Apenas el mes pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía reveló los resultados de la primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo, ejercicio que se levantó durante la última semana de abril de este año. La conclusión del estudio revela que a causa de la pandemia, 12 millones de personas dejaron de trabajar tanto en el sector formal como en el informal. Es cerca del 10% de la población total del país y el 13% de la población en edad de trabajar.
Ese indicativo prende las alertas en los representantes de la industria agroalimentaria y del transporte que ya avizoran un incremento en el robo a los vehículos de carga. Al ser artículos de primera necesidad, son un blanco muy vulnerable a los asaltos.
“La Fiscalía General de la República (FGR) reporta que en mayo de 2020, alimentos y abarrotes, así lo contabilizan, representaron el 27.08 % de las carpetas de investigación que se reportan como robos a transporte de carga”, afirma Germán Paz, de la Coordinación de Seguridad de Delito en la Asociación Nacional de Transporte Privado (ANTP).
Los especialistas entrevistados para este reportaje coinciden en que es muy complicado cuantificar el monto de lo robado en pesos. Sin embargo, las denuncias presentadas son un indicativo. En esa cifra, lo mismo cuenta el robo a tres carros de carga de un tren que transporta granos que el hurto a un camión de carga que transporta refrescos.
De 2018 a lo que va del 2020, el principal problema es que los robos a transporte de carga no sólo no han dejado de ocurrir sino que son más violentos porque amagan, torturan y secuestran a los conductores de las unidades. La consultora Sensiguard en su Reporte de Inteligencia, Robo de carga en México, señala que durante los tres primeros meses de este año se cometieron un total de 2 mil 973 robos a transporte de carga en el país, de esos el 40% fueron ilícitos a unidades que transportaban alimentos y bebidas, seguidos de un 9 % en materiales para construcción y un 7 % en hurtos de alcohol.
“Estamos preocupados, alertas y trabajando muy de cerca con las autoridades para prevenir, porque sí tememos que venga una repercusión por la afectación económica y que se refleje en la delincuencia”, asegura Felipe de Javier Peña Dueñas, presidente de la Comisión de Transporte de la Confederación Nacional de Cámaras Industriales (Concamin).
El organismo cúpula de representación de los distintos sectores industriales integra a 124 cámaras. Una de ellas es la ANTP, que suma a las empresas de alimentos y bebidas con flota propia. Estas representan el 20% de sus agremiados.
“Hay toda una serie de acciones que estamos preparando para contener lo que venga”, afirma Patricia Vizcaya Ángeles, directora Jurídica y de Normatividad de la ANTP.
De acuerdo con cifras proporcionadas por la propia ANTP, durante el confinamiento ocasionado por la pandemia, el robo de carga disminuyó 29% en junio de 2020 respecto al mismo mes de 2019. Esto se atribuye a una menor circulación en general del transporte de carga en todos los rubros. Cabe hacer mención que la industria de alimentos y bebidas no dejó de circular al ser considerada esencial, pero sí disminuyó la circulación de sus unidades.
La carga más atractiva para los delincuentes son alimentos y bebidas
De enero a marzo de este año, cuatro de cada 10 camiones que robaron en las carreteras del país transportaban alimentos y bebidas, “siempre es la carga más vulnerable porque es la que se mueve más rápido en el mercado negro”, sostiene Patricia Vizcaya, directora Jurídica y de Normatividad de la ANTP. “Es más fácil la dispersión y representan una afectación doble para la industria porque esos productos compiten con los suyos y están por debajo del costo, y en algunas ocasiones los venden contaminados o en malas condiciones y eso desvirtúa la calidad”.
En la actualidad, lo que más se roban son productos procesados y lo hacen en las carreteras. Felipe de Javier, en su calidad de presidente del Consejo Nacional para el Abasto de Granos y Oleaginosas afirma que “el año pasado la tendencia fue a que robaran más insumos de granos y oleaginosas, después migró a productos con valor agregado y se robaron la harina y ahora también van por el pan y así la secuencia se repite en los productos terminados”.
En toda la cadena del robo de alimentos hay un factor que aún no está atendido y es el seguimiento a la mercancía robada que no sólo se debería confiscar, también hace falta exhortar a la población para que no la compren y no participen en ilícitos.
“Hay estudios sociológicos que refieren que la gente no ve mal comprar mercancía robada e incluso colaborar para llevársela y esto es muy grave. Hay casos en los que avientan picos para ponchar las llantas o piedras para detener a las unidades y lo hacen con total impunidad”, señala De Javier.
Condenas de hasta 40 años por robo a transporte de carga
Felipe de Javier, director de la Comisión de Transporte de la Concamin recuerda que a finales de 2018 y principios de 2019, el incremento en robo a transporte ocasionó que las pólizas de seguro subieran de precio e incluso comenta que “hay compañías que no te aseguran en ciertas rutas”.
Afirma que el problema sigue siendo complejo pero que en los últimos años se ha trabajado de manera coordinada con las autoridades y tras un par de reformas legislativas, se dictó ya una sentencia de más de 40 años por robo a transporte de carga. “Hay una condena firme por 42 años de prisión en Guanajuato que nos mostró la Fiscalía (FGR). Esperamos que esto abone a la disminución del delito”, explica.
El ejecutivo expone que el camino para alcanzar esa sentencia incluye la modificación legislativa del 22 de febrero de 2018 con la que se considera al transporte de carga como un delito federal. “Con esto se migra de las agencias del ministerio público a las delegaciones federales y se evita que a los delincuentes detenidos en flagrancia se les deje salir en un par de horas. La otra modificación fue la del Artículo 19 constitucional que considera como delito grave sin derecho a fianza al robo a transporte de carga. “Con esto se pone un alto a la puerta giratoria, porque si algo tienen los delincuentes es dinero”.
Ambos cambios ya operan desde el año pasado. A pregunta expresa sobre si han sido un factor que incida en la disminución del delito, los tres entrevistados no lo aseguran, pero sí confían en que habrá mejora si a ello se suman las acciones coordinadas. Se refieren a operativos encabezados por la Guardia Nacional para salvaguardar el transporte de carga, la presentación y seguimiento de las denuncias y las opciones tecnológicas que los propietarios de las flotas de transporte añadan a sus unidades para alertar sobre el ilícito.
Germán Paz, de la Coordinación de Seguridad de Delito en la ANTP, afirma que se están abriendo más centros de control que ofrecen atención inmediata. Hay en Puebla, Veracruz y Tlaxcala; se suman los que operarán en Querétaro, Aguascalientes y Edomex. Agrega que las unidades de transporte tienen geolocalización y la mayoría traen botón de pánico.
“Muchas empresas echan mano de la tecnología, las unidades son monitoreadas constantemente, las puertas de las cabinas y los remolques tienen sensores que alertan sobre lo que está pasando, un cambio de ruta o una parada no autorizada también avisa”.
Si bien, la nueva normalidad ya está aquí, la industria de alimentos y bebidas prevé embestidas, pero también trabaja en que éstas sean menores.