El pasado 6 de mayo, la NASA comunicó a través de su página información preocupante que resonó en casi todos los medios de comunicación nacionales: “México está viviendo una de las sequías más generalizadas e intensas en décadas”. El comunicado mostraba una imagen satelital de la presa Villa Victoria, uno de los principales suministros de agua de la Ciudad de México.
La severidad del fenómeno en nuestro territorio se resumió así: “Casi el 85% del país enfrenta condiciones de sequía. Grandes presas de todo México se encuentran en niveles excepcionalmente bajos, lo que agota los recursos hídricos para beber, cultivar y regar”, advirtió la agencia espacial estadounidense.
Unos días antes, el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) señaló que nueve estados de la república presentan sequía extrema y excepcional (Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Guerrero y Michoacán), la cual traerá consecuencias para las próximas cosechas.
Cultivos sedientos: sorgo, maíz y frijol
Juan Cortina, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), confirma que la sequía ya tiene efectos en la producción agrícola y que de no mejorar la situación las consecuencias para el campo podrían ser severas: “todos estamos esperando a ver qué pasa con las lluvias porque las represas están a niveles mínimos de agua. Otra temporada seca pondría en peligro muchas de las producciones de ciertos tipos de cosechas para el año que entra”.
“No es que se ponga en riesgo la seguridad alimentaria del país, pero sí es un tema muy preocupante”, comenta Juan Carlos Anaya, director del GCMA, organización que ya evalúa los daños.
Se registra ya una gran caída en la producción de sorgo en Tamaulipas, uno de los mayores generadores de este cultivo. México ocupa el sexto lugar en la producción mundial de sorgo con un volumen estimado en 4.3 millones de toneladas. Sin embargo, derivado de los serios problemas de sequía y la falta de agua en las presas de las principales zonas de producción del grano, el GCMA estima que la cosecha para el presente año será de 3.75 millones de toneladas, la producción más baja desde 1994.
En el caso del maíz, Sinaloa y nuevamente Tamaulipas son ejemplos de los efectos en los últimos años: “En Sinaloa pasaremos de una producción de maíz de casi 6 millones de toneladas a 4.8 millones de toneladas. En Tamaulipas, que tenía una producción de 800 mil toneladas, este año vamos a llegar a sólo 150 mil toneladas”, informa Juan Carlos Anaya.
Esto ha provocado una importación récord de maíz, lo cual influye en el alza de precios para los productores y, finalmente, para el consumidor. El ejemplo más emblemático de esta desafortunada cadena es la tortilla, que hace unas semanas registró su aumento en precio más alto desde 2017.
Respecto al trigo, la producción de 2021 puede caer hasta un 4%, mientras que el frijol es otro de los granos que provoca preocupación a Juan Carlos Anaya: “En el caso del frijol está por verse, pero si no llueve en la zona centro-norte del país la producción puede caer de una forma dramática”.
Lo que viene: sequías más intensas
La preocupación inmediata se centra en la caída en los ingresos de los productores del campo de temporal, quienes no están preparados para bajas en las cosechas tan pronunciadas.
“En estos casos vemos que es lamentable que el seguro catastrófico que había en los estados se haya eliminado. Esos eran recursos que ayudarían mucho ante esta situación”, señala el director del GCMA, quien advierte de la importancia de que las autoridades proporcionen apoyos a los productores afectados, pero sobre todo, de recuperar los seguros que dejaron de existir a causa del decreto de extinción de fideicomisos que recientemente hizo el gobierno federal.
El seguro agrícola catastrófico es un instrumento de protección que el gobierno federal o los gobiernos estatales otorgan a los productores agrícolas para respaldar las cosechas en caso de que pierdan su capacidad productiva debido a siniestros como el de la sequía.
“Es una obligación del gobierno como una política pública continuar con los seguros catastróficos”, recalca Juan Carlos Anaya.
Ante la situación actual, productores de diversos estados del país se han unido para pedir la declaratoria de emergencia por sequía, para poder acceder a recursos que los ayuden a enfrentar la situación. Esta declaratoria está a cargo de la Comisión Intersecretarial para la Atención de Sequía e Inundaciones y depende del gobierno federal.
El presidente del CNA comparte el llamado de ayuda para los agricultores, pero busca ir más allá debido a que los periodos de sequía serán cada vez más intensos: “Nos sentaremos con el secretario de Agricultura para hablar de los presupuestos del próximo año, donde hay temas relacionados que deben abordarse, como invertir más en la infraestructura hídrica en el país, en el mantenimiento y modernización de los canales de distribución de agua y que el gobierno vuelva a apoyar al pequeño productor en los programas de tecnificación del riego que tenía antes”, concluye.
Si no se toman medidas enérgicas y necesarias hoy, entonces sí, se pondrá en riesgo la décima segunda posición de México como exportador mundial de agroalimentos. No sólo eso, también, la seguridad alimentaria nacional.