métodos de procesamiento que, bien hechos, pueden alcanzar un nivel de absorción del almidón de 99%. Uno de ellos es el rolado. “Así hacemos tan eficiente el sistema de alimentación que se reduce la intensidad de emisión de metano”, refuerza el doctor Corona Gochi.
4)Uso de aditivos alimenticios. Apenas en diciembre pasado, se autorizó en México la comercialización de Bovaer, un aditivo alimenticio para rumiantes que reduce las emisiones de metano. En promedio, asegura DSM, empresa desarrolladora del producto, se reduce las emisiones de metano en un 30% en el ganado lechero y en un 45% en el ganado vacuno de engorde.
“Se incluye en el alimento. Cuando llega al rumen, durante la digestión, inhibe temporalmente el último paso de la vía enzimática responsable de la producción de metano, lo que reduce las emisiones de metano sin dañar el bienestar de los animales”, expone Sergio Schuler.
Bovaer, cuyo desarrollo tomó 10 años, ya ha sido aprobado en 45 países. DSM asegura en un comunicado que su aditivo es la opción más ampliamente estudiada para combatir el metano entérico. “Se están desarrollando otros aditivos para piensos, pero en la actualidad reducen las emisiones de metano en un 10% o menos”, concluye Schuler.