2023 ha sido un año de retos para la industria del banano en Colombia. En lo que va del año, comparando las cifras del periodo anterior, las exportaciones se redujeron cerca del 15%. Según la Asociación de Bananeros del Magdalena y La Guajira (Asbama), se han exportado cerca de 1,4 millones de toneladas. Una reducción que llega como consecuencia de una disminución en la producción, producto de cambios climáticos que han ocasionado exceso de lluvias, fuertes vientos y el alza de los precios de fertilizantes.
Ante esta situación adversa, algo positivo es que se ha logrado reducir el impacto del fusarium, un hongo habitante del suelo que causa una enfermedad mortal para las plantaciones de banano.
“Es un enemigo que causa daños irreversibles en las plantas, puesto que obstruye y tapona los conductos por los cuales ellas toman agua y nutrientes, ocasionándoles una asfixia que produce síntomas de marchitez general, amarillamiento de las hojas y termina en la muerte de la planta”, explica José Francisco Zúñiga, presidente ejecutivo de Asbama.
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El fuerte costo económico de contrarrestar el fusarium
Según Sebastián Zapata Henao, director del Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano), adscrito a la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), “el marchitamiento por fusarium es una enfermedad que por su estructura de resistencia permite que sobreviva por más de 30 años en los terrenos afectados, lo que dificulta la erradicación del patógeno e inhabilita el uso del suelo para la producción de banano u otra actividad agrícola que contemple la labranza. Por lo que es indispensable implementar todos los protocolos de contención para prevenir la infección de un predio”.
Inicialmente, cuando se detectaron los primeros focos de la enfermedad en el país para el año 2019, la implementación del sistema para contener y excluir las áreas libres, representó una inversión, según Asbama, de 125 dólares por hectárea al año. A pesar del aumento de precios en los insumos en los últimos años, el costo por hectárea se mantiene.
En el Magdalena, el Cesar y La Guajira hay un poco más de 14 mil hectáreas de banano cultivadas. Al tratarse de una de las zonas más riesgosas para contagiarse de esta enfermedad, el costo anual de sostenimiento sólo en esta región es de 3,1 millones de dólares.
Las medidas para evitar la propagación del hongo son la prevención e implementación de los protocolos de bioseguridad. Tanto en Asbama como en Augura, se ha venido implementando un plan de acción integral, que contempla medidas, como la implementación de regulaciones y medidas fitosanitarias, así como el uso de material vegetal certificado, la realización de controles de cuarentena, cerramientos y vigilancia periódica.
José Francisco Zúñiga, de Asbama, complementa que desde 2019 se está desarrollando la evaluación de material vegetal tolerante y/o resistente al fusarium, como una alternativa de sostenibilidad de la cadena productiva, a mediano y largo plazo. “En casos positivos o predios cuarentenados, se aplica el plan de contingencia que se estableció junto con el ICA, en el que se contempla intervención en las fincas, control en la movilización y acciones en puertos y aeropuertos”.
Por su parte, Henao explica que “debido a la complejidad y la duración de la enfermedad, la estrategia más efectiva para combatir el marchitamiento por fusarium es prevenir su propagación, puesto que esta enfermedad no se puede erradicar. Por lo tanto, la clave es evitar su diseminación e incentivar la prevención”.
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Soluciones específicas para contrarrestar el fusarium
Desde que en julio de 2019 se diera el reporte en el departamento de La Guajira del primer caso de fusarium R4T, al día de hoy se tienen 18 fincas afectadas (11 en La Guajira y 7 en Magdalena). Cerca del 1% del total de predios dedicados a la exportación.
Según Zúñiga, en estos predios se han erradicado 250 hectáreas y 3.200 hectáreas se encuentran en cuarentena, lo que representa menos del 6% del área sembrada para banano de exportación en Colombia.
“Estas cifras son un indicativo del compromiso y la disciplina de los productores, además de los buenos resultados del acompañamiento permanente del Instituto Colombiano de Agricultura (ICA) y de los convenios firmados con los gremios para trabajar de manera articulada para contener y excluir el patógeno, dicho esfuerzo le permite hoy al país constituirse en un ejemplo a seguir”, afirma.
“Gracias a la optimización de los procesos al interior de las fincas, podemos decir que estamos controlando la situación”, reconoce Asbama, claro que son enfáticos en que es una lucha diaria y no se puede cantar victoria.
La capacitación de los productores también es clave. Por esta razón “desde el Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano), hemos trabajado la implementación de medidas de bioseguridad para la prevención y el control de este hongo. Hasta el momento, hemos capacitado a más de 25 mil personas en más de 800 fincas en las regiones de Urabá y Magdalena, abarcando un área que supera las 37 mil hectáreas”, dice Henao.
También desde todos los frentes de las diferentes asociaciones de productores de banano en el país, se han realizado campañas de sensibilización que han impactado a cerca de 50 mil integrantes de la comunidad, así como un trabajado articuladamente con el ICA y Agrosavia en la búsqueda de variedades de banano y plátano resistentes a esta enfermedad, lo que representaría un impacto positivo a futuro.
Aunque 2022 no ha sido un año positivo para la industria bananera, las razones de la caída no son propiamente por culpa del fusarium, un enemigo al que se le está ganando la batalla. Desde 2019 (cuando llegó el fusarium) hasta hoy la producción ha aumentado 4,3%, según Asbama. “En la segunda mitad del año el clima ha estado bien, lo que ha permitido que la producción tienda a crecer y esto nos va a permitir cerrar con un balance positivo a final de año en términos de producción y exportación, además, para 2024 también tenemos expectativas”, concluye Juan Francisco Zúñiga.