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El consumo de azúcar se ha estigmatizado. Nos culpan de todo: Humberto Jasso

El presidente de la Cámara Nacional de las Industrias Alcoholera y Azucarera considera que existe un ala dogmática en las autoridades de salud que no escucha sus argumentos.

Cada vez hay más sustancias naturales y artificiales que buscan consolidarse como endulzantes para productores y compradores finales. Ello ha menguado de manera considerable el consumo de azúcar de caña. “Se ha estigmatizado y ahora nos culpan de todo”, expone el presidente de la Cámara Nacional de las Industrias Alcoholera y Azucarera (CNIAA).

¿Cuál es el panorama para la industria del azúcar mexicana? ¿persistirá el lento declive de su consumo en el país o resurgirá? Humberto Jasso, presidente ejecutivo de la CNIAA, en entrevista para Goula.lat comenta sobre los desafíos que enfrentan los ingenios nacionales, pero también sobre sus nuevas oportunidades para explotar un ingrediente que se ha convertido quizá en el mayor chivo expiatorio de los males que enfrenta la industria alimentaria.

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La producción de azúcar en el país creció un 8.3% en la zafra 2020-2021, la mejor desde 2017. ¿Cuál es el estado de salud de la industria azucarera mexicana?
En términos de producción, tuvimos una sequía grande en la zafra 2019-2020 [que derivó en una producción de 5.2 millones de toneladas de azúcar], y ahora estamos viendo una recuperación a niveles cercanos a 6 millones de toneladas. Parece poco, pero hay que recordar que se requieren aproximadamente 55 millones de toneladas de caña para producir 6 millones de toneladas de azúcar. Para darnos una idea de la dimensión del sector: eso son 800 mil hectáreas de caña, es un volumen muy grande. Y para el ciclo azucarero 2021-2022 también vamos a crecer. La salud de la industria azucarera en términos de producción está bien, los problemas los vemos por el lado del consumo.

Según sus propias cifras, el consumo de azúcar de caña por habitante en México ha disminuido 36% en los últimos 25 años, ¿Cómo interpretar este desajuste entre la producción y el consumo nacional?
El factor a largo plazo que nos han afectado es que hay muchos edulcorantes sustitutos entrando al mercado, como el jarabe de maíz de alta fructosa, que se llevó una buena parte de las compras, y edulcorantes químicos que han hecho que el consumo de azúcar de caña baje en términos per cápita. Ese es un tema con el que hemos tenido que vivir y que nos ha llevado a exportar a Estados Unidos, donde el consumo de azúcar de caña va al alza porque es ingrediente natural. En México, la tendencia va en contra con los endulzantes químicos. En cambio, en Europa también están regresando a los productos naturales, están volviendo al azúcar de caña.

Ese cambio tardará más por sí solo. ¿Qué está haciendo la industria azucarera mexicana para revertir esta tendencia que mencionas?
Lo primero que hemos hecho es concientizar. Nos hemos acercado a los legisladores para diferenciar el azúcar de caña del resto de los edulcorantes porque no nos gusta el sello negro ese que dice “Azúcares”, en plural. No existe esa palabra en español. Le hemos pedido a las autoridades que pongan específicamente el endulzante que traen los productos porque la gente luego cree que estos son malos porque tienen azúcar, pero ni siquiera contienen azúcar de caña. En “Azúcares” meten todo. Tenemos que concientizar que nuestra azúcar es un producto natural y hacer una diferenciación con otros productos para endulzar.

El consumo de azúcar se ha estigmatizado.

Los comentarios del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, en contra de productos azucarados, los octágonos negros que acabas de mencionar, la prohibición de venta de dulces a niños en algunos estados… ¿Cuál es la relación del sector azucarero con el gobierno actual?
La relación es muy buena. La Secretaría de Agricultura y la de Economía nos han atendido muy bien. Lo que sí vemos es que hay un ala dogmática que no está abierta a que le expliquemos. Cuando este señor López Gatell dijo que la pandemia era por el veneno de los refrescos, pues la gente no pensó en jarabe de maíz, la gente pensó en el azúcar, en nuestro producto. Creemos que hay áreas de la Secretaría de Salud que, si les explicamos, nos entienden y hasta dan la razón. A lo mejor estamos mal, pero cuando hay diálogo es cuando las cosas fluyen.

