México es un país, bien lo sabemos, afortunado en cuanto a biodiversidad se refiere. Las aguas mexicanas reciben a seis de las siete especies de tortugas marinas en el mundo: caguama, carey, golfina, laúd, lora y prieta (también llamada Verde).
“Somos un país tortuguero. Somos privilegiados. Las tortugas marinas llegan a todas las costas en todas nuestras playas”, dice con orgullo Miguel Rivas, director de Santuarios Marinos de Oceana en México. Aunque de inmediato su tono cambia al señalar que hay una especie que se encuentra en grave peligro de extinción, la tortuga lora. “Su único sitio de anidación en México se encuentra al sur de Tamaulipas”, agrega.
No porque otras especies de tortugas lleguen a todas las playas mexicanas significa que hay demasiadas o en abundancia. Miguel Rivas nos explica que todas las tortugas marinas están bajo las categorías de amenaza o vulnerabilidad. Todas ellas están protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. “En este convenio internacional se prohíbe la comercialización de los individuos y partes de ellos. Internacionalmente está prohibido el intercambio de este material biológico. Todas las tortugas tienen una categoría de protección”, expone Rivas.
En México, adicionalmente, las tortugas están protegidas por la NOM-059-SEMARNAT-2010 (la norma de especies amenazadas o en peligro de extinción). Los mexicanos tenemos prohibido cualquier aprovechamiento de las tortugas: su carne, caparazón y, por supuesto, sus huevos.
Consumidores inconscientes, una gran amenaza de las tortugas
Son varios los factores que amenazan a las tortugas. Uno de los principales es la colecta de sus huevos. De por sí el éxito de la anidación de las tortugas está sujeta a la selección natural —es decir, huevos que no eclosionan o depredadores (gaviotas u otras aves marinas) que se comen a los juveniles—. “Sin embargo, hay una depredación, la que hace el ser humano, que acaba con los nidos de las tortugas. Todo por una falsa creencia de que el consumo de estos huevos da una especie elixir de vigor, un afrodisiaco…”, lamenta el director de Santuarios Marinos de Oceana en México.
Para nada está de más recalcarlo: esa creencia es totalmente errónea. No existe ni una evidencia científica de que los huevos de tortuga brinden vitalidad especial alguna. Aunque para la mayoría pareciera difícil de creer, existen personas que consumen estos huevos y propician así su comercialización ilegal.
“No sólo eso, hay quien come carne de tortuga”, advierte Alfonso Rosiñol, vicepresidente de Pesquerías de la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola (Canainpesca). Rosiñol señala que hay restaurantes que venden un platillo llamado caguamanta, mantarraya hecha estilo caguama. “Muchos lugares dicen que es caguamanta, pero a la hora de la hora sí te venden tortuga caguama”, añade.
Otras amenazas importantes para las tortugas son la pesca incidental y la pérdida de playas para su anidación. La contaminación de nuestros mares, por supuesto, también incide. Aguas sin las condiciones naturales necesarias para la vida limitan el desarrollo de crustáceos y algas que son el alimento de las tortugas. “A esto le sumamos el actual flagelo de los plásticos de un sólo uso, que son totalmente innecesarios, y que compramos sólo por llevar una vida más cómoda”, subraya Miguel Rivas.
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Otras especies marinas amenazadas que pueden ser ilegales
Los humanos, los consumidores inconscientes, somos la principal amenaza para que se generen nuevas generaciones de tortugas marinas. Aquí, otras especies marinas que es necesario cuidar y preguntarnos si es buena idea consumirlas:
Marlin y Pez Vela
Al igual que el dorado (así como el pez espada, sábalo y gallo) el marlin y el pez vela están reservados para la pesca deportiva. señalamos en especial estas dos últimas especies porque también son víctimas frecuentes de la pesca incidental. “Es común que un barco pueda traer marlin o pez vela. los pescadores sí pueden encontrarlos en un volumen más o menos alto”, confirma Rosiñol.
Totoaba
La pesca de Totoaba silvestre está totalmente prohibida en México, pues está en peligro de extinción. Fue sobreexplotada desde la década de los 50 del siglo pasado y casi desaparece. “Es una carne blanca, muy sabrosa”, explica Alfonso Rosiñol. Sin embargo, existe la totoaba producida en ranchos de cultivo. “Esa es perfectamente legal consumirla. Sólo hay que estar seguro o preguntar en el establecimiento donde la venden de dónde viene esa totoaba”, recomienda el vicepresidente de Pesquerías de Canainpesca. A pesar de todo, “la totoaba se pesca ilegalmente en el alto golfo de Baja California”, afirma el director de Santuarios Marinos de Oceana en México. Esta especie es capturada ilegalmente para obtener su vejiga natatoria porque en países asiáticos, en especial en China, la compran a precios exorbitantes. Otra vez, una irracional creencia de que puede ser un afrodisiaco impulsa esto.
Dorado
La pesca comercial de pez dorado tampoco está permitida. Es una especie reservada para la pesca deportiva. “Si en un restaurante te ofrecen dorado de una manera muy habitual, podría venir de una pesca comercial escondida”, previene Rosiñol. Cuando el dorado es capturado de manera incidental (esto es, cuando ésta se realiza durante la pesca comercial de otra especie que sí está permitida), se puede vender para que no haya un desperdicio. Si ya murió el pez, debe ser aprovechado. “Por eso en los restaurantes pueden ofrecerlos como un especial, pero no como un platillo habitual”, agrega el representante de Canainpesca.
“No hay forma fácil de saber la ilegalidad de algunas especies”
Aquí entramos al tema de lo difícil que es para el consumidor final saber si su pescado proviene de una pesca ilegal. “Es un tema en el que hemos estado trabajando. No hay una forma fácil de saberlo”, admite el vicepresidente de Pesquerías Canainpesca.
Desde hace tiempo se trabaja una Norma Oficial Mexicana de trazabilidad de pescados y mariscos (la NOM-038-SAG/PESC-2021), pero simplemente no ha logrado concretarse. Con un sistema de trazabilidad bien diseñado, los pescadores y comercializadores tendrían que comprobar el origen legal de sus productos.
Por lo pronto, Rosiñol sugiere pedir a la pescadería o al restaurante la factura que ampare la legal procedencia del pescado. El consumidor final también tiene la responsabilidad de saber de dónde vienen sus alimentos. Y en el caso de las tortugas y sus huevos, pues resulta obvio: simplemente no aceptar ni solapar la más mínima intención de ser comercializados.
