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Comida Espacial

OPINIÓN

La exploración espacial ha mejorado nuestra alimentación… y la de los astronautas

Por:

Carlos Labastida Villegas

Académico y funcionario universitario. Sus intereses profesionales han estado orientados desde 1977 a la fecha, al área de la alimentación, particularmente en el análisis de las políticas alimentarias. Ha ocupado diversos cargos en el ámbito de la investigación científica y en el área de las ciencias biológicas, químicas y de la salud en diversas entidades de la UNAM. Desde marzo de 2016 hasta septiembre de 2021 fue Coordinador del Programa Universitario de Alimentos de esa casa de estudios. Actualmente se desempeña como Secretario Particular de la Dirección de la Facultad de Química de la UNAM.




Nuestro columnista Carlos Labastida Villegas no viajó al espacio, pero sí hace un recorrido por los avances en materia alimentaria que ha traído la ciencia espacial.

Desde hace casi un cuarto de siglo, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), envió a Marte cinco vehículos robóticos, denominados comúnmente rovers. Estos son: Sojourner (1997), Spirit (2004), Opportunity (2004), Curiosity (2012) y Perseverance (2021). Todos ellos fueron equipados con diversos y avanzados equipos de exploración científica, cámaras fotográficas y de video.

Entre sus objetivos está encontrar evidencia de si alguna vez hubo agua, así como los ingredientes químicos que permitan a los investigadores conocer la existencia de vida pasada o presente y, sobre todo, la posibilidad de que en el futuro los humanos exploren y, en su caso, colonicen ese planeta.

China, el pasado mes de mayo, logró amartizar un rover, el Zhurong (“Dios del Fuego” en español). Su propósito es buscar datos sobre el agua y el hielo en el suelo y subsuelo de Marte, así como rastros de vida, como lo hace el Perseverance en otra zona del planeta rojo.

Lo anterior da pauta para reflexionar sobre la importancia de la investigación espacial en el campo de la alimentación. Baste señalar el Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP, por sus siglas en inglés), sistema de inocuidad de uso generalizado en la industria alimentaria mundial. Fue desarrollado en los años sesenta por la Pillsbury Company, el Ejército de los Estados Unidos y la NASA. Se buscaba producir alimentos inocuos para el programa espacial estadounidense, considerando que las enfermedades que podrían afectar a los astronautas serían transmitidas vía la comida.

Es pertinente mencionar el programa de cooperación internacional en ciencia y tecnología espacial más importante del mundo, la Estación Espacial Internacional, que ha funcionado de manera ininterrumpida desde 1998. Es un proyecto de colaboración entre las agencias espaciales de Canadá, Japón, Federación de Rusia, Estados Unidos y Europa. Entre las actividades de investigación que ahí se realizan se incluye la experimentación con microorganismos, células, cultivos de tejidos y plantas.

Se destaca aquí el Sistema de Producción Vegetal conocido como Veggie. En un reducido espacio físico al interior de la estación donde se estudia el crecimiento de plantas en condiciones de microgravedad, al tiempo que provee productos frescos a la dieta de los astronautas y estimula el bienestar en el laboratorio orbitante. A la fecha se han cultivado exitosamente tres tipos de lechuga, calabazas chinas y kale ruso, entre otros vegetales. Una preocupación inicial fue el crecimiento de microbios patógenos en estas plantas, pero no se detectó ninguna contaminación y la comida resultó inocua y disfrutable para la tripulación. En el futuro se espera cultivar tomates, pimientos, berries, algunos tipos de frijol y otros alimentos.

La investigación espacial ha hecho una gran cantidad de aportes para la innovación agrícola, particularmente la agricultura de precisión. Un ejemplo, es que la Organización Meteorológica Mundial, mediante su programa de meteorología agrícola, proporciona servicios de previsión de sequías a los agricultores. Esto promueve el desarrollo sostenible, aumenta la productividad y contribuye a la seguridad alimentaria.

También hay aplicaciones que ayudan a vigilar los cultivos desde el espacio, utilizando fuentes públicas de datos satelitales y algoritmos sobre la utilización de las tierras y la superficie terrestre. Otras tecnologías espaciales, como el posicionamiento por satélite, son decisivas en la gestión del transporte y de las flotas de vehículos que distribuyen productos alimenticios, permitiendo ubicar al instante las unidades de transporte para mayor control logístico y seguridad.

No debemos omitir las contribuciones realizadas a la investigación espacial por dos notables mexicanos, Rodolfo Neri Vela, primer astronauta mexicano y Rafael Navarro, doctor que participó en la misión Mars Science Laboratory.

Gracias al impulso de Neri Vela desde 1985, el amaranto forma parte de la dieta de los astronautas ya que es un alimento de fácil digestión y nutritivo. Actualmente, esta planta es cultivada en los transbordadores espaciales con efectos positivos, no sólo como comida, pues ayuda a absorber el dióxido de carbono y producir oxígeno. Él también llevó las primeras tortillas al espacio y desde entonces forman parte de la dieta de los astronautas.

Por otra parte, el doctor Rafael Navarro González, recientemente fallecido, es el único mexicano que participó en la misión espacial Mars Science Laboratory, que con el robot Curiosity se enfocó en la búsqueda de vida pasada o presente en el planeta Marte.

Muchos de los resultados de las investigaciones espaciales tienen efectos en cascada para el desarrollo de muy diversos ámbitos, los de la agricultura y la alimentación entre ellos. Es de la mayor importancia apoyar y promover la investigación científica básica y aplicada, particularmente la investigación espacial, así como la innovación tecnológica para beneficio de la sociedad.

No deberíamos guiarnos por la pretensión de colonizar Marte u otros planetas, dado el caso de que las condiciones de vida en la Tierra se encuentren comprometidas. Más bien, debe ser considerado como un acicate para impulsar, fortalecer y realizar las acciones que sean necesarias para cuidar, conservar, y legar a las generaciones venideras nuestro hermoso planeta azul en mejores condiciones para que siga floreciendo la vida.

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