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Conoce La Ciencia Detrás De Tu Composta Y Cómo Hacer La Mejor Mezcla

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Conoce la ciencia detrás de tu composta y cómo hacer la mejor mezcla

Hacer composta es un proceso microbiológico en el que “aceleramos el tiempo” para convertir nuestros restos de alimentos en abono para las plantas. Esta es la guía definitiva para hacerlo bien en casa.

El dato revelador es de la UNAM: para crearse sin la intervención humana, se necesitan por lo menos 500 años para que una pulgada de suelo pueda sustentar vida vegetal. En cambio, con el compostaje se consigue un material con características similares a ese suelo en aproximadamente cinco meses.

Pero tú no tienes que esperar tanto con la composta que haces en casa. De acuerdo, no te va a alcanzar para sembrar maizales, pero sí tendrás un abono de alta calidad para tus plantas de ornato, tu hortaliza o los árboles del jardín.

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Estos son los ingredientes que reaccionan en la composta

Los restos de alimentos, hojarasca y otras materias orgánicas que solemos desechar pueden reciclarse gracias al trabajo que realizan los microorganismos. Dicho de una manera coloquial, cuando realizas composta en casa, te conviertes en un criador de microbios.

“Mucha gente se espanta y cree que al hacer una composta atraerá fauna nociva, pero si se hace bien, esto no sucederá”, comenta Alice Oriani, maestra en agroecología y sistemas alimentarios regenerativos.

Para que los “microbios” hagan su labor necesitan lo mismo que nosotros: aire, comida, agua y un lugar agradable donde vivir. Eso es lo que se les procura al realizar la composta. Para entender mejor el proceso, Oriani sugiere comenzar por definir los tipos de residuos que deben utilizarse para este fin.

La composta requiere de materiales que contengan nitrógeno y materiales que contengan carbono. Los residuos denominados verdes o húmedos (cáscaras, bagazos, semillas, tallos, raíces, flores, las manzanas y fresas podridas…) aportan nitrógeno. “Los estiércoles de animales herbívoros también se consideran residuos verdes. Si tienes excremento y orina de conejo o de hámster, los puedes utilizar sin problema”, agrega Alice Oriani. Puede que no te parezca tan higiénico, pero piensa que en el campo desde siempre se ha aprovechado el excremento de caballos, vacas y borregos para nutrir las tierras.

Por otro lado están los residuos llamados marrones o secos (hojarasca, ramitas secas de plantas o simplemente pedazos de cajas de cartón sin muchas tintas), que son ricos en carbono . El tamaño ideal que deben tener los residuos, tanto verdes como marrones, es de entre 1 y 5 centímetros. Los huesos de aguacate o de mango, así tal cual, no sirven para una composta de traspatio o de balcón porque tardarían demasiado en biodegradarse.

Alice Oriani explica que los desechos marrón o secos aportan principalmente la estructura que la tierra necesita, mientras que los restos con nitrógeno terminarán por convertirse en agua que aporta los nutrientes al suelo. Todo gracias a la labor de los microorganismos.

Entre los seres que biodegradarán la materia, hay desde hongos y bacterias, hasta lombrices o incluso ciempiés. “Ellos se comen o chupan los residuos, los pasan a través de su cuerpo y los excretan. Su popo es la esencia nutritiva de la composta. Los animalitos se encargan de convertir nuestros desechos en tierra”, expone la fundadora de Flor de Asfalto, comunidad que ofrece talleres de agroecología urbana.

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La importancia del oxígeno y la temperatura

Los microorganismos que se dedican a la degradación de los residuos son aeróbicos (que viven con aire). Los patógenos son anaeróbicos (organismos capaces de sobrevivir y multiplicarse sin oxígeno). “Entonces si yo quiero que se desarrolle una composta con microorganismos saludables, que se dediquen incluso a comerse a los no saludables, debo remover mi composta para mantenerla siempre aireada”, agrega la experta.

