En los mares, las tortugas confunden las bolsas de plástico flotantes con medusas y mueren de hambre porque llenan su estómago con basura que no pueden digerir. Este hecho, señalado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), es sólo una de las formas en que los plásticos dañan los ecosistemas. Se estima que cada año se usan 500 mil millones de bolsas de plástico en todo el mundo y forman parte de las 8 millones de toneladas de plástico que acaban en los océanos.
Los mares y sus habitantes podrían obtener un buen respiro con la implementación de las bolsas que se disuelven por completo a los pocos minutos de agitarse en agua. El futuro de las bolsas plásticas es hoy. Pero de las biodegradables, una nueva generación de estos artículos está generando demanda en la industria de alimentos y bebidas, no solo por su funcionalidad, también porque ayudan al planeta.
En diciembre del año pasado, Rappi fue noticia en México porque anunció que realizaría sus entregas en bolsas hidrosolubles hechas en México por la empresa Abadi Eco. Elaboradas a partir de almidones vegetales, son 100% biodegradables y compostables.
“Desde ahora, los usuarios recibirán sus pedidos en bolsas que desaparecen en agua caliente en tan solo dos minutos, generando impacto cero al medioambiente”, comunicó la empresa especializada en envíos de alimentos desde restaurantes y supermercados.
Aquí presentamos un par de opciones más que ya se utilizan en México y su visión de qué tanto podrán conquistar al mercado y a los consumidores.
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H2OK. Bolsas que nunca se enredarán en un animal marino
“Nosotros instalamos en México la primera fábrica en Latinoamérica de plástico hidrosoluble, en diciembre de 2021”. Así arranca la plática Juan Ignacio Regés, director de ventas de Infhidro. Sus bolsas de plástico hidrosolubles son llamadas H2OK y están hechas de alcohol polivinílico (PVA, tomado de su nombre en inglés).
El PVA es un polímero sintético biodegradable. Aunque es un derivado del petróleo, su estructura química lo hace un recurso amigable con el medioambiente. Regés aclara al respecto que hay polímeros de origen renovable, como los que se obtienen de la caña de azúcar, que no son biodegradables y polímeros de origen petroquímico que sí lo son.
“A nivel científico, no se considera que el petróleo sea bueno o malo”, expone.
El PVA no es tóxico. De hecho, es un material utilizado desde hace muchos años en el área farmacéutica. Las cápsulas que contienen medicamento y las lágrimas artificiales pueden estar hechas de alcohol polivinílico. “De unos tres años para acá, a raíz de la presión de buscar alternativas a las bolsas de polietileno (las bolsas de plástico que conocemos), se vio la opción de utilizar el PVA para hacer bolsas hidrosolubles de uso comercial o de transporte de mercaderías”, explica el directivo de Infhidro.
Las bolsas H2OK son biodegradables en medio acuoso, esto es, basta con agitarlas levemente un par de minutos en agua caliente para que desaparezcan. O mejor dicho, para que se conviertan en dióxido de carbono y agua. Juan Ignacio confiesa que, en un principio, no veían mucho futuro a las bolsas hidrosolubles para transporte de alimentos y bebidas porque un derrame accidental, el peso de unas cervezas frías o una lluvia inoportuna podrían arruinarlo todo.
Tuvieron que encontrar las formulaciones adecuadas para darle más resistencia. En caso de un moderado y/o accidental contacto con agua, la bolsa H2OK resiste dos o tres horas de uso.
Los principales sectores en que se utilizan las bolsas hidrosolubles son hospitalarios, paquetería y textil, entre otros. Para el sector alimentos y bebidas el uso de las bolsas H2OK se circunscribe por ahora al transporte y no al empacado, es decir, no se pueden utilizar como película para envolver la carne que nos venden en el súper, por ejemplo.
Acerca de las posibilidades que tienen las bolsas hidrosolubles para desbancar a las bolsas de plástico de toda la vida, Regés acepta que, para el transporte de alimentos, su uso es todavía muy limitado y que son buscadas, sobre todo, por marcas reconocidas que quieren comunicar su consciencia ambiental a los consumidores.
“En México, la bolsa hidrosoluble es nueva y no ha tomado totalmente fuerza. Tiene un problema, que es el costo”, analiza Regés. El costo de una bolsa H2OK puede ser de 100% a 150% más, en comparación con las bolsas de plástico convencionales.
“Pero tenemos fe en México. Una bolsa de 30 centavos en lugar de 15 centavos no es nada cuando mejoras tu imagen con el cliente”, agrega.
