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TENDENCIA

¿Qué hay detrás del chocolate mexicano?

En cada taza o barra de ese alimento está la dedicación y entrega de los productores de cacao. Si queremos rescatar la industria chocolatera en México se debe mirar a sus orígenes.

En el principio de todo siempre está el productor. Cada vez con caras diferentes, encarnado en gentes humildes que han convertido el cacao en el estandarte de la lucha por la supervivencia”.

Ignacio Medina, Casa Cacao. El viaje de vuelta al
origen del chocolate, 2018.

Rudiceli Valtierra tiene 32 años y vive en el municipio de Xochistlahuaca en la Costa Chica de Guerrero. Desde que tiene memoria se dedica al cultivo del cacao y a su transformación en chocolate. Así, todos los días, poco antes de que den las 7 de la mañana, Rudi, y su hermana Abella están en pie. “Antes de trabajar hay que dar orden a la casa, preparar nuestros alimentos y resolver pendientes”, cuenta la mujer. 

La producción de cacao es una tradición que heredaron de sus padres. “En la comunidad en la que vivimos este conocimiento de cultivo existe de manera tradicional, así que el cacao siempre ha sido parte de nuestras vidas y de las de nuestros antepasados”, explica.

Para estas hermanas es normal salir de casa por la mañana y no volver hasta entrada la noche, prácticamente diario. Sus actividades son diversas y consisten en sembrar el cacao, cosecharlo, tostarlo, realizar la molienda para hacer el chocolate, empaquetar pedidos y enviarlos o trasladarlos. 

A estas funciones y a muchas otras que realizan en el campo, Rudi y su hermana les dedican al menos 10 horas diarias lo que equivale a 520 horas de trabajo al mes (260 cada una).

El caso de Chuy Hernández, productor de cacao de la biósfera Montes Azules en Chiapas, es muy similar. Él también creció entre cacaoteros y aprendió a producirlo. “Cultivarlo es mi trabajo, pero también es mi vida y parte de las tradiciones de mi familia”, comenta. El joven de 29 años asegura que la remuneración nunca es equivalente a las horas que laboran, “trabajas como 11 o 12 horas al día y ganas muy poco”, agrega.

Rudi y Abe prefieren no hablar de dinero, pero Chuy dice que al mes puede ganar entre 5 y 10 mil pesos, mismos que le deben alcanzar para mantener a su esposa y a sus dos hijos. “A veces dan ganas de dejarlo, pero es que yo no sé hacer otra cosa”, explica.

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Celebremos al cacaotero

A partir de este año, en México, el 2 de septiembre ya se celebra el Día Nacional del Cacao y el Chocolate. Sus impulsores, la Asociación Nacional de Fabricantes de Chocolates, Dulces y Similares (Aschoco), pretenden mantener e impulsar la presencia del cultivo del cacao en el mercado nacional e internacional, así como el crecimiento de la industria.

De acuerdo con datos de esa asociación, la industria del chocolate en México está valuada en aproximadamente 26 mil millones de pesos (cerca del 80% corresponde a chocolate golosina y el resto está distribuido en chocolate de mesa y polvo) y genera ingresos al país por más de 179 millones de dólares. Además ocupamos el onceavo lugar en producción a nivel mundial, pues de acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) se producen aproximadamente 27 mil toneladas cada año. Nada mal. De cada 10 toneladas que se producen, seis se destinan a la exportación y cuatro se consumen localmente.

Sin embargo, aunque es importante dar a conocer a México como un país en donde se produce cacao de alta calidad es imperativo hablar de las condiciones de vida, los sueldos y las jornadas laborales de quienes ayudan a que esta industria crezca. Nos referimos a Rudi, Chuy, Abella y a las más de 30 mil personas, que según datos de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Pecuarios (Aserca) se dedican a la producción del cacao en el país. 

Rogelio Pedraza, antropólogo y director de la Academia Mexicana del Cacao de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, está convencido de que la fecha tendrá un buen escaparate internacional; pero es el cacaotero quien debería tener un día nacional para celebrar y reconocer su labor.

“Hay que hablar que el 85% de las productoras de América Latina son mujeres. O que todo el mundo compra materia prima sucedánea y en industria, pero que muy poca gente se acerca al productor. Hablemos de que la mejor manera de apoyar al productor de cacao es pagarle bien”, dice Pedraza. 

“Si no cuidas a las familias productoras, si no se les paga bien, si les das 45 pesos por kilo, sencillamente no hay materias primas de calidad”, añade.

Esta marca impulsa la recuperación de plantaciones de cacao en Chiapas

¿Qué piden los productores de cacao?

Para Norma Orozco, directora de la Escuela Mexicana de Confitería y Chocolatería de San Luis Potosí, es necesario aprovechar esta iniciativa para hablar del consumo local. Indica que es importante entender que el cacao mexicano es caro, pero que esto se debe a que tiene alta calidad. “Tenemos cacao de 600 aromas, que no hay en África o Asia. Hay que consumir local. Sí, es más caro, pero hay que entender que tiene un valor agregado si piensas en el productor, la tierra y en México”, acota. 

Rosa Morales, productora integrante de la cooperativa Embajadoras del Cacao, originaria de Tabasco, ha producido por casi 10 años y considera que el cacao nacional es un producto de excelente calidad.

Rosa, Rudi, Abe y Chuy tienen claro que sus planes a mediano y largo plazo están relacionados a la producción de cacao, pero para lograrlo no les vendría mal un poco de ayuda tanto del gobierno como de los consumidores nacionales.

Rosa considera que su labor es muy valiosa, pero que no siempre se entiende y por lo mismo no se valora. “Nosotros plantamos el cacao, lo cosechamos y después elaboramos el chocolate”, explica la tabasqueña. “Pero nuestra situación es muy crítica porque no tenemos apoyo del gobierno; por eso muchos en mi tierra han tenido que dedicarse a otras cosas”.

Lo mismo sucede en Xochistlahuaca, la región de Rudi, quien comenta que en su comunidad hay personas que en lugar de sembrar en sus parcelas, como lo hacían sus abuelos, optan por meter ganado. “Esto pasa porque notan que ganan un poco más o porque simplemente no saben cómo cultivar el cacao. Por ello la capacitación y el acompañamiento técnico para cuidar el territorio y lo que se cultiva es básico”, dice la guerrerense.

Consumo local como motor de cambio

Chuy considera que para que la industria del cacao repunte y para que productores como él se vean beneficiados, es clave que el propio mexicano valore el producto que se hace en su país. “Mucha gente compra chocolates de otros países y paga precios altísimos, pero cuando se trata de (chocolates) mexicanos no quiere pagar más”, señala el chiapaneco. “(En México) tenemos chocolates que no hay en ningún lugar del mundo y el consumidor debería de tomar esto en cuenta y pagar lo que es. Así nosotros podríamos ganar un poco más”.

Una de las cosas que más disfruta Rudi en la vida es producir cacao. “Siento una gran satisfacción cuando veo que comienza el proceso de la vida y germina la semilla. Me gusta ver que la planta va levantándose con fuerza para echar sus primeras hojas y crecer. Me gusta creer que mi hermana, yo y todos los que nos dedicamos al cacao somos así, cada día más fuertes”, concluye Rudi.

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