Los residuos marrones o secos también ayudan a crear espacio para que el oxígeno se mueva por la composta. Ese oxígeno, lo dicho, ayuda a los microorganismos a descomponer los residuos alimentarios mediante un proceso llamado digestión aeróbica.

La temperatura también es vital, pues el inicio de la descomposición de los restos se caracteriza por un incremento de calor en la composta. “Cuando los microorganismos están trabajando, su energía eleva la temperatura. Pero una composta con demasiados materiales secos no permite esto. La temperatura perfecta se da cuando hay una buena relación entre nitrógeno y carbono, es decir, entre materiales verdes y marrones”, específica Oriani.

No es que tengas que estar con el termómetro en mano junto a tu composta. La combinación para alcanzar el ambiente ideal (temperatura, aire y humedad) para una buena digestión aeróbica es de 3 a 1: tres porciones de residuos marrones por una porción de residuos verdes.

El resultado de una composta bien hecha es una tierra que aportará nitrógeno, potasio, calcio y fósforo entre otros nutrientes. Todo lo que nuestras plantas necesitan para crecer fuerte y sana.

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Haz composta, pero una que aprovecharás de verdad

De buenas intenciones están plagadas las compostas apestosas. Para que eso no suceda, hemos consultado a una experta más que nos guiará paso a paso en la elaboración de composta, una de las alternativas más indicadas para aprovechar los desechos naturales de nuestra cocina.

Cecilia Armijo es ingeniera agroecóloga y directora de Heirloom, consultora especializada en el diseño e implementación de sistemas alimentarios sustentables, huertos orgánicos y asesoría agrícola. Aquí sus consejos:

1.Consigue una caja de plástico pequeña. Lo ideal siempre es disminuir nuestra huella ecológica, así que es mejor reutilizar alguna caja de plástico que estemos por desechar o elegir contenedores de composta hechos con plástico reciclado. Un huacal de madera también puede funcionar, pero tendrás que forrarla con plástico por dentro (también preferiblemente reutilizado). Haz algunos orificios pequeños a los lados de la caja, servirán como respiración para tu composta.

2.Selecciona bien tus desechos. Cecilia Armijo advierte que una composta pequeña sólo debe hacerse con desechos vegetales. “Los residuos animales, como los huesos de pollo, no funcionan aquí porque no alcanzan a descomponerse y sólo generarán malos olores, moscas o hasta ratones”, explica. Otra cosa: nada de grasa. Por ejemplo, los restos de una sopa de verduras no son opción porque la grasa no favorece el proceso de biodegradación de la composta.

3.Haz tu primera capa de desechos. Desechos de frutas y verduras, cascarón de huevo, residuos de café y las bolsitas de té son bienvenidos para tu composta. Esparce en tu caja la primera capa de materia orgánica. Si tienes a la mano, agrega un poco de tierra para plantas y hojarasca. “La hojarasca es porque necesitamos un poco de materia seca que no permita que nuestra composta se humedezca de más. Para este fin, también puedes utilizar periódico o trocitos de cartón -ajá, el carbono necesario—. Para una composta así de chiquita no es necesario ponerle agua”, recomienda la directora de Heirloom. Mantén tu caja tapada para no atraer visitantes indeseables.

4.Agrega más capas y mezcla. Cada que agregas nuevo material, hay que remover la materia orgánica para que se ventile. Cecilia Armijo estima que, pensando en los desechos que se pueden generar en un hogar promedio, la composta debe estar lista en un mes y medio: “Vas a saber que está lista cuando notes que los desechos ya no se ven como los pusiste. Más bien se verán y olerán como a tierra. Si es así, tu composta está perfecta y ya puedes ponerla directamente a tus plantas”.

5.Guarda tu composta. Si salió mucha mezcla, la puedes guardar en la misma caja o un pequeño costal. La composta no se echa a perder y puedes tenerla lista y disponible para tus plantas. “No le tengas miedo a hacerla. Verás que es muy satisfactorio cerrar el ciclo de tus alimentos”, concluye la ingeniera agroecóloga.

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