Una población hambrienta implica menos desarrollo, retraso de crecimiento físico y cognitivo en la infancia, más enfermedades y, en muchos, casos, la muerte. Es una realidad que nos sigue lastimando como sociedad. El 28 de mayo es el Día Mundial de la Nutrición, tiempo de reflexionar sobre el impacto de la desnutrición en todas las áreas del desarrollo.
Una población hambrienta afecta el desarrollo económico y social de las comunidades. No tener acceso a una alimentación adecuada limita la capacidad de las personas para alcanzar su máximo potencial y contribuir plenamente a la sociedad. Además, el hambre perpetúa el ciclo de la pobreza, ya que las personas desnutridas tienen dificultades para romper con esta situación y mejorar sus condiciones de vida.
En 2022, la OMS dio a conocer el estudio “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo”, en el que expone un dato desalentador, “El mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición para 2030, un objetivo establecido por las Naciones Unidas en 2015”. Detalló que el hambre llegó a 828 millones de personas en 2021, el 9.8% de la población mundial, mientras que en América Latina la desnutrición alcanzó a 56.5 millones de individuos, el 8.6% de la población de la región, y cuatro millones más que no tienen alimento que llevarse a la boca.
Es difícil de asimilar que, en la segunda década del siglo XXl, según datos de la FAO, aproximadamente 149 millones de niños menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento debido a desnutrición crónica, algo que no solo compromete su futuro, sino también el progreso social y económico de las comunidades y naciones en su conjunto.
En el marco del Día Mundial de la Nutrición, que se celebra este 28 de mayo, vale la pena reflexionar sobre cómo la sociedad en su conjunto puede contribuir para erradicar el hambre. Se requiere la participación no solo de las autoridades, sino de diversos actores, particularmente de la comunidad científica, para la generación de ideas innovadoras.
Desde el año pasado, el Premio Alsea surgió como un certamen con el objetivo de convocar a investigadores de México, Argentina, Colombia, Chile y España para contribuir en la búsqueda de soluciones creativas y efectivas.
En su primera edición recibió 69 trabajos, resultando ganador el proyecto “Promoción de dietas saludables, sostenibles e incluyentes en la Península de Yucatán”, que desarrollará una estrategia de comunicación para el cambio social y conductual, orientada a fomentar dietas nutritivas, sostenibles e incluyentes, todo ello, a partir de la amplia diversidad agroalimentaria de la península de Yucatán.
El premio permitirá, además, conjugar conocimientos, capacidades y recursos de la academia, los productores de alimentos, iniciativas de comercio justo, y cooperación de gobierno y organismos internacionales para avanzar juntos en la transmisión positiva de un sistema alimentario regional.
En este sentido, invito a la comunidad académica y científica a que conozca las bases y registren sus proyectos en materia de alimentación y/o nutrición para que el próximo año, en el marco del Día Mundial de la Nutrición, tengan el orgullo de haber contribuido con un granito de arena a la disminución de la crisis alimentaria que padecen millones de personas.
Unámonos todos y hagamos algo contra la pandemia por el hambre.
