Lo habitual es que primero se fabrique una cerveza y luego —o al mismo tiempo— se diseñe la marca. Acá no fue así, fue más épico (Vamos, hasta tuvieron que salvarse de un megahuracán).
Corría 2013, Roberto Zaraín y su socio David Roldán tuvieron la idea de crear una cerveza. Sólo que ellos empezaron por el final. Primero se trabajó y diseñó un proyecto de branding y así, ya con la marca diseñada, salieron a buscar quién les hiciera la cerveza, quién la distribuyera, la catalogara y hasta quién iba financiarla. Aunque su marca, Salón Cervecero, hoy es famosa entre los amantes de esta bebida fermentada, lo cierto es que fue mucho más complicado de lo que parecía.
Este audaz empresario de expresión franca es fundador y director creativo de la agencia de marketing Goula que, en alianza con la agencia de comunicación internacional Sopexa, se especializa en gastronomía. Aclaración: Goula es también propietaria de este mismo medio informativo.
¿Cómo crear una cerveza artesanal… sin cerveza?
“En 2013 estaban surgiendo cervecerías artesanales que lo estaban haciendo muy bien”, relata Zaraín. “Mis socios y yo detectamos que era una oportunidad de emprender en un nuevo negocio, y nos aventuramos a crear cerveza artesanal”.
Ninguno tenía experiencia haciendo cerveza. Pero sí la tenían creando y manejando marcas: así que, ¿por qué no empezar por lo que sabían hacer muy bien? ¿Qué podría salir mal? “Nosotros como creativos estamos acostumbrados a trabajar y ayudar a las marcas a posicionarse en el mercado. Ahora era nuestro turno, nos pusimos a diseñar el branding de lo que queríamos fuera una gran marca. Empezamos con mucho entusiasmo y experiencia en marketing, creamos una marca que contaba historias e invitaba a la gente a querer probar la cerveza, pero ahora necesitábamos el producto final”.
Parece fácil, pero fue todo lo contrario, como reconoce Zaraín: “No sucedió de golpe el aprender este negocio, fue a través de subidas y bajadas”. El hecho es que en algún momento ya tenían todo eso que los que saben cómo producir una cerveza no dominan. Por ejemplo, tenían un diseño de producto con su portafolio e historias que contar. “Sin embargo nos faltaba un excelente líquido que brindará sustento a todo el trabajo realizado. Necesitábamos materializar la cerveza”.
Se busca maestro cervecero, informes aquí
Con ese objetivo en mente, salieron en busca de quién hacía la mejor cerveza para que la produjera en exclusiva. Visitaron diferentes lugares, hasta que dieron con Esteban Silva de Cervecería Colima. Pero el día que tenían su primera cita con el maestro cervecero, iban en carretera y tremendos nubarrones se estaban formando encima de ellos. ¡Se trataba nada menos que del huracán Patricia! Para mayores señas, era un aterrador categoría 5 con vientos de más de 300 kilómetros por hora que en cualquier momento podía pasarles por encima. Afortunadamente, ese monstruo meteorológico se debilitó rápidamente y no causó mayores daños en las costas del país y ellos pudieron continuar su travesía sin contratiempos.
Cuando finalmente llegaron a la planta de Cervecería Colima, constataron que cuentan con la mejor tecnología, profesionalismo y pasión para elaborar una gran cerveza. Zaraín continúa su relato: “Por fin lo habíamos logrado. Tuvimos nuestro primer lote cervecero de 80 mil botellas. Comenzamos a catalogar en Puebla, que es mi ciudad natal, donde tenía amigos y familiares que nos abrieron las puertas. Pensamos que sería muy fácil venderlas colocando de a cinco cajas, pero resultó que el negocio no era como lo habíamos imaginado”.
Habían llegado a un momento de dificultades: tenían una gran cantidad de botellas de cerveza para distribuir y sin saber por dónde y cómo, intentaron varios canales. “Cometimos errores que nos costaron dinero”, reconoce Zaraín. Llegó al punto en que él se involucró en distribuir cerveza, con la intención de conocer más de cerca el negocio. “Así lo estuve haciendo un tiempo para entender el mercado. Fue una experiencia dura, pero invertí en aprender”.
Y bueno, a todo esto, ¿cuál era el famoso concepto?
En la actualidad, Salón Cervecero ofrece a su público tres diferentes tipos de cerveza. Cada uno está representado por un personaje de la época del México de Oro. Ese era el concepto que ellos primero tuvieron en sus manos antes de haberse fabricado (ya no digamos bebido) un solo sorbo de estas cervezas.
Se trataba de crear historias de amor, éxito e inspiración con las que cualquier persona se pudiera identificar. Veamos.
- El Flaco Adorado. El poeta que enamora y, por supuesto, habrá quien evoque al gran Agustín Lara. Se trata de una cerveza dorada con notas dulces de malta y lúpulos aromáticos con un toque de sal de mar.
- El Campeón de Barrio. Ésta hace alusión a Rodolfo Chaco Casanova, un boxeador que estuvo a punto de ganar un título y se enamoró, perdiéndose en la parranda. Esta cerveza es de carácter fuerte, de malta tostada con un golpe de cacahuate.
- Bella de Noche. Ella es de una clase social alta que representa a la mujer inalcanzable y deseada de esa época en la que las clases sociales no se podían mezclar. Pensemos en una Dolores del Río o una María Félix. Es de cuerpo moreno y trago lupulado que se balancea con un toque de vainilla.
“Este año nuestra meta es más ambiciosa”, cuenta Zaraín. “Estamos catalogando en la Ciudad de México. Para ello contamos con una logística y estrategia más estructurada. Descubrimos nichos donde otras cervezas no están catalogando. Entramos con Salón Cervecero en lugares donde hay público que desea probar nuestro concepto y disfrutar de nuestras historias. Estaremos expandiendo la marca con el lanzamiento de una nueva etiqueta en el mes de octubre, que la haremos pública durante la celebración de Expo Cerveza México”.