De regreso a los beneficios ambientales, la innovación de Infhidro supera por mucho a las bolsas de plástico. Aunque el consumidor la deseche como comúnmente lo hace, la H2OK se disolverá en los vertederos de basura debido a la humedad y la acción de los microorganismos. ¿Qué pasa si su bolsa es tirada al mar o a un río?
“Tardará sólo dos o tres días en disolverse. Lo primero es que se convertirá en una forma de gelatina que no se va a enredar en el cuello de los animales. Si un pez come un poco de ese moco, como le decimos nosotros, no le va a pasar nada. El peligro es nulo en comparación con la bolsa tradicional”, responde Juan Ignacio Regés.
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Solubag. Lo que viene: bolsas hidrosolubles como envoltura para alimentos
Se trata de un emprendimiento chileno que inició en 2014 con la idea de crear pequeños sacos hidrosolubles para detergente: en vez de ocupar unos segundos para lanzar unos cuantos gramos de jabón a la lavadora, la intención era utilizar un segundo menos para lanzar bolsas llenas de detergente que se disolvieran al contacto con el agua. No resulta tan extraño que el propósito diera un pequeño giro.
“Vimos que empezaba a tocarse el tema de eliminar las bolsas plásticas con leyes en diversas partes del mundo. Dijimos: ‘Vamos por el lado de ofrecer un sustituto para todas esas prohibiciones”, narra Patricio Cabezas CEO de Solubag Latam.
Para 2016 ya tenían su primera bolsa hidrosoluble prototipo. En 2018 fueron premiados por la Singularity University como la mejor innovación de América Latina, algo que les dio acceso a Silicon Valley para trabajar el escalamiento del proyecto. Ese mismo año se constituyó Solubag Chile.
Las bolsas de Solubag también se desintegran al agitarlas en agua y de igual manera se basan en el material utilizado para crear las cápsulas que llevan el medicamento al interior de nuestro cuerpo, el alcohol polivinílico, “más un poco de azúcares o polisacáridos, como los conocemos nosotros”, añade Cabezas.
El CEO aclara que las cantidades de polisacáridos que utilizan en sus fórmulas son en realidad pequeñas porque no quieren pisar el terreno equivocado en el que, considera, caen muchos en este tipo de soluciones: basarse en alimentos. “Esto sucede con las bolsas que están hechas de almidón, papa, caña de azúcar o de yuca: cuando comienzan a escalar en su producción, generan escasez y esto sube los precios. Compiten con la cadena alimenticia”, explica.
La empresa ha crecido mucho en estos años. Además de Chile, hoy tienen ventas en Estados Unidos, Colombia, Guatemala, El Salvador, Europa y África. En México, asegura Patricio, sus bolsas hidrosolubles pueden encontrarse en los anaqueles del supermercado HBE. Sus bolsas hidrosolubles ofrecen soluciones específicas para lavanderías, para los ciudadanos responsables que recogen las heces de sus mascotas y en general para cargar cualquier tipo de mercancía.
Dentro de la industria alimentaria, el CEO de Solubag Latam destaca el caso de la primera bolsa hidrosoluble en el mundo para empacar maní: “Tenemos un cliente, acá en Chile, a quien le hicimos todo un desarrollo de envolturas para vender su maní. Ya hicimos las pruebas en supermercados y deben lanzarlo a mediados de este año”.
El directivo apunta que cuentan con aplicaciones para reemplazar envoltorios de otros alimentos, como el arroz, y que es una línea que seguirán atacando. Aunque también reconoce el hándicap que representa el precio para estas innovaciones. Las bolsas Solubag pueden ser de 5 a 7 veces más caras que las bolsas de polietileno.
Pese a ello, ven mucho camino en el mercado de las bolsas hidrosolubles. Sus expectativas se basan en la reputación que quieren ganar muchas empresas. “Colaborar con el medio ambiente potencia las marcas”, señala.
Para América Latina, de acuerdo con los entrevistados, las bolsas hidrosolubles pueden ser una tremenda solución ambiental. En los países donde existe la cultura de separar y reciclar la basura, el problema se aminora. En nuestra región, la realidad es que la gran mayoría de nuestros desechos terminarán por años y años en los vertederos a cielo abierto.
“Ojalá que las personas separaran su basura, ojalá que disuelvan nuestras bolsas, pero si no, creamos un producto que no depende de ese cambio cultural”, concluye el CEO de Solubag Latam.