En Escandinavia se produce vino. Sí, de una década a la fecha se cultiva vid en regiones que antes eran impensables. El cambio climático y el calentamiento global están acercando la vid hacia el círculo polar, por lo que se ve afectada su producción en otras latitudes. En México, por suerte, esos estragos aún no se dejan sentir con tanta intensidad. Ello aunado al plan de crecer las hectáreas de siembra en el país y un ascenso en las exportaciones, son oportunidades reales para cimentar una industria mexicana vinícola más sólida.
Cambio climático y vino
En diciembre pasado, la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático presentó diversos informes científicos que alertaban sobre el ascenso de temperatura en el planeta, las olas de calor y el efecto de los gases de efecto invernadero. Estos fenómenos se manifiestan en escasez de agua, aumento del nivel del mar y la desaparición de algunos ecosistemas marinos.
El impacto en los cultivos está modificando los tiempos de cosecha y el rendimiento de las tierras. Esa es una de las principales razones del cambio en el mapa de productores de vino. El diario The New York Times publicó en diciembre pasado una investigación sobre el crecimiento de la industria vinícola en países escandinavos. Mientras que en Dinamarca hay ya 90 viñedos comerciales, en Suecia la cifra es de 40 y en Noruega se estiman en 12.
“Se pronostica que dentro de 50 años, el clima en Escandinavia será más como en el norte de Francia. En la última década, el calentamiento ha producido inviernos más templados, una temporada de cultivo más larga y un número creciente de vinos galardonados”, informa el periódico norteamericano.
“El cambio climático aún no impacta tan fuerte a los cultivos mexicanos y eso es favorable. En Europa sí se ve mucho porque una añada es muy diferente a otra hasta en precio. En Burdeos, Francia ya están revisando autorizar diferentes variedades de uva por el cambio climático”, explica Ronnie Hulshof, sommelier corporativo de la importadora y comercializadora Ferrer & Asociados.
Paz Austin, directora del Consejo Mexicano Vitivinícola, incluso señala que el cambio climático ha favorecido a la industria mexicana, por eso han crecido regiones vinícolas que antes no se habían desarrollado en estados como Puebla, San Luis Potosí y Zacatecas.
“La vid requiere ciertas características climatológicas, bastante lluvia y épocas de sequía, estaciones muy marcadas, estos cambios han favorecido algunos estados que no tenían tan buena producción de vinos”, señala.
Más hectáreas de siembra son la clave del crecimiento de la industria
Aunque la industria vinícola mexicana suma a más de 2,100 productores en 12 estados de la República, la cantidad de hectáreas que se siembran en el país no llegan ni a 7 mil. Es incluso una cantidad poco significativa si la comparamos con las poco más de 117 mil hectáreas que se siembran tan sólo en Burdeos, Francia.
Uno de los planes más anunciados por el Consejo Mexicano Vitivinícola es justamente el incremento en número de hectáreas, por lo menos al doble en los siguientes 10 años, con lo que se podría satisfacer el mercado interno en un 45%, que actualmente es de alrededor del 30%.
“Tiene mucho para donde crecer”, asegura Austin. “Es una buena área de oportunidad para inversionistas porque la demanda es mayor que lo que se produce. Por eso se consume más vino extranjero que nacional”.
La directiva menciona los estados con vocación vinícola en donde se puede impulsar mayor siembra y ya se tienen proyectos, entre ellos están Baja California, Chihuahua, Coahuila, Querétaro, Guanajuato, e incluso Jalisco y Puebla. Agrega que el Consejo trabaja de manera coordinada con instituciones como la UNAM y el Politécnico Nacional en la evaluación de los suelos para concretarlo.
Bodegas como Henri Lurton, cuyo propietario pertenece a una familia que hace vino desde 1833 en Francia, decidió apostar por las tierras mexicanas y en 2014 compró viñedos en San Vicente, Ensenada. “Escogimos Baja California porque sus valles brindan la oportunidad de hacer muy buenos vinos”, afirma Nicolás Lurton, enólogo de la bodega.
Además, señala que la región está en busca de una identidad y ese es parte de su éxito. Aunque hay cepas populares como cabernet sauvignon o tempranillo, una de sus fortalezas es que hay uvas como nebbiolo, que se expresan distinto dependiendo de la localización del viñedo, “otro ejemplo es la carmenere y también hemos experimentado con opciones como petite sirah, e incluso acorde con las nuevas tendencias, tenemos un vino naranja que se hace de chardonnay”, expone.
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Crece exportación de vino mexicano
De acuerdo a cifras del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la exportación de vinos mexicanos creció 7.9% en 2019 respecto del año pasado. La cifra corresponde a los periodos de enero a noviembre de ambos años: mientras que en 2018 se registraron ventas por 6 millones 403 mil dólares, el año siguiente fueron de 6 millones 485 mil 425 dólares.
“Sabemos que hay casas vinícolas que atienden las solicitudes que llegan de Canadá, Alemania y otros países. Es un gran motivante para hacer crecer la industria nacional”, menciona Austin.
Productores como Santiago Cosío, director general de Bodegas Santo Tomás refiere que el año pasado exportó el 5% de su producción a Estados Unidos, cifra que espera elevar a 20% en años venideros porque reconoce que hay interés de compra. “El norteamericano es un mercado natural, en los últimos años ha habido crecimiento por la labor de introducción, pero también por la relación precio y calidad”, señala.
Otro caso es el de las Bodegas Henri Lurton que el año pasado produjo 9,500 cajas de 12 botellas y vendió el 30% en territorio norteamericano. Tienen presencia en 19 estados del vecino país como Nueva York, California, Nevada,Chicago, Texas y Washington D.C.
Estados Unidos es el país que más vino mexicano compra y en ello también hay una razón que apunta al sabor. El sommelier Hulshof lo sabe muy bien, afirma que el paladar estadounidense es muy parecido al mexicano, “les gusta el vino con mucho cuerpo, intensidad y estructura”.
Más impuestos que nunca al vino mexicano
En contraparte a estas buenas noticias, la industria vinícola nacional recibió el 2020 con la noticia del alza de impuestos estatales en siete entidades del país. Sumados a los impuestos ya existentes, en algunas entidades los gravámenes pueden alcanzar hasta el 46.5% del costo total por botella.
El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, IEPS es de 26%; a ello se suma el IVA que es del 16% y ahora el impuesto estatal de 4.5% que los gobiernos de la CDMX, Guanajuato, Baja California, Aguascalientes, Campeche, Querétaro y el Estado de México cobran a cada una de las botellas que se venden en sus territorios.
Edomex lo implementó desde el último cuatrimestre de 2018; en octubre del año pasado dieron a conocer que en 2019 recaudaron 128 millones de pesos por concepto de venta de bebidas alcohólicas, entre ellas vino.
Sobre el impuesto y su posible afectación a la industria nacional, Austin, directora del Consejo Mexicano Vitivinícola sostiene que aún es muy temprano para saber si habrá o no una afectación a la industria. “No será algo inmediato porque se tienen que publicar las reglas de operación y apenas vienen los cierres fiscales. Va a tener sobre todo un impacto visual en el anaquel porque es un impuesto que paga el consumidor final”, asegura.
Por su parte, Hulshof agrega que confía más en la aceptación y el buen momento que vive el vino nacional. “A los mexicanos ya les gusta tomar vino mexicano y lo van a seguir comprando aunque al día siguiente se metan a la tanda”, remata.