¿Qué tanto han afectado estas políticas en materia de salud a la industria azucarera mexicana?
Creemos que son ataques injustos al azúcar. Aunque no son de ahora. Son desde hace dos sexenios y tienen también un origen internacional. El asunto es que se han intensificado y esto aceleró la baja en el consumo de azúcar de caña. En México, ya estamos en un -2% anual en el consumo per cápita. Estados Unidos, como decía, logró revertir esto porque la gente está consumiendo menos jarabe de maíz y más azúcar porque no hay manera de que digan que el jarabe de maíz es natural, después de los procesos enzimáticos que conlleva. Confiamos en que la evidencia científica, la concientización y obligar a un etiquetado claro nos ayudará. Porque ¿qué hacen los refresqueros? Ponen “Sin azúcar” en sus productos. ¿Por qué no ponen el endulzante que sí lleva? El azúcar ha sido estigmatizada. Nos está pasando lo que le pasó al huevo a finales de los 70, que era malo por el colesterol. Ahora dicen: “Disculpe usted, siempre no era malo”. Nos están echando la culpa de todo.

Otro de los grandes problemas en el ámbito nacional es el contrabando de azúcar. ¿Esto pone en peligro el próximo ciclo de producción azucarera en México?
Por supuesto que sí. A finales de octubre, el gobierno reportó que las ventas de los ingenios mexicanos cayeron 4%. ¿Por qué? Porque entró azúcar de contrabando. Contrabando técnico, el que se documenta: declaran que no es azúcar sino una preparación alimenticia, 99% azúcar y 0.15% carbón activado, para no pagar arancel. Con ese descaro, entran 100 mil toneladas anuales desde Guatemala. Ya en México, fácilmente le quitan el carbón activado y la venden. Eso sí que tunde al consumo de azúcar mexicana. Llevan evadidos como 4 mil millones de pesos. Esto es un peligro para los ingenios mexicanos.

¿Qué han hecho hasta ahora las autoridades y qué acciones llevará a cabo la CNIAA para contrarrestarlo?
Las autoridades nos han ayudado mucho, pero no hemos podido cerrar el tema. Lo que pedimos es que se tomen más cartas en el asunto porque, aunque hemos realizado miles de impedimentos de importación los últimos dos años, no ha sido suficiente. Necesitamos una decisión contundente al más alto nivel.

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El consumo de azúcar se ha estigmatizado

En el otro gran mercado de la azúcar mexicana, que es Estados Unidos, ¿en estos momentos, el T-MEC es un buen negocio para su industria?
Sí, el T-MEC es un muy buen tratado. Nuestro principal mercado internacional es Estados Unidos, al que le exportamos entre 900 mil y 1.3 millones de toneladas anuales. Somos su primer proveedor: cuando les falta azúcar tienen que pedirle a México antes que a cualquier otro país. Eso nos da una ventaja muy grande porque nos brinda una garantía de ingresos en dólares. El reto aquí es mantener esas condiciones pactadas porque es un acuerdo complejo de operar, donde se ven involucradas distintas dependencias de los dos lados de la frontera. Ahora, con el cambio a la administración Biden, hubo que educar a los funcionarios sobre cómo funciona este esquema tan complejo. Es un proceso constante de trabajo para mantener el acuerdo.

¿Qué hay en materia de innovación para tu sector? ¿Trabajan en otros usos industriales de la caña, por ejemplo?
Desgraciadamente, en México no ha habido —como en Brasil o como en Colombia— programas de etanol producido con caña, el biocombustible para usar en los automóviles. Sí existiera una política pública que apoyará el etanol hecho de caña de azúcar, nuestra industria podría aportar a este avance de manera importante. Por lo pronto, el bagazo de caña lo vendemos a la CFE para que lo queme y genere energía.

¿Nos puedes compartir un consejo para las nuevas generaciones de empresarios azucareros?
Mi consejo es que tienen y tenemos que ver dónde se va a ubicar el azúcar en este siglo XXI, no sólo como alimento sino como fuente de energía. Lo que decía, como fuente de energía en forma de etanol, de electricidad e incluso de energía humana a través del consumo de azúcar. Tenemos que analizar cómo se puede diversificar el uso del azúcar, modernizar su consumo y lograr que la gente la revalore… son los retos de la era moderna.

¿Qué visión tiene para la CNIAA? ¿Qué lugar deberán ocupar sus agremiados dentro de la agroindustria nacional en los próximos años?
Me gustaría que los agremiados a la CNIAA pudieran ser referentes mundiales de lo que se puede hacer en el sector en materia de responsabilidad social y defensa del uso del ingrediente. Creo que si mantenemos esta producción que traemos y conseguimos que se revaloren las cualidades del azúcar de caña, lograremos trasladar todos los beneficios a toda la cadena de medio millón de empleos directos que producimos. Ahí es donde está el máximo reto.

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