Innovación, desarrollo y responsabilidad social son características que deberían tener todos los alimentos creados en el mundo. “No siempre es así, pero nos toca aportar un granito de arena todos los días”, afirma Manuel Cruz, cerebro creativo detrás de Nekutli. Su empresa es pionera en la producción de jarabe de agave orgánico y en alimentos procesados nutritivos y funcionales. Todo ello los llevó a obtener un par de Goula Awards en 2021.
Nekutli se especializa en crear productos más saludables. Se involucran desde la siembra para obtener plantas, frutos y cereales libres de fertilizantes químicos y pesticidas. Pagan una retribución justa a los agricultores y promueven el desarrollo, la salud y la educación de las comunidades con las que trabajan.
No es de extrañar que las características de sus alimentos y su forma de producción, los hicieran ganadores de dos premios que reconocen calidad, valores nutricionales y su compromiso con el comercio justo.
En la pasada edición de los Goula Awards, se llevaron a casa los reconocimientos a Mejor Producto en Impulsar el Desarrollo Económico de una Comunidad y el reconocimiento a la Mejor Comunicación de los Valores Nutrimentales de un Producto. El primero, por su jarabe de agave orgánico Vivente. El segundo, para su marca de helados orgánicos Vital Ice, recomendados por la Asociación Mexicana de Diabetes, porque están endulzados con jarabe de agave, son libres de gluten y tienen fibra añadida.
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La aventura de Nekutli empezó con agaves de 100 kilos
Manuel Cruz, fundador de Nekutli, es ingeniero químico. Inició su carrera laboral en 1977, en la industria de comida para perros, gatos y truchas. Después trabajó con productores de maíz y finalmente, en la década de los 90, entró a la siembra de agave para tequila en Cuquío, Jalisco, porque supuso que sería un gran negocio.
Sin embargo, una sobreproducción de plantas ocasionó que los tequileros ofrecieran 80 centavos por un kilo de agave cuando se habían pactado 4 pesos. Para Manuel y otros empresarios, la apuesta por el agave no solo representó un riesgo financiero sino la pérdida de inmuebles que habían hipotecado para producir plantas que tardan entre 7 y 8 años para desarrollarse y llegar en estado óptimo a la jima.
“Cuidamos mucho la producción, el agave se dio de manera extraordinaria, había piñas (el corazón del agave) muy grandes, de 100 kilos, con excelentes rendimientos. ¿Qué íbamos a hacer con tanto?”, recuerda.
Primero hicieron tequila, pero se dieron cuenta que las ganancias tardarían mucho en llegar. El banco los embargó y había que buscar otra salida lo más rápido posible. Manuel buscó información sobre usos alternos del agave. Encontró una tesis de 1955, del Instituto Politécnico Nacional, en donde se exponía que la planta también produce un tipo de azúcar: jarabe de agave. Al revisar la literatura sobre el tema, encontraron que en Europa había un camino recorrido con el procesamiento de la achicoria. A partir de eso, apostaron por fabricar un endulzante orgánico.
La investigación en universidades y asociaciones europeas, canadienses y nacionales se intensificó por años. También los préstamos para financiarla. Con el inicio del nuevo siglo, en mayo de 2002, llegó la primera producción de jarabe de agave. Después encontraron que la planta es rica en fructanos (prebiótico utilizado en la industria alimenticia) y comenzaron a hacer inulina de agave y endulzante. Así, finalmente, empezó la recuperación financiera.
Manuel Cruz ha perfeccionado, a lo largo de los años, su propio método para producir endulzante de agave. “Una de mis mayores enseñanzas ha sido no dejar de invertir en investigación y desarrollo. Siempre destino un porcentaje de las ventas a eso”. Y agrega: “Logramos desarrollar insumos para la industria que son altamente valorados porque son orgánicos y nuestros procesos están certificados”.
La relación laboral de Manuel con sus productores se ha hecho sólida y duradera gracias a las enseñanzas de su abuelo. “Siempre me dijo que todos merecemos una vida digna y he intentado ayudar con lo que he podido”, comparte.
En Hidalgo trabajan con campesinos hñahñus (otomíes) a los que donaron un porcentaje de una planta procesadora. En Nekutli participan cuatro cooperativas, un porcentaje de las utilidades de la empresa se va para beneficios en las comunidades. Han invertido en la construcción de casas, operación de consultorios médicos, en programas de capacitación continua y en becas para estudiantes.
Como empresa Nekutli tiene su línea de alimentos, se llama Vivente, y además del jarabe de agave producen helados y paletas, mermeladas, miel de maguey y chocolates; también han lanzado sus propias líneas de cereales, harinas de amaranto y quinoa, y un endulzante.
“Como no había muchas frutas orgánicas decidimos intervenir en la siembra de higos, mangos, coco y todo lo demás. Así aseguramos que de principio a fin tengamos un alimento lo más natural posible sin químicos ni pesticidas”.
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Nekutli exporta el 99.4% de sus alimentos orgánicos, nutritivos y funcionales
La principal razón por la que sus alimentos son valorados en el extranjero es su calidad. “Exportamos el 99.4% de nuestra producción”, comenta con orgullo Manuel Cruz.
Además de Estados Unidos, venden a 23 países, principalmente de Europa y Asia. “Son los que pagan mejor la calidad, a los norteamericanos les interesa más el volumen”, explica.
Sobre por qué en el mercado nacional no hay amplia presencia de sus productos si son orgánicos, nutritivos y funcionales, el empresario comparte que hace 20 años, cuando empezó, ni siquiera se conocían los beneficios de esos alimentos en el país. Además, a lo largo de los años, ha enfrentado contratos leoninos de las principales cadenas de retail y de tiendas especializadas en nutrición.
“Con los altos índices de obesidad y diabetes de México quisiera acercar mis productos a la mayoría de la gente, pero he tenido que perseguir a muchas cadenas para que me paguen”.
Menos del 1% de su producción se vende en el país, se pueden encontrar en su página web, en tiendas del Instituto Mexicano del Seguro Social y en las de la Universidad Autónoma de México. El abanico se amplía a los supermercados HEB y hace poco comenzaron a vender en Walmart.
